La Agenda Nagusi del Gobierno vasco se centrará este año en la lucha contra la discriminación por edad y sus consecuencias en la salud y la calidad de vida de las personas mayores.

La consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, ha presentado este jueves la nueva edición de esta agenda estratégica que se basará en un proceso participativo.

Con el lema "El brillo de mis ojos no tiene edad, no lo apagues", busca, entre otras cosas, llevar a cabo una reflexión "para reconocer, analizar y combatir los estereotipos, los prejuicios y la discriminación hacia las personas en función de su edad", en palabras de Artolazabal.

Ha recordado que el estudio "Condiciones de vida de las personas de 55 y más años en Euskadi" de 2020 ya "alertaba de que los estereotipos negativos sobre las personas mayores están muy extendidos en Euskadi", lo que provoca, a su vez, "actitudes negativas de las personas mayores hacia su propio proceso de envejecimiento".

Si bien esa forma de discriminación afecta de forma particular a las personas mayores, los jóvenes tampoco son ajenos a él. En Europa, según datos aportados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su "Informe mundial sobre el edadismo" (2021), la población joven afirma haber percibido más discriminación por cuestiones de edad que otros grupos sociales.

Por esta razón, diversas organizaciones juveniles vascas se incorporarán este año a los foros de contraste y reflexión compartida habilitados por Agenda Nagusi, para realizar una "reflexión conjunta respecto a cómo viven y conviven diferentes edades en un mismo tiempo y momento".

LUCHA CONTRA EL EDADISMO

Tras dedicar la edición de 2019 a las personas cuidadoras en el ámbito familiar, abordar en 2020 el problema de la soledad no deseada y reflexionar en 2021 sobre el modelo de atención a personas mayores en los centros residenciales, Agenda Nagusi afronta en esta cuarta edición el reto de combatir el "edadismo" en Euskadi.

El departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales ha recordado que el Informe mundial sobre el "edadismo" de hace un año de la Organización Mundial de la Salud sostiene que en Europa, única región del mundo de la que se dispone de datos, una de cada tres personas afirma haber sido objeto de esta discriminación, mientras que una de cada dos confiesa practicarla con las personas mayores.

Las consecuencias negativas de esta forma de discriminación se dejan sentir no solo en la salud, la calidad de vida y el bienestar de las personas, sino también en el conjunto de la sociedad, "que incurre en un gran coste económico y se enfrenta a dificultades añadidas a la hora de desarrollar medidas y políticas eficaces para un envejecimiento activo y saludable", ha explicado el Gobierno vasco.

En el caso de las personas mayores, se asocia con una menor esperanza de vida, una mayor vulnerabilidad física y mental, deterioro cognitivo, dificultades para expresar la propia sexualidad, inseguridad económica o riesgo de invisibilización y exclusión social, entre otros efectos adversos.