El pasado miércoles, Lola Padrón, diputada del Común de Canarias -denominación que en dicha comunidad autónoma tiene el defensor del pueblo-, denunciaba la situación en la que quedaban las personas tuteladas por el Gobierno de archipiélago una vez cumplen los 18 años. Lamentaba que allí “no existe un plan específico para dar salida a estos niños y niñas que se quedan en la calle sin protección ni documentación y que se enfrentan a una realidad de gran vulnerabilidad” una vez abandonan el centro de acogida.
Se refería Padrón a todos los menores en general, sin distinción entre los nacidos en las islas y los que han llegado de otros países sin la compañía de ningún familiar adulto. Pero teniendo en cuenta la saturación que vive Canarias en lo que respecta a su capacidad para absorber el constante flujo migratorio que le llega desde África, muchos de esos jóvenes desamparados son inmigrantes que un tiempo atrás fueron acogidos por una red de apoyo institucional de la que se vieron desposeídos al alcanzar la mayoría de edad.
En Euskadi sí existen recursos de emancipación para estas personas migrantes que dejan de estar bajo la tutela de las administraciones, pero el aumento de la llegada de menores no acompañados registrado en los últimos años hace que muchos de ellos, sin una red familiar por detrás, no hallen vías para consolidar un proyecto de vida en condiciones dignas cuando finaliza su trayecto institucional.
“Por parte de las administraciones se intentan hacer cosas, pero no abarcan a todos los jóvenes que hay”, apunta Maddalen Epelde. Diplomada en Trabajo Social, Licenciada en Antropología Social y Cultural y Doctora en Sociología, esta azpeitiarra, que ejerce como profesora adjunta de la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de EHU es una voz autorizada en la materia. Además de haber trabajado durante años como investigadora colaboradora con Ikuspegi, el Observatorio Vasco de Inmigración, Epelde defendió la tesis doctoral titulada Procesos de integración social de los jóvenes migrantes extutelados en la Comunidad Autónoma del País Vasco. Evaluación de las intervenciones de apoyo social en 2016. Ya entonces apuntaba que, si bien la situación de Euskadi no era “tan adversa” como en otras comunidades autónomas, ya que “los tres territorios históricos disponen de recursos de emancipación”, estos no se habían “adecuado al contexto socioeconómico” de aquel momento, aún bajo los efectos de una grave crisis que afectó gravemente al mercado laboral. Nueve años después, cree que “hay cosas, pero por lo que escucho a estudiantes que hacen trabajos sobre este tema, la sensación es que no son suficientes”.
“Por parte de las administraciones se intentan hacer cosas, pero no abarcan a todos los jóvenes que hay"
En este sentido, Epelde se remite a los datos facilitados por el Ararteko en 2021 que ella utilizó para un artículo sobre la inserción sociolaboral de los jóvenes inmigrantes no acompañados publicado junto a otros expertos dos años después: “Decía que solamente una cuarta parte de ellos declaraba tener trabajo. Y estimaba que aproximadamente la mitad de ellos se encontraban en una situación de calle, sin vivienda o recurso residencial al cumplir los 18 años”.
Proyecto Izeba
Durante años, programas como Hemen en Bizkaia, Aukera en Araba o Lortuz en Gipuzkoa, entre otros, han desarrollado una encomiable labor en favor de la inserción social de estos jóvenes recién llegados a la mayoría de edad. No obstante, Epelde remarca la importancia de otra iniciativa que cumple 16 años. Se trata de Izeba, el proyecto impulsado por Baketik y la Diputación de Gipuzkoa que ofrece una red de familias o personas que ejercen de izebas -tías- para acoger a menores bajo tutela foral. “Esas familias autóctonas se ponen en contacto con chavales cuando son menores y esas relaciones se mantienen, aún después de cumplir ellos la mayoría de edad. Esto les da una seguridad tremenda ante ese escenario tan crudo que veían venir, porque sabían que cuando cumplían 18 años, se tenían que ir a la calle”, subraya Epelde.
Esa red que les aporta el proyecto Izeba facilita a los menores el tránsito a la emancipación: “Uno de los menores entrevistados en la tesis que estaba en este programa, al cumplir los 18, antes de acabar en la calle, se quedó a vivir en casa de los izebas. Enseguida el padre le buscó un piso para compartir con un sobrino suyo y encontró trabajo como transportista. En cambio, otro de Araba, con una trayectoria similar, con muy buena institucionalización, entró un piso de emancipación, pero enseguida se quedó en la calle”. La profesora universitaria cree que sería interesante que esta iniciativa se extendiera a los otros territorios en Euskadi. “Ha habido intentos, pero no han cuajado”.
Mensajes racistas
Para hacer frente a los mensajes racistas, Epelde ve importante “enseñar trayectorias exitosas” como las que conoció al elaborar su tesis: “De los 20 chavales que entrevisté, solo uno tenía un perfil difícil y pasó por la cárcel de Martutene. El resto eran chavales que estaban con ganas de estudiar, de trabajar, de hacer cosas... La mayoría son de este perfil”.