Aunque el uso compulsivo de las redes sociales y el móvil no están reconocidas como una adicción, el uso problemático de estas herramientas está generando nuevas realidades que psicólogos, terapeutas y el propio sistema público de salud observan cada vez con más preocupación. Las principales víctimas son jóvenes y adolescentes, los que mayor uso hace de los smartphones. Según los últimos estudios, uno de cada tres adolescentes vascos presenta un uso problemático de estas tecnologías. El problema es evidente.

“No existe como tal la adicción a Internet ni al móvil, ni a las redes sociales. Solo está reconocido el de videojuegos y en la categoría de juegos online y multijugador; ahora bien, yo te digo que no sé si hay mucha diferencia entre las redes sociales y un juego online multijugador, que tienen un componente emocional importante, las recompensas. Y las redes sociales son un juego online multijugador, con un marcador permanentemente visible, que son los seguidores y los likes”, asegura Jorge Flores, director de la organización Pantallas Amigas.

Existen tratamientos para las situaciones más preocupantes, detectadas a menudo en personas entre los 13 y los 25 años. Organizaciones vascas con amplia experiencia en el tratamiento de adicciones clásicas como el alcohol, las drogas o la ludopatía ya se han enfrentando a casos de estos, aunque reconocen que existe falta de especialización para tratarlos.

Los expertos aseguran que con ayuda sí se consiguen superar estos comportamientos adictivos, pero advierten de que en función de la gravedad los procesos pueden ser más largos y no están exentos de recaídas.

Y entre tanto, un informe recientemente elaborado por el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social pone el foco en la proliferación de “gurús de la autoayuda que ofrecen curas milagrosas para la adicción a la pantalla”. Desde teléfonos sin apenas funciones como el light phone, hasta paquetes de “desintoxicación digital” en hoteles de lujo por 200 euros al día o invitaciones para unirse a la corriente sabbath digital y pasar un día a la semana sin usar tecnología.

Ana Estévez, doctora en Psicología y profesora titular de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Deusto, es un referente en Euskadi en la investigación sobre los trastornos de juegos de azar y nuevas adicciones sin sustancia. Su primer mensaje es claro: “Las adicciones son una cosa muy complicada”.

“Es una creencia generalizada que en las adicciones comportamentales no existe una sustancia que cree dependencia, pero sí tienen sustancia, porque determinadas acciones activan en nuestro cerebro sustancias”, dice Estévez. Y esa sustancia a menudo es la dopamina, que refuerza la conducta compulsiva.

Los jóvenes, que usan de forma intensa sus smartphones para relacionarse, se acostumbran a revisarlos constantemente para detectar ese chute de dopamina que se libera al conectar con otras personas. ¿Pero son adictivos por sí mismos el móvil o las redes sociales?

Sí fue reconocida por la comunidad de Psiquiatría de EEUU (APA) en 2013 la adicción al juego de azar, al mismo nivel que el alcohol o la cocaína. Y posteriormente, recuerda Estévez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) “ha hecho lo propio con el trastorno de videojuegos”. ¿Pero son lo mismo las redes sociales? ¿Por qué no se consideran estas alteraciones como adicción comportamental?

Estévez es prudente. “En el caso de juego, la clave tiene que ver con el azar, que es muy adictivo y está demostrado. Por el contrario, todo lo que tiene que ver con redes sociales en Internet son usos problemáticos, que estamos intentando generar toda la evidencia científica posible para saber si son tan peligrosas como las otras adicciones que sí están reconocidas”.

Es pronto aún. “Tenemos muchas certezas”. Por un lado, que “el uso muy prolongado hace que sea más probable que se desarrollen conductas problemáticas”. Y “también está claro que están basadas en necesidades humanas básicas, sobre todo en jóvenes y adolescentes, como sentirnos queridos o relacionarnos con otros. El móvil y las redes sociales son solo el vehículo para relacionarme con lo otros y obtener likes”, afirma Estévez.

Pero no se considera una adicción “por el corpus teórico científico; no llevamos suficiente tiempo de investigación”, reconoce la profesora de Psicología de la Universidad de Deusto; Además, explica que “la adicción es un eximente, un atenuante y tiene muchos condicionantes: puede suponer una baja médica, tiene unas consecuencias muy importantes a muchos niveles, en políticas sociales incluso, pero eso no impide pensar que podemos hacer un uso problemático de la tecnología y que interfiera en nuestra vida y por tanto necesitemos tratamientos para ello”, asegura la doctora en Psicología.

“Un joven que no duerme, el fracaso escolar, la agresividad, el gastar dinero en redes sociales, cuando mientes o estás muy nervioso sin el móvil... La psicología sí tiene tratamientos eficaces y efectivos para esas personas”, insiste. En este caso, asegura Estévez, lo importante no es que la persona no vuelva a consumir, como puede suceder con el alcohol o la drogas, sino aprender a hacerlo de forma segura y adecuada.

