Se abre una brecha en la comunidad de ex clarisas de Belorado (Burgos) con el abandono de Teresa Roca (Sor Paz) y del supuesto obispo brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro Da Silva, que era el encargado de la asistencia religiosa de las mujeres que ocupan el convento.

Según publica la revista Vida Nueva, en una información recogida por Europa Press, "las desavenencias entre sor Paz, la ex vicaria de la comunidad, y la ex abadesa, sor Isabel de la Trinidad, estarían detrás de esta decisión".  Teresa Roca abandonaba el convento hace ahora un mes, pero se ha conocido ahora la salida de la exreligiosa.

Era una de las mujeres más importantes del convento y antes del cisma era la vicaria general, la número dos después de la abadesa y a quien le hubiera tocado, probablemente, la tarea de ser abadesa tras el fin del ciclo de la que lo fue Sor Isabel, o ya en la vida civil Laura García de Viedma.

Fue una de las denunciantes, con Susana Mateo (Sor Sión) y García de Viedma, que acudió a los Juzgados de Burgos a interponer una demanda contra el arzobispo de Burgos, monseñor Mario Iceta, a la par comisario pontificio de la causa abierta por el Vaticano contra las ex monjas.

Desde el Arzobispado de Burgos y desde la propia Comisión Pontificia se está a la espera de contactar con la exmonja que ha abandonado el convento. Como ya indicó monseñor Iceta en varias ocasiones, la Iglesia le tiende la mano para regresar a su lugar y restañar las posibles heridas.   

SEGUNDA DESERCIÓN

Con la de Teresa Roca el convento vive la segunda deserción, al margen de otras cinco religiosas clarisas que no han sido excomulgadas. Primero fue Sor Amparo la que, no conforme con lo que Laura García de Viedma proponía, abandonó en las primeras horas de declarar su separación de la Iglesia por parte de sus compañeras.

Ahora llega la segunda salida por desavenencias en aspectos personales, doctrinales y de procedimiento con el resto de las cismáticas.

A la salida de la exreligiosa se une la del supuesto obispo brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, que una vez ha visto el panorama poco alentador y el futuro incierto de la comunidad a la que asesoraba, ha decidido abandonar.

A todo ello se unen otras dos circunstancias más que dejan en clara desventaja a las ex religiosas. Por un lado, la imposibilidad, manifestada por el Ministerio del Interior, de convertir una congregación religiosa en asociación civil, lo que las deja al margen de la ley.

Y por otra, la negativa de la mayor parte de las exmonjas a pasar una entrevista con los asistentes sociales de Belorado de cara a evaluar su situación de vulnerabilidad. Ante la negativa, los servicios sociales entienden que no están afectadas por ninguna vulnerabilidad y así han informado al Arzobispado.