Desde hace dos semanas, la fiesta en el bar La Bodega de Hernani no suena igual. A partir de las 22.00 horas, los decibelios ya no son un problema gracias a 200 auriculares inalámbricos que se reparten entre los clientes. Cada persona baila y disfruta de la música de forma individual, a su ritmo, seleccionando qué quiere escuchar entre tres géneros diferentes. Una alternativa al bullicio de la noche que ha sido “muy bien” acogida por los hernaniarras y visitantes.

Aunque las discotecas silenciosas llevan más de una década dando que hablar en capitales de todo el mundo, salir de fiesta con unos auriculares inalámbricos sigue siendo una rara avis para la mayor parte de la población. Aitzol Torrecillas, propietario de este bar, confiesa que jamás ha pisado uno de estos locales, pero, sin embargo, cuando desde el Ayuntamiento le obligaron a quitar la música a partir de las 22.00 horas en plenos carnavales, recurrió a ellos en busca de una solución.

“Llevamos mucho tiempo con problemas para poner música y el primer fin de semana que me dijeron que la tenía que quitar lo pasé muy mal. La primera noche no vino nadie, pero para la segunda le di mil vueltas y se me ocurrió lo de los cascos”, cuenta a este periódico. Así, buscó en Internet toda la información posible sobre estos lugares y no dudó en viajar ese mismo día hasta Valencia para hacerse con 200 de estos auriculares. Esa misma noche, el bar volvía a abrir con música, pero de una manera muy diferente. “No tuvimos tiempo para anunciarlo, así que nadie del pueblo sabía nada. Fue toda una sorpresa y la gente respondió muy bien. Es toda una experiencia”, relata. 

Aitzol Torrecillas, dueño del bar La Bodega de Hernani, con uno de los auriculares inalámbricos. Iker Azurmendi

Ahora, cada noche, en cuanto el reloj marca las 22.00 horas, la música deja de sonar y toda la clientela debe abandonar el local. Entonces, el equipo de bar reparte los cascos y vuelve a permitir el acceso, pero, esta vez, con la obligatoriedad de tener uno de estos dispositivos. De este modo, a través de ellos cada persona escucha la música de forma individual, pudiendo elegir entre tres playlist diferentes: techno, rock y reguetón. “No pueden saltar de canción, por lo que todos los que estén escuchando la misma lista oirán el mismo tema a la vez”, revela Torrecillas.

Para saber quién está escuchando qué, los auriculares cuentan con luces que se iluminan con el color asignado a su lista de reproducción. “Ver cómo reacciona la gente es toda una experiencia. Si te los quitas es como estar en el inframundo. No hay ruido ni gente hablando. Solo los movimientos en mitad del silencio”, apunta.

65 euros por penalización

La propuesta parece estar calando bien entre los hernaniarras y los visitantes y las previsiones del dueño del local es que el boca a boca haga que la asistencia sea todavía mayor este fin de semana, cuando puedan llegar nuevos curiosos deseosos de probar la experiencia.

Con tal demanda, existe también el riesgo de que comiencen a desaparecer los auriculares. Para evitarlos, es obligatorio devolver los aparatos antes de abandonar el local, de lo contrario se deberá pagar una penalización de 65 euros. “Los cascos valen una pasta, así que se ha puesto cartelería a la entrada en la que se avisa de que en caso de no devolverlos habrá que hacer el pago”, explica el propietario.

Por el momento, no ha habido ningún caso y el ruido ha disminuido considerablemente. A pesar de ello, los problemas no han terminado y todavía hay quienes se quejan del bullicio. “Pueden decir lo que quieran, pero la música ya no suena en el local”, zanja Torrecillas. A menos, claro, que te pongas unos cascos para bailar.