El Consejo de Gobierno de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) convocará en septiembre las elecciones al Rectorado, en las Eva Ferreira (Barakaldo, 1963) aspira a reeditar el cargo. Por primera vez en 16 años, los comicios tendrán una propuesta alternativa liderada por el catedrático en Filosofía del Derecho, Joxerramon Bengoetxea (Irun, 1963). De maneras pausadas y discurso sereno, Bengoetxea es la cara amable de una candidatura que pretende cambiar “aunque sea solo unos grados” la dirección de la universidad para dar cabida, dice, a una gestión y unas formas de hacer más cooperativas. Aunque faltan varios meses para el inicio de la campaña, Bengoetxea tiene claro que uno de sus objetivos será garantizar unas condiciones “dignas” para todos los colectivos. También trabajará para que haya un reparto más equitativo de la investigación y una buena rotación en la docencia para que la mayor parte de la carga “no recaiga en los que entran nuevos para que los senior puedan hacer investigación”. En resumen, que los profesionales no tarden 40 años en consolidar sus carreras.

La primera cuestión resulta obligada. ¿Cómo y por qué se presenta a las elecciones al Rectorado de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)?

—Han confluido varias dinámicas, una es más personal y otra más colectiva. En mi trayectoria profesional, creo que he llegado a un punto en el que he consolidado mi carrera. Ha coincidido que, en un momento de transición entre la culminación de unos proyectos de investigación y el inicio de otros, un grupo de compañeros me proponen la posibilidad de encabezar una candidatura. Y, en lo personal, llevada dos o tres años en los que no me sentía plenamente identificado con la universidad.

¿Por qué?

Son razones un poco intangibles, difíciles de concretar, pero tengo la sensación de que hay cierta burocratización en la gestión de la universidad, una tendencia a perpetuar unos puestos en la gestión, cuando yo lo entiendo como algo mucho más cercano a la enseñanza, a la investigación y a la transferencia. La gestión debe ser algo más cercano al día a día del quehacer universitario y me da la impresión que se ha caído en la rutina y en la burocracia. Y, bueno, creo que igual se pueden hacer las cosas de otra forma.

¿Qué cambiaría si llegase a rector?

Seguramente, lo primero que haría sería un análisis de la situación. Quiero comprender bien en qué en punto se está porque, a veces, desde dentro no se confirman las percepciones que se tiene desde fuera de las cosas. En ese sentido, quiero saber dónde están los problemas e intentarlos solucionar con una metodología más de abajo a arriba. Esa es un poco la idea y el espíritu que quiero llevar al Rectorado si consigo ganar las elecciones: ir recabando opiniones, sensaciones y críticas de todos los colectivos de la universidad –profesorado, estudiantes, PTGAS – y ver qué es posible solucionar y qué no, pero desde una buena composición de lugar. Son seis años de mandato, y en ese primer año me gustaría comprender bien qué parte de la maquinaria hay que reorientar. Eso llevará un tiempo, y después la idea es poder reorientar, aunque sea solo unos grados, la dirección de la universidad. Y mientras tanto, me gustaría imprimir un estilo más cercano al quehacer universitario por parte del equipo rectoral. Yo creo que ese sería el cambio fundamental.

“En lo personal, llevaba tres años en los que no me sentía plenamente identificado con la universidad”

Tras hacer ese diagnóstico reposado, ¿cuál es el primer problema al que metería mano?

Hay problemas urgentes y cambios que son necesarios. Lo urgente es garantizar unas condiciones dignas para todos los colectivos que trabajan en la universidad. Otro problema es lo tarde que se consolidan las carreras universitaria. Cuando empecé como profesor a principios de los noventa, conseguíamos la consolidación en treinta años y ahora se tarda cuarenta años. También hay que asegurar que todos los colectivos se sientan respetados y partícipes de lo que les atañe y se sientan involucrados de esta filosofía cooperativa en la que creemos.

¿La solución a la precariedad del profesorado sustituto, que cobra menos de 1.000 euros, está en manos de la UPV/EHU?

Este es uno de los problemas que tendremos que analizar muy en profundidad. Se están barajando varias posibilidades, como la interpretación del artículo de la LOSU que impide la contratación de estas personas a tiempo completo. Creo que cabría una interpretación legal que de cobertura a la sustitución a tiempo completo. Por otra parte, quizás, habría que optar por ofertar nuevas plazas de profesor doctor ayudante. Yo creo que la nueva figura del PDA puede suplir a este personal. Pero además de los sustitutos, también hay otros colectivos dentro de la universidad que tienen que mejorar sus condiciones salariales.

“La gestión debe ser más cercana al día a día del quehacer universitario, pero ha caído en la rutina”

En una escala de uno a diez, ¿qué nota le pone a la UPV/EHU?

