Jose Mari Macías se jubiló hace ya algunos años y, desde que inició esta nueva etapa, se ha mantenido activo participando en proyectos ilusionantes como Abadiño Lagunkoia, que pretende hacer del municipio un lugar amigable para los mayores. Miembro de la Junta Directiva de Nagusiak, en la que imparte programas de formación, colabora también como miembro de la Junta Directiva de Euskofederpen (Federación de Personas Mayores que integra las asociaciones Las Cuatro Torres, Nagusiak y Agijupens) y en sus actividades como el acto que tendrá lugar el día 1 de octubre en Durango.
Durango acogerá el I Encuentro de Personas Mayores de Euskadi. ¿Cuál es el objetivo de la reunión?
-La razón de ser de este evento es el hacer ver a nuestra sociedad la realidad de que después de retirarnos de la vida laboral seguimos siendo un grupo activo, capaz de aportar mucho y al que la sociedad no puede dar la espalda ni encasillar en manidos estereotipos que distorsionan lo que de verdad somos. Y quiero añadir que ese grupo, como el resto de la sociedad, no es uniforme: somos diversos, plurales, con inquietudes e intereses variados, pero esenciales para enriquecer la realidad social en la que nos ha tocado vivir.
En este encuentro se hablará sobre la nueva longevidad. ¿Qué es?
-Hay muchas reflexiones y opiniones sobre el tema. Es difícil encontrar el término que nos define: ¿Somos mayores? ¿Debemos calificarnos como viejos? ¿La palabra anciano recoge nuestra identidad? ¿Habrá que recurrir a algún neologismo ingenioso?
Me gustaría destacar que el tiempo que nos resta es un tiempo de retiro laboral, pero no social. La primera premisa con la que hay que considerar la nueva longevidad es el hacerlo como una nueva oportunidad. Las personas mayores seguimos teniendo delante numerosas oportunidades y no las desaprovechamos. Da fe de ello nuestra participación en numerosas actividades de voluntariado, el importante número de los que continuamos nuestra formación, el peso que tiene la gente de nuestra edad en la economía de nuestros pueblos, la firmeza con la que venimos reivindicando pensiones dignas y atención adecuada en la sanidad, en los bancos, en todas las instituciones a las que nos tenemos que dirigir.
Instituciones como la OMS o el propio Gobierno de Euskadi fomentan en sus políticas el envejecimiento activo saludable. ¿Qué vías se utilizan desde Nagusiak o Euskofederpen?
-Nagusiak forma parte y es un agente activo del Consejo de Personas Mayores de Bizkaia, uno de cuyos lantaldes se ocupa de la difusión y apoyo a la puesta en marcha de los proyectos de amigabilidad que se llevan a cabo bajo el proyecto Bizkaia Territorio amigable para todas las edades. Euskofederpen, por su parte, está en los equipos de trabajo de proyectos como Helduak Zabaltzen, que pretende adaptar los centros a las necesidades de las personas mayores de la población mayor actual y la del futuro.
“Seguimos siendo un grupo activo, capaz de aportar mucho y al que la sociedad no puede dar la espalda ni encasillar”
En mi opinión, las verdaderas protagonistas de estas iniciativas deben ser las propias asociaciones en cada barrio o en cada pueblo. El papel de Nagusiak o de Euskofederpen en este aspecto debe ser más el de acompañar y ayudar con sus recursos pero la propia gente mayor de cada lugar debe ser la que empuje esos cambios y pida a las administraciones locales políticas que persigan este objetivo.
¿Qué necesidades específicas tiene este grupo tan importante de la población a nivel asistencial, social, económico…?
-Pienso, en primer lugar, que somos otro grupo social más, no diferente ni especial. Tenemos características que nos diferencian de otros grupos, pero los mayores de 65 somos un grupo heterogéneo. No obstante, me parece que la sociedad debe hacer un esfuerzo por ayudar a aquellas personas que tengan dificultades con los cambios que los usos sociales van introduciendo. Me explico: respetando y valorando mucho las ventajas sociales y de gestión de las tecnologías de la información, es necesario entender que muchas directivas de asociaciones se sienten desbordadas cuando se les exigen relaciones exclusivamente digitales con la administración. Tampoco me parece de recibo el paternalismo con el que se nos trata en ocasiones.