De hecho, estas tecnologías son, en opinión de esta experta, una “herramienta indispensable que no hay que criminalizar, porque nos hace la vida más fácil y durante la pandemia nos ha liberado de esa carga de soledad. No hay que demonizarla, pero hay que educar a la población y a los niños al uso adecuado de la tecnología y de todo. A poner límites, a cuidarse y decir que no y desarrollar habilidades emocionales para afrontar la vida, el estrés, los conflictos y tener un sentido crítico”, concluye Ana Estévez.

Jorge Flores, el director de Pantallas Amigas, asegura que “particularmente no tengo ninguna duda de que las redes sociales son como un juego online multijugador, con los mismos estímulos y los mismos riesgos, con todo su potencial adictivo”.

El día a día no engaña desde que en 2004 puso en marcha esta organización con el objetivo de promover el uso seguro y saludable de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en la infancia y la adolescencia. “La experiencia que tenemos es que a veces nos buscan padres o madres por Internet y nos cuentan su historia. Otras veces nos llaman por teléfono porque nos han visto en una entrevista, como un padre el otro día, que su hijo se tira todo el día con el móvil y con series de televisión; es una situación bastante común. Y muchas otras veces nos derivan de centros educativos, porque a menudo el abuso va relacionado con una falta de rendimiento escolar y el punto de conexión es el colegio”.

Por otro lado, Flores asegura que detrás de este tipo de trastorno hay una comorbilidad que puede hacer que esa persona abuse de otra cosa. Matxalen Abasolo, psicóloga de la Unidad de Prevención de Adicciones de Pantallas Amigas, va más allá y ofrece un patrón, un perfil de las personas más proclives a estos trastornos. “Los chicos tienen por lo general más problemas enganche a los videojuegos, mientras que las chicas son más adictas a las redes sociales y teléfonos móviles”, afirma.

Un 16% dice ser adicto al móvil en el Estado. El Informe Mobile en España 2020 de Ditrendia refleja que 7,6 millones de personas, más de un 16%, se consideran “adictos” a sus dispositivos. Y hasta el 61% de los encuestados asegura que “mirar el teléfono es lo primero y lo último” que hace cada día. Otros 3,7 millones aseguran que “no pueden pasar más de una hora sin consultarlo”. Y es un hecho que durante los últimos 5 años, Google Trends indica que las búsquedas de “adicción a los teléfonos móviles” han aumentado de forma considerable.

Máximo uso en la adolescencia. El uso de smartphones alcanza su punto máximo durante la adolescencia y disminuye gradualmente a partir de entonces. El uso excesivo de smartphones entre adolescentes es tan común que el 33% de los jóvenes de 13 años nunca apagan su teléfono, ni de noche. Y cuanto más joven un adolescente adquiere un teléfono, es más probable que desarrolle patrones de uso problemáticos.

3 horas y 27 minutos al móvil. Según el informe Mobile, de media en cada hogar español hay 5 dispositivos conectados. España es el país europeo donde más tiempo se dedica al móvil: 3 horas y 27 minutos al día. De este tiempo, 24,4 minutos a las aplicaciones de comunicación y otros 24 a acceder a las redes sociales. El resto del tiempo lo dedicamos a jugar o acceder a actividades de streaming. Uno de los principales cambios en nuestros hábitos de consumo móvil, de hecho, ha sido el crecimiento exponencial del uso de los servicios de video y TV por streaming, liderado por los usuarios de la generación Z, nacidos entre 1994 y 2010.

Generación Z. Cada año dedicamos más tiempo a las redes sociales: los miembros de la Generación Z le dedican 1 hora 45 minutos diarios mientras que los mayores de 34 le dedican 59 minutos al día.

Instagram reina. Instagram reina entre los más jóvenes y Facebook capta el mayor número de los mayores de 34 años.

La era TikTok. TikTok también crece y se posiciona entre las 5 redes más utilizadas por los españoles, por encima de Twitter.

92%

El 92,6% del total de los internautas accede a la red desde su móvil, dedicándole una media de 3 horas y 39 minutos al día.

“Intentamos generar evidencia científica para ver si es tan peligroso como las adicciones ya reconocidas”

“La psicología sí tiene tratamientos eficaces y efectivos para las personas con problemas”

Doctora en Psicología. Univ. de Deusto

“No tengo duda de que las redes sociales tienen el mismo potencial adictivo que un juego ‘online”

“El otro día nos llamó un padre: su hijo se tira todo el día con el móvil y con series de TV; muy común”

Director de Pantallas Amigas

“Los recursos deberían ser más accesibles y gratuitos; no existe un itinerario claro”

“A veces vemos que la adicción es consecuencia de otras problemáticas subyacentes, y viceversa”

Terapeuta de adictos a las TIC