Parece ciencia ficción pero es una realidad. El primer exoesqueleto para ayudar a caminar a niños y niñas con enfermedades neurológicas puede llegar a hospitales y clínicas en breve. "Se trata del primer robot pediátrico del mundo y se ha acreditado su efectividad clínica a nivel neuromuscular y psicológico en patologías tan diferentes como la atrofia muscular espinal y la parálisis cerebral infantil", destacan desde Marsi Bionics, la firma, filial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que ha iniciado su comercialización internacional.
De hecho, podría estar presente próximamente en Euskadi ya que en el desarrollo del dispositivo y en los ensayos clínicos se ha trabajado estrechamente con el Hospital Aita Menni de Bilbao, especializado en daño cerebral y que dispone de una unidad muy potente de Neurorehabilitación infantil.
La ingeniera e investigadora del CSIC, Elena García Armada, que recibió recientemente el premio Ada Byron de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Deusto, es la artífice de este robot y del diseño de este primer exoesqueleto infantil del mundo, una solución tecnológica que sirve de aliado a los pequeños con discapacidades motoras y supone un rayo de esperanza para miles de familias.
"No solo hablamos del hito de ser pioneros en la aplicación de la tecnología robótica a los niños, sino que nuestro éxito radica en que vamos a ser útiles y vamos a ayudar a tener una vida mejor para 17 millones de niños en el mundo. Porque facilita la movilidad de los pequeños y puede contribuir a mejorar muchísimo su calidad de vida", destaca Elena García Armada.
Atlas 2030
Este armazón robótico futurista, bautizado como Atlas 2030, no es ningún Terminator. Es el mejor amigo para estos txikis campeones que luchan por poder superar lentamente todas sus dificultades y lo hacen con la felicidad como bandera. La estructura pesa 12 kilos y está fabricada en aluminio y titanio. Sus articulaciones imitan el funcionamiento de los músculos humanos y proporcionan a los pacientes la fuerza que necesitan para mantenerse en pie y moverse en cualquier dirección. Se trata de una terapia robótica que puede acompañar a estos niños con discapacidades en su recuperación. Y miles de ellos podrían beneficiarse de todas las mejoras que conlleva.
El primer centro en disponer de este exoesqueleto es la Fundación Nipace, referencia nacional en el tratamiento de niños con parálisis cerebral infantil. Ha sido el primer centro del mundo en adquirirlo para poder tratar a los más de 300 chavales que reciben terapia en sus instalaciones de Guadalajara.
Ocho años de desarrollo
Dejar los laboratorios y pasar a pie de calle, no ha sido tarea fácil. "A lo largo de los ocho años que ha durado el desarrollo de este dispositivo, se han realizado multitud de ensayos clínicos en hospitales de referencia con diversos niños y diversas patologías para evaluar la eficacia clínica, la seguridad, etc... Pero los ensayos han venido a demostrar que los beneficios tanto físico como psicológicos son impresionantes. Están por encima de nuestras expectativas", explican desde Marsi Bionics.
De hecho, este robot ha demostrado que su uso intensivo puede retrasar todas las complicaciones musculo-esqueléticas asociadas a la atrofia muscular espinal y la parálisis cerebral. La atrofia muscular espinal es una enfermedad rara y con una incidencia baja, -afecta a uno de cada 10.000 bebés-, mientras que la parálisis cerebral es una de las causas más habituales de discapacidad y la más frecuente en los niños. Esta dolencia afecta a las habilidades motoras, al movimiento y a la postura del individuo.
"El exoesqueleto es un dispositivo que se acopla al cuerpo de cada niño y, gracias a la inteligencia artificial, logra interpretar la intención de movimiento al caminar y le aporta la fuerza y la estabilidad necesaria para conseguirlo. Con ello, los niños pueden mejorar su condición física y psicológica. A nivel físico, trabaja la espasticidad, esa rigidez y tensión muscular propia de la parálisis muscular. En el caso de la atrofia muscular espinal el trabajo físico es al contrario: reforzando la fuerza muscular", destacan fuentes de Marsi Bionics. "Además de todas las ventajas que tiene el hecho de caminar a nivel circulatorio, respiratorio e incluso gastrointestinal, el exoesqueleto genera un importante beneficio a nivel psicológico al poner a cada niño a realizar actividades cotidianas y propias de su edad que antes les eran impensables", subraya.
Porque el objetivo es que todos los niños con afectación de la marcha puedan sentir esa sensación, que puedan tener una mejor calidad de vida. "Tenemos que lograr que ninguna familia se pierda esto", indica García Armada.
Autorización
Después de muchísimo trabajo, el robot está listo para ser comercializado y generalizar su uso en hospitales y clínicas de rehabilitación. "Esperamos que a lo largo de 2022 podamos estar presentes en todas las comunidades autónomas", confían desde la filial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Y es que ahora ya tiene luz verde. "Todo producto sanitario necesita la homologación por parte de la Agencia del Medicamento. En nuestro caso, después de muchos ensayos clínicos, el marcado CE se recibió en mayo de este año y lo presentamos junto con el Ministro de Ciencia y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)".
El éxito clínico del exoesqueleto radica en que sus diez articulaciones tienen la capacidad de interpretar la intención del movimiento del paciente de una forma no invasiva y de esa manera responder a esa intención en cada paso, aunque también puede trabajar de manera "pasiva" y generar un patrón de marcha específico para cada paciente.
Sus ventajas son innegables y según la experiencia acumulada por la Fundación Nipace de Guadalajara, "caminar tiene beneficios fisiológicos y funcionales y para este propósito, la rehabilitación centrada en el entrenamiento de la marcha asistida por robot ha demostrado mejorar su movilidad y se usa cada vez más en la neurorrehabilitación pediátrica para complementar la fisioterapia convencional".