- La tragedia del naufragio en Terranova ha causado una gran consternación en el Puerto de Pasaia, donde recuerdan que los pescadores vascos llevan “cinco siglos” faenando en esas “difíciles” y gélidas aguas, en las que un tripulante a la deriva apenas podría sobrevivir “diez minutos”. Esta dársena guipuzcoana no olvida las tragedias que ha vivido a lo largo de su historia con naufragios como los del palangrero Carreira en 1996, que desapareció con diez tripulantes, y el del pesquero Marero en 1998, que fue engullido por la mar en la costa francesa con ocho pescadores a bordo.

Estas desgracias aceleraron el cambio legislativo en España que redujo de cinco años a tres meses el período que debe transcurrir para declarar oficialmente fallecidos a los desaparecidos en el mar y facilitar así los trámites a sus familiares.

José Ignacio Espel, quien fue presidente del Puerto de Pasaia, capitán de la Marina Mercante y capitán de Pesca recuerda su gran pesar por el hundimiento del pesquero gallego Villa de Pitanxo en Terranova, que ha dejado al menos nueve muertos y doce desaparecidos.

Espel recuerda que son aguas peligrosas en las que resulta “complicado pescar” porque “cuando no hay mala mar, hay niebla, hay hielo o temporales”. Recuerda que existe una “gran experiencia” acumulada para faenar en esta zona de Canadá, en la que los arrantzales vascos llevan “cinco siglos” pescando con medios “mucho más rudimentarios”.

Los barcos ahora están equipados con las últimas tecnologías, incorporan potentes radares y sistemas de comunicación y han sido construidos para “navegar entre hielo”, aunque hay accidentes que, “desgraciadamente, son inevitables”, agrega. Espel insiste en que habrá que esperar a la declaración del capitán del barco, que es uno de los tres supervivientes del naufragio, para poder determinar si el hundimiento se produjo por un “golpe de mar”, que pudo “escorar” y hacer volcar la embarcación. “Son aguas muy frías, lo habitual es que su temperatura oscile entre 1 y 3 grados”, comenta Espel, quien señala que en estas condiciones una persona puede sobrevivir unos “diez minutos”.