Euskadi se llena de canas y el invierno demográfico parece casi una glaciación. De hecho, los vascos autóctonos son los ciudadanos del Estado que más han envejecido, y su edad media ha crecido 23 años en apenas medio siglo, pasando de 29,2 años en 1977 a 51,9 en 2025. Las razones de esta Euskadi vaciada es que la natalidad cae en picado, la población vasca envejece y el nivel de reemplazo demográfico –con una tasa de natalidad de 1,24– se aleja de los míticos 2,1 hijos necesarios para que los habitantes se mantengan, sin disminuir su volumen.

Así lo advierte el Observatorio Demográfico CEU-CEFAS, un organismo de marcado sesgo conservador dirigido por Joaquín Leguina, que proyecta un sombrío futuro si no repunta de forma sustancial el número de nacimientos. Por eso, alerta de la “desertificación humana” autóctona por el desplome de la fecundidad, agravado por el “éxodo vasco”, y una creciente sustitución demográfica por inmigrantes extranjeros.

Por ello se hace siempre hincapié en la población autóctona, resaltando que desde 1990, la población vasca registrado 140.000 muertes más que nacimientos, y en 2023 hubo 2,4 muertes por cada nacimiento, frente al 1,7 del promedio estatal.

El documento titulado 'Demografía vasca: de Euskal Herría a Euskal Erial,' presenta una radiografía con datos que apuntan hacia una natalidad colapsada, una población muy envejecida, una fuerte emigración sostenida de población autóctona desde la Transición en especial, en los llamados “años de plomo” y un reemplazo demográfico por inmigración extranjera.

Consideraciones de un documento que parece ningunear la aportación extranjera ya que incide siempre en los vascos sin raíces inmigrantes. Tampoco conviene olvidar que su coordinador Alejandro Macarrón, ha llegado a hablar de la “autodestrucción de España por la falta de niños”.

Según el informe de este organismo, desde la Transición hasta la actualidad, de la CAV han salido en números netos a unas 180.000 personas nacidas en el Estado español. A ello se suma el desplome de la fecundidad (número de hijos por mujer), el mayor de España hasta el año 2000, que ha reducido a mínimos históricos la llegada de nuevas generaciones. En 2024, el número de nacimientos de madres nativas en Bizkaia fue un 81% inferior al registrado en 1976. En el conjunto de la CAV, el retroceso fue del 79%.

La consecuencia más visible es el intenso envejecimiento social. La edad mediana de la población vasca de origen español –la que divide en dos mitades de igual tamaño a esa población– ha pasado de 29,2 años en enero de 1977 a 51,9 en enero de 2025, el mayor incremento entre todas las comunidades en los últimos 48 años. La pirámide de población se ha invertido por completo; hay cada vez más personas mayores y menos niños. Y la dinámica se agrava cada año: en 2023, hubo 2,4 muertes de personas nacidas en España y residentes en el País Vasco por cada nacimiento de madre nacida en el Estado, una proporción que en algunas localidades superó incluso el cuatro a uno. Este hundimiento demográfico se refleja especialmente en municipios muy representativos como Eibar, Sestao, Errenteria o Arrasate, que fueron auténticas locomotoras industriales y sociales en el siglo XX, y que han visto evaporarse entre un 25% y un 40% de su población española nativa desde 1981.

La inmigración, el motor

Según explica Alejandro Macarrón, responsable de Estudios y Análisis Social del CEU-CEFAS, “lo que observamos en el País Vasco es que, si no aumenta la natalidad y deja de irse población nacional, y siguen llegando inmigrantes en masa, estamos ante una comunidad que se encamina hacia la desaparición de su población originaria, que va siendo sustituida por población de origen extranjero”.

Frente a este panorama, la inmigración se ha convertido en el motor del sostenimiento de la población. A comienzos de 2025, el 14,1% de los habitantes del País Vasco eran nacidos en el extranjero.