Casi un millón de niños y adolescentes se han infectado de Sars-CoV-2, un virus que, aunque este verano se está regodeando con ellos, les sigue tratando de forma más benevolente: menos del 1% ha sido hospitalizado y un 0,05% ha acabado en la UCI, con una letalidad que roza el 0,005%. Son algunas de las cifras que deja año y medio de pandemia entre los más jóvenes que, pese a acusar menos sus estragos, también padecen alguno de los más indeseados como es la covid persistente.
Por eso y porque si ellos no están protegidos, no lo estarán los demás, deben vacunarse: en un momento en el que la meta del 70% de la población vacunada se ha revelado insuficiente, si no se vacuna a los adolescentes “no llegaremos al control funcional de la pandemia”. Así lo recalca el coordinador del Grupo de Trabajo de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para la Reapertura de la Escolarización, Quique Bassat, quien apunta a otro de los hechos constatados en estos 18 meses: la escuela ha sido el lugar más seguro y, aunque no era lo deseable, tendrán que empezar el curso con las mismas medidas de seguridad con las que lo dejaron, estén vacunados o no. “Cuando les enmarcas en unas medidas bien establecidas que se les obliga a seguir en la escuela o en la universidad, la transmisión es relativamente baja, y eso es lo que ha sucedido en el año escolar”.
Pero cuando “acaba esta supervisión de medidas de prevención y los sueltas en viajes escolares, vacaciones, colonias, campamentos, en los que no hay un gran control, la transmisión se desmadra”. Que es lo que ha pasado desde finales de junio y lo mismo que ocurrió durante las navidades.
El número de contagios ha sido la principal diferencia con otras olas, “no porque el virus sea peor en esta edad o diferente, sino porque los únicos susceptibles que ha encontrado el virus son los más jóvenes. Simplemente son los que estaban listos para infectarse”, añade el epidemiólogo.
Los niños desarrollan un curso clínico mucho más leve que los adultos y, pese al papel de supercontagiadores que se les atribuyó al principio, también infectan menos. Aun en el curso escolar, los niños tienen mucha mayor probabilidad de contagiarse en sus hogares. Nueve de cada diez menores de 1 año se infectaron en casa y el 5% en la guardería; en la franja de 6 a 11 años, los porcentajes se sitúan en el 83,2 y 13,5%, y en la de 16 a 17 años, en el 73,1 y 14 %. “La presencialidad ha funcionado porque las medidas se han seguido de manera superestricta” y “si queremos volver a la escuela presencial, habrá que empezar con las mismas medidas que funcionaron tan bien cuando no había vacunas”, recalca el portavoz de la AEP. Ahora las hay, aunque por ahora solo pueden pinchárselas los mayores de 12 años, hasta que Pfizer y Moderna concluyan sus ensayos en niños de 5 a 11 años, cuyos resultados esperan en otoño.
Todos deberán seguir las mismas normas, vacunados o no, ya que “al fin y al cabo estarán mezclándose”; la única diferencia, como ocurre con los adultos, es que los que sí lo estén no tengan que hacer cuarentena en caso de ser contacto estrecho.
Alemania
La Comisión Permanente de Vacunación (Stiko) de Alemania recomendó ayer la vacuna de la covid-19 a partir de los 12 años, cuando hasta ahora la indicaba de forma general sólo desde los 16 años. El organismo cambió su parecer en base a que las nuevas evidencias científicas confirman que “las ventajas de vacunar superan a los riesgos de los muy raros efectos secundarios”. El ministro de Sanidad, Jens Spahn, calificó de “buena noticia” el cambio de postura.