Un hombre entregado a los más desfavorecidos a través de una larga trayectoria vital y profesional como sacerdote, hostelero, educador y periodista. Así era en pocas palabras el alavés Luis de Lezama Barañano, fallecido el pasado mes de enero, y al que la Diputación Foral de Álava le concederá a título póstumo la Medalla de Álava 2025 el próximo lunes en un emotivo acto al que acudirá su hermano Pedro y el presidente de su fundación, Jon Urrutia Palacio.

El nombre de este ilustre religioso nacido en Amurrio quedará por siempre ligado al que es el máximo reconocimiento del territorio histórico. Una designación que, en palabras del diputado general, Ramiro González, “se hace realidad por su destacada trayectoria de manera muy especial, por su implicación en la promoción de las personas desfavorecidas a través de la formación y el trabajo”.

Una laboral social y profesional que este alavés llevó a cabo a través de la Fundación Iruaritz Lezama y del Grupo empresarial Lezama al que él mismo dio forma. “Luis de Lezama ha contribuido de forma determinante al fomento de opciones laborales a jóvenes con escasos recursos, a través de un modelo empresarial único de carácter social”, según explicaban desde la institución foral cuando se acordó otorgarle a este alavés tan magno reconocimiento.

Luis de Lezama Barañano nació en esta localidad alavesa en el año 1936

Un homenaje y unas sentidas palabras que comparte Jon Urrutia, que a día de hoy mantiene vivo el legado que dejó Luis de Lezama. “Hay que mirar hacia el futuro con esperanza, comprometidos con los valores que siempre defendió: el servicio, la humanidad y la excelencia”, recuerda acerca de un hombre singular que siempre llevó a su tierra en el corazón y por el mundo.

De amurrio al mundo

Luis de Lezama Barañano nació en esta localidad alavesa en el año 1936, y vivió en ella hasta que terminó sus estudios de Bachiller en el Colegio de los Jesuitas de Indautxu en Bilbao. Fue entonces cuando abandonó Álava y se trasladó a Madrid donde comenzó sus estudios superiores en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI de la Universidad de Comillas. Sin embargo, en el año 1955 su vocación religiosa le llevó a ingresar en el Seminario Diocesano de Madrid, donde además se formó en Teología y Filosofía. Menos de una década más tarde se ordenó sacerdote y fue en la localidad que le vio nacer donde celebró su primera misa solemne en la parroquia de Santa María de Amurrio.

Ya de vuelta a Madrid, fue en la cercana localidad de Chinchón donde fue destinado para hacerse cargo de su primera parroquia como sacerdote. Y fue, precisamente, allí cuando empezó su compromiso con el tejido social. Tal era su convicción con los más desfavorecidos que puso en marcha diversas iniciativas y programas orientados a mejorar las condiciones de los trabajadores de la zona, además de impulsar acciones formativas dirigidas a jóvenes con problemas de inserción social.

Este primer destino y su posterior cambio al barrio madrileño de Entrevías fue el germen para el inicio de la Taberna del Alabardero en el año 1974. Por aquel entonces, Luis de Lezama lo desconocía, pero ponía la primera piedra de lo que más tarde sería el Grupo Lezama, un modelo empresarial de economía social pionero que se ha convertido en todo un referente nacional e internacional hasta el punto de que cuenta con locales en ciudades como Marbella o Washington.

Más que un grupo hostelero

No son restaurantes al uso, sino que en estos establecimientos puestos en marcha por el religioso alavés se ofrece una oportunidad a jóvenes con dificultades para desarrollarse profesional y humanamente por medio de la formación, la educación innovadora y la gestión hostelera que se les brinda.

Sin embargo, la inquietud social de Luis de Lezama no se acaba aquí ya que con la fundación del Colegio Santa María La Blanca en 2009 en Madrid cumple su sueño de ser educador. Otro ejemplo más de una larga vida entregada a los demás en una intensa trayectoria vital y humanista de este alavés que el día 28 recibe un merecido homenaje.