- El 24 % de los estudiantes españoles toman clases particulares, un bien que se está convirtiendo de primera necesidad y que ha triplicado su volumen económico en los últimos años, según un estudio difundido hoy jueves, que refleja que los hogares ricos gastan hasta cinco veces más que los más pobres. Educación en la Sombra, elaborado por Juan Manuel Moreno, analista de investigación del Centro de Políticas Económicas (EsadeEcPol), estudia por primera vez el peso del mercado de las clases particulares en España a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF).
Dicho análisis destaca que pese al crecimiento sostenido a lo largo del período estudiado (2006- 2020), el 23% de los hogares (y un 24% de los estudiantes) consume clases particulares en España, cifras relativamente bajas en relación con los países asiáticos y aun con los europeos.
En nuestro país el impacto de este servicio sobre la equidad educativa es, como en todas partes, negativo -los hogares ricos gastan hasta cinco veces más que los más pobres-, si bien las familias de ingreso medio y bajo están aumentando el porcentaje de sus presupuestos dedicados a ella.
El gasto en clases particulares -centradas en recuperar y reforzar más que en perfeccionar y ampliar- no es en España un fenómeno predominantemente urbano, sino que crece con más fuerza en pequeños municipios y zonas rurales. Su volumen ha crecido con independencia del contexto económico: se triplicó entre 2006 (246 millones de euros) y 2017 (732 millones de euros), coincidiendo con la gran recesión. La demanda se estaría convirtiendo, de facto, lo que era un bien de lujo en un bien de primera necesidad, añade el documento. Por otro lado, en 2020, el confinamiento y sus consecuencias inmediatas en España afectaron mucho más al gasto en clases particulares de los hogares ricos que al de los de menor gasto.
Según el estudio de este think tank de la Escuela de Negocios Esade, un excesivo crecimiento de este tipo de servicios podría traducirse en incentivos para reducir la financiación pública en la educación formal, lo que, a su vez consolidaría las desigualdades crecientes.
“Aumentar la confianza pública en las escuelas será la vía para evitar que la Educación en la Sombra se imponga como norma social. Esto requiere políticas educativas de gran calado, sobre todo en materia de evaluación, exámenes externos, certificación del aprendizaje, orientación personal y profesional y multiplicación de itinerarios educativos que transformen la escolarización en una carrera donde todos puedan ganar”.
Entre las razones que explican la demanda de las familias figuran la percepción creciente de que la calidad de las escuelas ha bajado y que hay que compensar y que existe una mayor competencia por entrar a las instituciones de educación superior de élite, consecuencia de la universalización de la educación secundaria.
Gasto familiar. Aunque cabía esperar una caída generalizada del gasto en clases particulares durante el confinamiento, primero por la obvia reducción de la oferta y segundo por la reducción de la demanda ante la crisis económica y el clima de incertidumbre (que rebajaron el gasto en general e incrementaron el ahorro de los hogares), el gasto de los hogares más pobres “se ve afectado mínimamente” frente a las familias en mejor posición económica donde aumentó sensiblemente.