on demasiada frecuencia lo urgente nos impide seguir haciendo lo necesario, o nos desvía de su camino. Cuando se habla con quienes padecen patologías anteriores a la covid, como es el caso de los seropositivos VIH, nos recuerdan que su enfermedad sigue ahí presente, ahora subsumida bajo la gran telaraña de esta pandemia, pero la presencia del sida en su cuerpo sigue siendo igual de intimidante que antes de marzo. E incluso más, porque en lugar de primera línea han pasado a ser meramente una necesidad sanitaria frente a lo perentoriedad actual.
Ellos/as, los seropositivos, saben bien lo que es sufrir una infección, pasar por una epidemia que fue pandemia (sigue siéndolo en los países menos desarrollados del globo), y además ser marginados y estigmatizados porque se les asoció con la homosexualidad, la prostitución, las relaciones sexuales exacerbadas y con consumo de drogas, especialmente heroína, aquel caballo con cuyas jeringas se transfería la infección.
Es cierto que el covid también puede infectar y afectar a los seropositivos, pero no es menos cierto que las personas seropositivas tratadas con antirretrovirales están poniendo trampas y bombas lapa al virus SARS-CoV2. Y a consencuencia de este factor terapéutico, la afectación de la covid en ellos está siendo proporcionalmente bastante menor que en la población general.
Pero sucede que esta situación de presunto beneficio se ve desequilibrada porque la atención como enfermos de sida debe mantenerse y el sistema sanitario volcado actualmente en atajar la pandemia de coronavirus puede presentar fisuras y retrasos, como está ocurriendo con otras patologías crónicas: diabetes, cribados, etc.
En 1981 fue descubierto un virus que, al igual que el covid-19 y aunque a diferente escala, vino para trastocar nuestras vidas y obligarnos a replantear las relaciones entre las personas y la sexualidad. "Si bien el VIH lleva asociado desde sus inicios un estigma y discrimación a diferencia de la Covid-19, ambos comparten la necesidad de crecer en responsabilidad compartida", reflexiona Álvaro Ortiz de Zarate, coordinador de la Asociación T-4 Elkartea de Bilbao
De nuevo en 2020 un virus nos obliga a dar una vuelta al sexo en sentido figurado y a buscar nuevas formas de compartir nuestras sexualidades cuidándonos mutuamente. Lejos de pensar que nuestras relaciones se apagan con el nuevo virus, "hay que repensar y erotizar la distancia social, descubriendo y recuperando formas de relacionarnos tanto con otras personas como con nosotras mismas para minimizar, si no eliminar, el riesgo de contagio y de transmisión tanto de la covid-19 como de las Infecciones de Transmisión Genital y el VIH", sostiene Ortiz de Zarate.
Diagnósticos tardíos
Miren,diseñadora gráfica gasteiztarra, portadora del virus del sida desde hace 30 años, se muestra preocupada porque la actual crisis sanitaria está provocando una situación de estrés inédita en Osakidetza y otros sistemas de Salud del Estado, agravada por los recortes sufridos en los últimos años. "Esta situación está afectando a la atención de las personas con VIH y, en general, a los recursos para atender la salud sexual de la población", reconoce.
Desde fuentes sanitarias y de pacientes seropositivos reconocen que durante los periodos de confinamiento y, también en la actualidad, hay diversos factores, como el cierre de clínicas de ITS, la dificulad de acceder a la atención primaria o la dedicación de los especialistas de patologías infecciosas a asistir a pacienes de covid-19, "que están limitando el acceso a la prevención y el diagnóstico del VIH y otras ITS, a la vez que merman la capacidad de atención sanitaria a las personas con VIH", añaden.
El donostiarra Pedro y su marido Iker, seropositivo, consideran que la falta de acceso a las consultas supondrá con seguridad un aumento de las ya inaceptables tasas de diagnóstico tardío cronificadas en Euskadi y en el Estado, "que puede tener un efecto muy negativo en el incremento de la morbilidad en personas con VIH".
Además, tal y como reconocen desde CESIDA (Coordinadora Estatal de VIH y sida) el impacto de la pandemia de la covid-19 ha supuesto en muchos lugares del Estado la paralización de la puesta en marcha o de la dispensación de estrategias preventivas recientemente aprobadas, como la Profilaxis Pre-exposición.
Al igual que Miren, Pedro e Iker, han vivido en primera persona el estigma y la discriminación por su condición de seropositivos; desde el inicio de la pandemia del VIH, demasiadas personas con esta dolenia crónica han estado y siguen estando en una situación de auto-confinamiento social y viviendo su realidad desde el aislamiento, la soledad y también la ocultación. "En esa crisis también muchos han estado en su burbuja sin salir de casa", subraya Marco Imbert de T-4.
Ni un paso atrás
Desde las Asociaciones de pacientes, organizaciones que trabajan en la prevención y asesoramiento a quienes lo padecen, observan el retorno de viejos discursos reaccionarios que atentan contra los derechos que tanto costó alcanzar. "Vivimos con preocupación el auge de ideologías machistas, homofóbicas, transfóbicas y xenófobas, ante las que decimos desde la sociedad civil que no vamos a permitir ni un paso atrás", apuntan desde CESIDA.
No a relaciones violentas
Desde Asociaciones como T-4, señalan que el VIH nos ha enseñado la importancia de que las mujeres se empoderen y de que personas en situación de mayor vulnerabilidad puedan decir no a las relaciones basadas en la violencia. "En esta era covid tenemos la posibilidad de rescatar esos aprendizajes para respetar las sexualidades y distancias que cada persona quiera mantener", indica Ortiz de Zárate.
Porque muchísimas mujeres, hombres y personas trans, no pueden mantener la distancia social, no pueden decir no, no tienen las herramientas o el conocimiento suficiente para decir no. "Por eso hay que recordar que el respeto es una obligación mundial y una responsabilidad compartida, imprescindible si queremos construir sociedades saludables", añade.
En un sentido similar se expresa la diseñadora gráfica de Gasteiz, Miren, quien sostiene que "el empoderamiento de las mujeres pasa también porque soliciten realizarse las pruebas del VIH cuando lo consideren oportuno y crean o sospechen que han podido tener algún riesgo en alguna de sus relaciones. Este es uno de los países donde la gente no se hace las pruebas de forma voluntaria; en otros países de nuestro entorno el médico de atención primaria tiene incorporada esta prueba en los controles rutinarios. Por eso, aquí, el 45%. del VIH son tardíos", explila artista gráfica gazteitarra Miren.
Hoy + que nunca
En el Día Internacional del SIDA, desde CESIDA y sus entidades miembro en su manifiesto Hoy + que nunca, recuerdan que es imprescindible afianzar los logros recogidos en el Pacto Social por la No Discriminación y la Igualdad de Trato Asociada al VIH. Asimismo, advierten de la necesidad de garantizar una atención socio-saniaria a las personas seropositivas teniendo en cuenta sus singularidades, especialmente las de las mujeres y las personas mayores (supervivientes). Para ello, sostienen, es preciso un liderazgo politico y compromiso económico que garantice la existencia y la sostenibilidad de la respuesta a la infección por VIH.
Porque estos pacientes tienen también la esperanza de que llegará un día en que la ciencia les proporcione las herramientas para lograr una generación libre del VIH.