Enfermera de urgencias en Alaska y madre de cuatro hijos, Nancy Ann Haker llevó en su vientre a Lia y Andrea Giartosio, las hijas de la familia Giartosio Goretti. El 6 de septiembre participará junto a Lia y otras mujeres en el segundo Congreso Internacional sobre Mujeres y Gestación por Sustitución que se celebrará en Madrid. Ambas formarán parte de una mesa redonda en la que explicarán cómo es la relación entre las mujeres gestantes con las niñas, adolescentes y jóvenes que un día gestaron.

En esta conversación, reflexiona sobre aquella experiencia y el debate ético y moral que sigue rodeando a la subrogación en todo el mundo.

¿Qué sintió la primera vez que pensó en convertirse en gestante por sustitución?

Estaba realmente emocionada. Conecté con Tommaso y Franco desde el primer momento. Tenía algunos nervios, me preocupaba que no funcionara y que se sintieran decepcionados, pero, sobre todo, sentía con fuerza que iba a ser una experiencia increíble.

Dio a luz a Lia en 2006 ¿Qué recuerda de aquel embarazo?

Con Lia, todo era nuevo: emocionante, emotivo y, sinceramente, un poco abrumador. Estaba muy centrada en hacer todo bien y en asegurarme de que ellos se sintieran acompañados, de que sintieran que ese embarazo también era suyo. Y creo que, como se quedaron conmigo después de que naciera, me esforcé mucho por no interferir demasiado, y eso hizo que no fuera plenamente consciente de la profundidad emocional de todo aquello hasta más adelante.

¿Y del de Andrea?

Con Andrea, estaba más tranquila. Ya había construido un vínculo fuerte con Tommaso y Franco, así que se desarrolló una conexión emocional muy profunda, no solo con el bebé, sino también con ellos. Sentía que lo vivíamos todo juntos, como un equipo, y eso hizo que la experiencia fuera aún más emotiva para mí.

¿Fue duro tener que separarse de ellas?

Sí, fue duro. Se habían convertido en parte de mi familia de una forma que no esperaba. Dejarlos ir fue agridulce: alegría, orgullo y un poco de tristeza... pero no lo cambiaría por nada.

¿Cómo reaccionaron sus hijos cuando les contó que iba a engendrar bebés para otra familia?

Mis hijos aceptaron el camino con comprensión y orgullo, lo que significó muchísimo para mí. Nunca dudaron ni un minuto. Mi hija mayor y yo estuvimos embarazadas al mismo tiempo... ¡las dos veces!

“Entré en esto sabiendo plenamente que esos bebés no eran míos, eso nunca estuvo en duda. Ya tenía cuatro hijos maravillosos y no quería más, pero me encantaba estar embarazada”

Después de que naciera Lia, su padre viajó a Roma a conocer al resto de la familia de Tommaso y Franco. ¿Cómo fue esa experiencia?

Ya los conocía de sus visitas aquí, pero ese viaje fue algo especial. Cerró un círculo y fue un recordatorio muy poderoso de cuánto amor y conexión había surgido de todo esto.

¿Tuvo miedo en algún momento de ser juzgada por convertirte en gestante subrogada?

Algunas personas en el trabajo comentaron que iba a ser subrogada para una pareja gay. Entiendo que todo el mundo viene de lugares y creencias diferentes, y respeto eso. Pero esto era algo profundamente personal y significativo para mí, y nunca permití que las opiniones de otros afectaran mi confianza. Al final del día, saber que estaba ayudando a crear una familia me llenaba de orgullo y alegría. Y eso era lo que realmente importaba.

¿Sufrió un conflicto emocional a la hora de entregar a Lia y Andrea a sus padres?

No. Entré en esto sabiendo plenamente que esos bebés no eran míos, eso nunca estuvo en duda. Ya tenía cuatro hijos maravillosos y no quería más, pero me encantaba estar embarazada. Sentí algo de tristeza cuando se fueron, porque realmente adoro a Tommaso y Franco. Pero verlos marcharse como padres primerizos, nerviosos y emocionados, fue increíble y me llenó de alegría. Ser parte de ese momento fue un regalo que nunca olvidaré.

Nancy (derecha) se muestra feliz de haber podido ayudar a Tommaso y Franco a ser padres. NTM

¿Tiene contacto con Lia y Andrea?