“Me molesta oír lo de ‘nuestros mayores’ porque yo no soy de nadie”
Me molesta oír lo de “nuestros mayores” porque yo no soy de nadie. Y no me reúno en el hogar del jubilado. Tengo mi propio hogar y me reúno en una asociación. Creo también, y la reciente pandemia lo puso en evidencia, que para muchas instituciones como las residencias, los mayores somos más objeto de negocio que sujeto de atención y de cuidado. Me gustaría ver más residencias públicas y bien gestionadas. Resulta evidente, por otra parte, que todavía hay pensiones que no dan para vivir dignamente. Estoy pensando sobre todo en la indigna reducción de la pensión que padecen las mujeres que enviudan. Estas pinceladas pueden ayudar a ver por dónde van nuestras necesidades.
Algunos mayores sienten que poco pueden esperar, que lo que tenían que hacer ya lo han hecho. ¿Cómo se vence esta situación?
-Respetando las sensaciones y los sentimientos personales, creo que ya he citado antes las nuevas oportunidades que se nos abren hoy en día. Afortunadamente en Euskadi no faltan oportunidades para abordar numerosos proyectos de todo tipo. Cada vez nos llegan más ofertas desde las diferentes administraciones, organizaciones de voluntariado, asociaciones… Y también detectamos pocas ganas de participar y de implicarse en muchos de esos proyectos. Decía Lloyd George que tener algo qué hacer y hallarse motivado por lo que se hace o se puede hacer, y sentir al propio tiempo que todavía es uno útil a los demás es algo de ‘reviviscencia’, algo que permite llenar el presente con esperanzas e ilusiones.
Más allá de los problemas de salud, ¿es la soledad el mayor enemigo?
-Seguramente sí. Pero apuntaría un matiz: el problema es la soledad no deseada. Hay gente que vive sola y no tiene ningún problema y se dan casos de gente que viviendo en familia se sienten solos. Esa soledad que no se desea es una fuente importante de problemas que debemos cuidar y hacer todo lo posible por evitar. El asociacionismo, el compartir ilusiones y proyectos puede ser una buena terapia para ese mal.
En primera persona
Sabina Altuna, Las Cuatro Torres (Araba)
Para mí es una satisfacción y orgullo formar parte del voluntariado de la Asociación de personas jubiladas, viudas y pensionistas “Las Cuatro Torres”. Es gratificante poder ayudar a estas personas “mayores” con las distintas actividades, viajes y excursiones que organizamos y que tienen como objetivo mejorar su situación, paliar su soledad y darles mayor visibilidad ante el conjunto de la Sociedad, dado que cada vez es más evidente su importancia como grupo activo y con iniciativas que fomentan, en la medida de lo posible, unas relaciones intergeneracionales positivas.
Maribi Andrinua, Nagusiak (Bizkaia)
Irakaskuntza munduan lan egin izan dut eta erronka nagusienetako bat euskarari bidea egitea izan da normalizatze bidean. Ondoren erretiroa hartzera heldu nintzen eta bizitzako etapa berri honetan ere gizarte honen partaide aktiboa izaten jarraitu gura dut, nire aletxoa emanda. Denbora berriari zentzu pertsonal berri bat eman egunerokotasunari lotuta. Beti ere, herri honen muina den euskararen berreskuratzea nire eguneroko harremanetan kontuan izanda. Baina, horrek ez dit kentzen beste hizkuntza batzuekiko interesa eta zerbait lantzen dut. Herriko zenbait elkartetan ere parte hartzen dut: Senda Belarra, Bizidun, Parrokia, Etorkinak, e.a.
Marimí Ugalde, Agijupens (Gipuzkoa)
Aunque ya he pasado más de ocho décadas y pico, sigo con ilusión de seguir entregando mi tiempo a la potenciación de nuestros Centros Sociales sea en talleres de memoria, “Euskadi Lagunkoia”, actividades varias. Seguiremos celebrando el Día Internacional de los Mayores con ilusión y la consciencia de nuestros retos.