Inma recuerda una frase que quedó como una anécdota y años después cobró sentido. Se la dijo su hijo cuando tenía 5 años y aún se llamaba Irati. "Yo quiero ser un chico", deseó al pasar por debajo del arco de una autopista unas vacaciones de Semana Santa. Pasó años llenos de altibajos emocionales, con problemas para dormir, que empeoraron al comenzar el instituto.
"Era muy brusca, todo el mundo le caía mal, odiaba a su padre... Lo odiaba y sabía cómo hacerle daño. Me decía a mí, delante de él: ¿Pero no había más hombres en el mundo que tuviste que juntarte con este? Siempre se metía con los hombres", recuerda su madre. "Yo sabía que existía la transexualidad, pero creo que él no lo tenía claro, y eso que había tenido formación en la ikastola y el instituto. Había señales de que no era del todo femenino pero lo veíamos como una chica más masculina, sin más. Con 7 años odiaba los vestidos. Él todavía tiene un recuerdo horrible de un día que le hice ir a un McDonald's con un vestido.
Le gustaba jugar al fútbol, andar en el tractor con su aita...", explica. Unas fiestas del pueblo quiso vestirse "con pantalones azules como los de aita, en lugar de la falda y los pololos de las chicas. Le dije que sí y estuvo feliz todas las fiestas". Inma cree que Ander había estado tiempo tanteándola hasta llegar a ese momento. Así que una noche la llamó a su cuarto. "Ama, te tengo que contar una cosa", le dijo. "Temblé de miedo, por mi cabeza pasaron ideas de suicidios o algo así", recuerda. "Rompió a llorar, no podía hablar. Me enseñó un vídeo de un chico trans que contaba su historia. Me dijo que llevaba años sintiéndose chico, que lo tenía cada vez más claro, pero que pensaba que estaba loca. Le dije que era posible, nada común, pero posible". Aquel momento marcó un antes y un después. "Todo cambió; desde aquella noche nuestra vida es otra: sabía dónde tenía que ir, a quién pedir consejo...".
Hoy Ander da charlas sobre transexualidad en institutos, estudia Psicología, ha sido pregonero de su pueblo... Tiene tatuadas una A y una I; hay quien piensa que es por su apellido, pero es la inicial de aquel nombre de sus primeros años de vida. "Ha sido duro, sobre todo en la Unidad de Género, pero menos de lo que yo imaginé aquella noche", resume Inma. -