El estado de salud de la UPV/EHU, como una institución que funciona mejor que otras, diría que en algunos aspectos está muy cerca del ocho y en otros cerca del cinco, siendo generosos. Por ejemplo, en calidad de docencia tenemos margen de mejora y en investigación se están haciendo bien las cosas. Creo que se tiene que valorar más la docencia, hay que darle mayor consideración y prestigio porque, al final, una de las funciones de la universidad es ofrecer la mejor formación a los estudiantes que confían en la UPV/EHU.

Quizás ese ‘desprestigio’ al que alude sea consecuencia del cambio de cultura que ha experimentado una universidad en la que hace 25 años se investigaba poco y que ahora es reconocida por su labor investigadora.

Posiblemente todos, un poco, hemos sido responsables de este proceso. Es posible que se haya valorado más la investigación porque durante un tiempo quizá no se investigaba tanto y eso haya llevado a que la investigación tenga suma importancia en las acreditaciones, lo que mejora de las condiciones. Tengo la sensación de que esto ha ido en detrimento de la enseñanza, cuando la docencia es fundamental porque las y los investigadores del futuro vienen de una docencia de calidad. Hay que mimar la docencia, hay que asegurar que tenemos un docencia de máxima calidad en la que los y las estudiantes se impliquen a tope y sean exigentes, que no sean tan pasivos. Además, hay que ser más equitativos en el reparto de la docencia para que no recaiga, fundamentalmente, sobre las personas que entran en la UPV/EHU, de forma que el profesorado joven también pueda desarrollar su carrera y consolidarla antes.

“Además de los sustitutos, hay otros colectivos que tienen que mejorar sus condiciones salariales”

Habla de espíritu cooperativo frente a gestión vertical. Sinceramente, eso suena genial. Pero convendrá conmigo que la Universidad es una de las instituciones más complejas que existen. Es un buque gigante que se mueve muy lento porque está lastrado por leyes estatales que lo determinan todo, desde la tasa de reposición a cómo se compra un mechero Bunsen. En el caso de la UPV/EHU, además, depende de la financiación del Gobierno vasco y de la normativa que se aprueba en el Parlamento Vasco. Y a toda esta maraña legislativa y burocrática se añade el propio reglamento interno de la UPV/EHU. Entonces, ¿cómo pretende canalizar ese espíritu cooperativo sin prevaricar?

Evidentemente, prevaricar no entra en el esquema.

Lo sé, pero ha entendido el sentido de la pregunta.

Sí, ¿cómo trabajar de forma cooperativa respetando la legalidad? Hay que explorar a fondo el margen de maniobra que deja el marco normativo actual. Y, mientras tanto, se hablará con las instancias que sea necesario para intentar conseguir modificar ese marco allí donde veamos claramente que la burocracia es un obstáculo para gestionar el conocimiento. Esa burocracia, a veces, viene de norma; pero, a veces, viene de una inercia administrativa, de un modelo de gobernanza y de la actitud de las personas que siempre hemos hecho las cosas de una manera y nos cuesta cambiar.

¿Entonces?

Hay cosas que sí dependen del talante de cada uno de nosotros, de generar un ambiente donde, a pesar de todo ese marco reglamentario, trasmitamos una sensación de que compartimos un proyecto, de que queremos lo mejor para la universidad pública y para todos los colectivos, de que no vamos en contra de nadie, de que hay que repartir bien y equitativamente los encargos docentes, las oportunidades de investigar, etc. 

“Hay que dar más prestigio a la docencia, valorizarla, incluso convertirla en un complemento retributivo”

Después de 16 años, por fin, la comunidad universitaria tiene la posibilidad de contrastar al menos dos propuestas diferentes para la UPV/EHU.

Por fin, por fin. El contraste de propuestas siempre ha sido necesario aunque los últimos años, por distintos motivos, ha habido una candidatura única. Posiblemente se concebía como parte de una trayectoria, de un hilo, pero ha llegado el momento de contrastar. Una universidad, como Euskal Herriko Unibertsitatea, no puede permitirse no debatir sobre los modelos de universidad que queremos, sobre el modelo de gestión, dónde queremos llevarla entre todos, qué lugar debe ocupar en nuestra sociedad, cómo debe responder a las necesidades tecnológicas, científicas, del tejido productivo o del conocimiento en el sentido más amplio sin fines productivos. En definitiva, qué queremos hacer con esta universidad fantástica que tiene un potencial tan bueno. Eso hay que contrastarlo, y de los distintos modelos que se propongan seguro que sale algo mejor para todos, gane, quien gane.

¿Y qué le sugiere a usted que en 16 años nadie haya asumido la responsabilidad de presentar una alternativa cuando se presume que las personas que forman parte la UPV/EHU son la vanguardia intelectual, ética y académica del país?

Me está haciendo una pregunta de tesis.

Simplemente, le hago la pregunta al revés, porque ese silencio ha sido bastante ruidoso, la verdad.

