Una pregunta: ¿cuántos bulos o noticias falsas ha ayudado a propagar en el último mes? Piénselo bien porque la respuesta no es cero.

¿Sabría cómo averiguar si ese vídeo que le ha llegado por WhatsApp o ha visto en YouTube es real, un montaje o ha sido generado por inteligencia artificial? La desinformación afecta a toda la sociedad, pero organizaciones y asociaciones de carácter social se han convertido en un blanco frecuente.

La desinformación tiene un interés político, ideológico, y obedece a una estrategia. Cuando el objetivo son asociaciones se perjudica una labor destinada a favorecer a la sociedad en su conjunto. Y no faltan ejemplos: la campaña de desprestigio a determinadas ONG en la DANA de Valencia, la migración irregular, el COVID, las vacunas, incendios forestales, la erupción de Cumbre Vieja... Es un suma y sigue.

El parking de Bonaire, en Aldaia (Valencia), sobre el que surgieron bulos de que dentro había cientos de cadáveres. Europa Press

Los mecanismos con los que manipulan la información

La desinformación no es accidental. Está diseñada para manipular emociones y reacciones sociales. Conocer estos patrones nos permite protegernos de los riesgos que supone consumir y difundir información. Algunos ejemplos.

Las estrategias de desinformación convierten bulos en herramientas de manipulación social

¿Le suena la Ventana de Overton? Es la estrategia que nos empuja a aceptar ideas extremas de manera progresiva. Como ranas en un cazo con agua templada, empezamos a normalizar conceptos que antes rechazábamos. Las teorías conspiranoicas sobre vacunas es un ejemplo de desinformación científica que se han refutado hasta la saciedad. Y ahí siguen.

La segunda consiste en una inundación informativa. Se generan tantas noticias falsas o manipuladas que no da tiempo a investigarlas ni desmentirlas. Nos llegan vídeos, mensajes que “no quieren que veamos”, recortes de audio, fotografías… No podemos asimilar tanta información en tan poco tiempo. Al final, esa saturación hace que compartamos esa información sin pensar si es cierta o no. 

¿Un titular que le ha puesto de mal humor? Es la primera señal de manipulación. Los bulos apelan directamente a las emociones, al miedo, la ira o la compasión. Buscan que demos una respuesta impulsiva, sin pensar. Solo hay que darle a un botón para compartir o ayudar a difundir esa noticia. El esfuerzo es mínimo, pero las consecuencias pueden no serlo.

Al 70% de la población le preocupa saber qué es cierto y qué es falso en entornos digitales

Divide y vencerás. La estrategia de Julio César sigue vigente hoy en día, eso sí adaptada a nuestros tiempos. Se crean bulos que buscan generar divisiones en la sociedad, intensificando conflictos o reforzando prejuicios existentes o imaginarios. Es el “ellos contra nosotros”. Suelen aparecer en noticias sobre migración regular, ayudas a colectivos vulnerables, acceso a vivienda protegida, etc.

Repetir una mentira hasta que parezca una verdad, conocida como la táctica de Goebbles. Algunos ejemplos son los bulos sobre las ayudas a solicitantes de asilo, relacionar la migración irregular con delincuencia, la predominancia de denuncias falsas de violencia de género, las vacunas que provocan autismo... 

Si todo esto no fuera suficiente, desde hace dos años se ha unido otra herramienta con una enorme capacidad para la desinformación: la inteligencia artificial.

Recreación generada por IA de cómo se genera un rostro para un 'deepfake'. Freepik

Los deepfakes han revolucionado la manera de generar contenido falso. Estas herramientas permiten crear vídeos y audios hiperrealistas que imitan a figuras públicas, haciéndolas parecer reales. 

Muchas organizaciones carecen de herramientas para poder luchar contra deepfakes, y dependen en gran medida del apoyo de medios de comunicación y agencias de verificación para desmentirlas.

Una de las tácticas en la propagación de bulos consiste en una inundación informativa. Se generan tantas noticias falsas o manipuladas que no da tiempo a investigarlas ni desmentirlas

Cómo detectar y frenar la desinformación

Cada vez que se comparte una noticia, también se comparte su impacto. Antes de difundir información, dedique unos segundos a verificar su veracidad. Un hábito que puede marcar la diferencia entre informar y desinformar.

  • Verifique la fuente: ¿Viene de una fuente reconocida y acreditada o no se sabe quién está detrás?
  • Contraste la información: Busque la noticia en varios medios de confianza para confirmar su veracidad.
  • Analice el contenido: ¿El mensaje tiene errores ortográficos, titulares sensacionalistas o no lo firma un periodista? Sospeche.
  • Examine las imágenes:  Busque la imagen en Google Imágenes. Si es desinformación, ya se habrá empleado más veces y por motivos variopintos.
  • Consulte fuentes oficiales: Acuda a la web o canales oficiales en redes sociales para confirmar la información.
  • Piense antes de reenviar: Desconfíe de las noticias que busquen enfadarle; si le generan una reacción fuerte, verifique antes de compartir.
  • Desconfíe de las cadenas de mensajes: Si piden que lo comparta rápidamente porque «“no quieren que lo veas» suelen ser falsos.
  • Revise la fecha: ¿Seguro que la noticia es actual? Hay bulos que reutilizan noticias antiguas o vídeos antiguos para generar confusión o miedo.
  • Use herramientas de verificación: Maldito Bulo, EFE Verifica, RTVE Verifica, Newtral o la extensiónde Google, Fact Check Explorer.
  • Pensamiento crítico: Cuestione la información y reflexione sobre su plausibilidad antes de aceptarla como verdadera.


Por qué debería prestar atención

La desinformación afecta tanto a estas organizaciones como a quienes las integran: voluntariado, profesionales y personas usuarias. 

Desde Cáritas señalan que los bulos aumentan «las dificultades de integración social y el acceso a oportunidades» de personas desfavorecidas. Especialmente, cuando se realizan campañas fraudulentas de captación de recursos. «Desestabilizan la confianza de las personas colaboradoras y afectan a la imagen de marca de la institución».

Saber reconocer y combatir los bulos son claves para apoyar la labora de entidades locales afectadas por estas mentiras

Cruz Roja, por su parte, recalca que difundir bulos es una irresponsabilidad. “Si se instala la desinformación, la credibilidad baja y será menos la gente a la que atenderemos, porque no acudirá a nosotros/as” indican.

¿La forma de lucha contra la desinformación? Ambas organizaciones subrayan que sus principales herramientas son ofrecer información veraz, desmentir fraudes y reforzar la transparencia sobre sus actividades. Cruz Roja afirma que “siempre mantenemos las puertas abiertas a quienes quieran acercarse a conocernos”.

Cada bulo o noticia falsa que se difunde no solo daña la reputación de estas organizaciones, pone en riesgo la ayuda que miles de personas necesitan. La desinformación se ha convertido en una crisis silenciosa que afecta a quienes menos recursos tienen.

Por eso, la responsabilidad es colectiva. Antes de compartir, hay que contrastar. Antes de dudar, informarse. Solo así se puede garantizar que quienes más lo necesitan sigan recibiendo el respaldo de instituciones que trabajan por su bienestar.