La filósofa y teórica política Hannah Arent afirmaba que "la ciudad es una memoria organizada y en la historia las mujeres son las olvidadas". Históricamente las mujeres se han dedicado al trabajo doméstico y reproductivo, mientras los hombres se liberaban de estas responsabilidades. Desde la edad de piedra hasta las sociedades preindustriales, ellos fueron los encargados de la construcción y del sustento económico de sus familias.
La diferencia de las tareas dependiendo del género se veía reflejado en la composición de las ciudades, ciudades que siguen con la misma organización a día de hoy.
En la actualidad vivimos en un modelo de urbe diseñada y planificada para satisfacer las necesidades de los varones, en general adultos, occidentales y trabajadores.
Como explica la Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad, "el urbanismo se ha configurado a partir de los valores de una sociedad patriarcal", ya que no se satisfacen las necesidades de todas las personas que viven en ella.
¿Qué es el urbanismo feminista?
Frente a esta situación, aparece el urbanismo feminista, un planteamiento teórico que reflexiona sobre el impacto de la organización de la urbe en las mujeres. Este movimiento busca cambiar la organización de la ciudad para conseguir un lugar más seguro y sostenible, centrado en satisfacer las necesidades de todos los ciudadanos.
Tiene el objetivo de tener en cuenta la experiencia de las mujeres a partir del rol que se le ha asignado durante la historia, juntando así los espacios cotidianos.
Además, otro objetivo importante de este planteamiento es el de hacer ciudades seguras frente al acoso callejero, una lacra que afecta a las mujeres todos los días.
¿Cómo deben ser las ciudades según este movimiento?
El libro 'Urbanismo feminista, por una transformación radical de los espacios de vida' del colectivo Col lectiu Punt 6 recoge algunas de las premisas para la organización de las ciudades en relación al urbanismo feminista:
- El colectivo plantea ciudades que no exijan coger un coche para llegar a un lugar.
- El aumento del área peatonal y ciclista con el objetivo de asegurar la libertad de movimiento a las personas que utilicen estos medios.
- Además, pide una edificación que promueva el uso distribuido de las tareas del hogar con foco en cocina, las tareas de cuidados o reproductivas.
Viena, ejemplo de urbe feminista
Uno de los ejemplos más famosos de urbanismo feminista es la ciudad de Viena, en el distrito de Mariahilfer. Hace un tiempo, la ciudad implantó un programa donde las actividades se realizan en función de las necesidades y la diversidad de las personas que viven allí.
Para reforzar la seguridad, se mejoró la iluminación y se ampliaron las calles, eliminando aparcamientos.
Para mejorar la socialización en espacios públicos aumentaron el número de bancos para que los ciudadanos pudieran conversar con sus amigos. Por otro lado, en los espacios privados ampliaron el tamaño de los portales para favorecer lugares de encuentro.
El urbanismo feminista tiene este nombre porque parte de la base de que las ciudades han sido construidas para el papel que el hombre ha tenido en la sociedad durante años. Dejando de lado las necesidades propias de las mujeres a lo largo de la historia. Sin embargo, este movimiento busca satisfacer las necesidades de todos los ciudadanos, hombres y mujeres, con una ciudad sostenible y segura.