Es una pregunta muy interesante, pero para responderla tendría que hacer un análisis sociológico para conocer cómo reaccionan los distintos sectores de esta universidad, cómo se sitúan, cómo se implican o no, hasta qué punto ha bajado la implicación no solo en el rectorado, sino en todas las instancias (decanatos, centros, direcciones, departamentos). Si nosotros creemos en la autonomía universitaria, como principio, tenemos que implicarnos en la gestión. Pero la gestión no es y no debe ser nuestra esencia. Nuestra esencia debe ser la docencia, la investigación y la transferencia, en algún sentido. Para nosotros dar ese salto a la gestión es como hacer un paréntesis en lo que es fundamental en nuestra carrera. Es una actividad en la que no hemos pensado, la gestión no forma parte de nuestra vocación, pero alguien tiene que gestionar si queremos autonomía. De lo contrario, llamamos a una consultora externa y que nos gestione. ¿Queremos eso o queremos gobernarnos a nosotros mismos? Por eso hay que implicarse, pero hay que saber explicarlo y comprender que para muchos este salto es hacer un sacrificio muy importante y para otros, en cambio, puede tener un atractivo. No es mi caso, solo quería intentar comunicar cómo veo yo la universidad y contrastarlo con todos los colectivos de abajo a arriba y comprobar si podemos tener algo distinto que ofrecer como modelo de gobierno, más participativo y más cooperativo.

“Hay que contrastar qué queremos hacer con esta universidad fantástica y un potencial tan bueno”

¿Qué opina de la labor de Eva Ferreira al frente del rectorado?

Evidentemente, la UPV/EHU está funcionando, nadie puede negarlo, y muchos de los problemas no son achacables a este o a anteriores rectorados. ¿Puede funcionar de otra forma? Creemos que sí, no vamos a decir que la universidad es un desastre porque todos, de alguna manera, seríamos responsables de ese desastre.

A nadie se le escapa en la UPV/EHU, al menos no a quienes peinan algunas canas, que las elecciones de otoño serán un duelo entre el ‘establishment’, entre un cuarto de siglo de continuidad, y un proyecto que promete cambio. Usted es catedrático, por tanto, también es ‘establishment’ porque que ha llegado ahí dentro de ese sistema que ahora pretende cambiar. ¿Qué palancas piensa activar para que ese proyecto de cambio, efectivamente, llegue a ilusionar?

Es verdad que yo tengo una carrera consolidada y eso me ha posibilitado dar este paso. No tengo, entre comillas, nada que perder. Si no gano, volveré a hacer lo que más me gusta, que es la docencia, la investigación y la transferencia. Por una parte, la metodología con la que queremos construir la universidad es más participativa, más cooperativa y de abajo a arriba. Todos tenemos que ser protagonistas del proyecto universitario, estudiantado, profesorado, investigadores y, por supuesto, el PTGAS. Lo que sí creo es que hay que dar muchas más oportunidades a las personas que entran, que son el futuro de nuestra universidad y a las que cuesta tanto tiempo consolidar su carrera. Hay que dar más prestigio a la docencia, valorizarla, incluso si pudiera ser, convertirla en un complemento retributivo de igual forma que se complementa la investigación. Hay que repartir bien la investigación y asegurarnos de que en docencia hay una buena rotación y que no todo recaiga en los que entran nuevos para que los senior puedan hacer investigación.

“Que los últimos rectores sigan una misma línea no quiere decir nada, yo estuve con Goirizelaia y Balluerka”

El nuevo Gobierno vasco ha creado una cartera de Ciencia, Universidades e Innovación. ¿Qué le parece la decisión?

Me parece una decisión muy positiva porque tiene una lógica muy clara y deseo la mejor de las suertes al actual consejero.

Efectivamente, al frente está Juan Ignacio Pérez Iglesias, exrector de la UPV/EHU y de cuyo equipo han formado parte los últimos rectores y la propia Eva Ferreira. ¿Qué le parece su designación?

No lo veo mal, en principio. La elección de un exrector de la UPV/EHU para ocupar esa cartera me parece muy centrada porque es el eje del sistema de ciencia, tecnología e innovación del país. Además, Iñako (Pérez Iglesias) tiene una larga trayectoria de investigación, ha dirigido la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU y tiene un bagaje acreditado en gestión, por lo que me parece una designación muy acertada. El hecho de que todos los últimos rectores hayan formado parte de una misma línea tampoco quiere decir nada porque en su momento yo también formé parte del equipo de Iñaki Goirizelaia y de Nekane Balluerka porque fui el encargado de dirigir doce años el ehuGune. Y en su momento, también tuve la oportunidad de formar parte del equipo de Iñako, pero en aquel momento no cuadraron las agendas. En la UPV/EHU tenemos que considerarnos un colectivo de colegas y de compañeros.

¿El factor Pérez Iglesias puede jugar algún papel en los comicios?

No, estoy seguro de que va a ser neutral y de que no va a inmiscuirse para nada. No creo que tenga ningún interés en hacerlo, por lo que le conozco personalmente. En ese sentido, estoy convencido de que estará contento de que haya contraste para la universidad porque la UPV/EHU es la que sale ganado e indirectamente toda la sociedad vasca.