El contacto cara a cara o las conversaciones directas son bastante mínimas. La mayoría de lo que sé lo escucho a través de Tommaso y Franco, pero seguimos conectadas por correos electrónicos y alguna videollamada ocasional. No es constante, pero esos momentos mantienen vivo el vínculo y me recuerdan lo especial que es esta conexión. Me encanta compartir fotos. Muchas personas de mi entorno vivieron este proceso conmigo y disfrutan de ver cómo han crecido Lia y Andrea. Incluso desde la distancia, hay mucho amor rodeándolos.

“La aparición de lo que se ha llamado ‘granjas de gestantes’ es profundamente preocupante y debe abordarse con consecuencias legales serias”

¿Ha cambiado mucho el clima en EE.UU. respecto a la gestación subrogada desde que dio a luz a Lia hasta hoy?

No sabía mucho sobre las leyes de subrogación en Alaska en aquel momento, pero con el tiempo supe que no hay regulaciones específicas a nivel estatal, lo que hace que el proceso dependa mucho de una buena asesoría legal y de la confianza entre todas las partes involucradas. Incluso noté cambios entre el nacimiento de Lia y el de Andrea en California. Con Lia, aparecía en el certificado de nacimiento. Para cuando nació Andrea, eso ya se había modificado, reflejando un cambio en cómo se manejaban la subrogación y la filiación legal. Fue una señal de que el sistema estaba evolucionando, al menos en algunos aspectos.

¿Hacia dónde se dirige ahora mismo el país?

Sinceramente, no lo sé. Hay mucho debate sobre la ética y la legalidad de la subrogación, y eso me preocupa, sobre todo porque los costes siguen subiendo. Está llegando a ser tan caro que temo que pueda excluir a personas que deseen profundamente formar una familia pero no tengan los recursos económicos. Y eso me parece profundamente injusto.

¿Qué significa para usted que la gestación subrogada esté prohibida o criminalizada en algunos países?

Creo que criminalizar o prohibir la subrogación basándose en creencias religiosas o culturales es un error fundamental. Si alguien no está de acuerdo personalmente con la subrogación, tiene todo el derecho a no participar en ella. Pero utilizar creencias personales para controlar las decisiones reproductivas de otros no es una justificación válida para realizar prohibiciones legales amplias. Este tipo de imposición moral refleja un patrón preocupante de utilizar la ideología para gobernar la autonomía corporal, y perjudica de forma desproporcionada a personas que simplemente intentan formar una familia de la manera que pueden.

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“La subrogación no fue explotación, fue un regalo. Una decisión tomada con amor y esperanza, no debería ser penalizada en ningún lugar del mundo. Necesitamos proteger, no prohibir”

¿Hay algo que le preocupe especialmente en este sentido?

Reconozco que en algunos casos la subrogación, especialmente en regiones afectadas por la pobreza, se ha convertido en algo mercantilizado y explotador. La aparición de lo que se ha llamado “granjas de gestantes” es profundamente preocupante y debe abordarse con consecuencias legales serias.

¿Qué supone esto para las mujeres?

Estas prácticas despojan a las mujeres de su autonomía y dignidad, reduciéndolas a simples vehículos dentro de una cadena comercial. Esta clase de explotación es precisamente lo que ha contribuido a que la subrogación tenga una reputación negativa en ciertas partes del mundo.

El debate sobre la gestación subrogada es cada vez más intenso ¿Qué cree que debería hacerse al respecto?

La solución no es prohibir toda subrogación, sino regularla de manera ética y transparente. Los marcos legales deben garantizar que la subrogación sea voluntaria, informada, segura y justa para todas las partes involucradas. Deberíamos trabajar hacia sistemas que empoderen a las gestantes, protejan contra el abuso y reconozcan la legitimidad de todas las familias, independientemente de cómo se formen.

¿Qué le diría a quienes afirman que la gestación subrogada es siempre una forma de explotación?

Para mí, la subrogación no fue explotación, fue un regalo. Una decisión tomada con amor, con intención y con la esperanza de ayudar a alguien a formar una familia. Por eso me resulta tan difícil aceptar que algo tan poderoso y personal esté prohibido o penalizado en algunos lugares; no debería ser así. Lo que necesitamos son protecciones contra la explotación, no leyes que borren la dignidad y la belleza de lo que la subrogación puede ser en realidad.

Como enfermera, ¿piensa a menudo en la relación que existe entre dar vida y salvar vidas?

Ambas cosas nacen del mismo lugar: una profunda creencia en el valor de la vida, en la compasión y en estar presente para los demás en sus momentos más vulnerables.