Donostia - El cuerpo sin vida de Juan Molpeceres, Molpe, como era conocido en su entorno más cercano, fue hallado ayer sobre las 18.00 horas en la zona de la crestería del Anboto. El Departamento vasco de Seguridad confirmó a este periódico el peor de los desenlaces tras una jornada frenética. El joven de Bergara de 26 años, un apasionado de la montaña, había realizado la expedición en solitario. Fue su demora en regresar a casa la que motivó el despliegue el mismo domingo por la tarde, una vez que la familia interpuso la denuncia por su desaparición.

De inmediato, entrada la noche, la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza comenzó a batir la zona que había recorrido el vecino de Bergara, en el monte que más víctimas se cobra al cabo del año. Miembros de la unidad especializada en este tipo de intervenciones encontraron la mochila del joven, pero su cuerpo no fue hallado hasta media tarde de ayer.

En un vídeo grabado por la Ertzaintza, que subió a las redes sociales, puede observarse a miembros de la unidad sobre la cresta del monte, en la zona donde fue hallado el bergararra. Un técnico de Atención de Emergencias coordinó el operativo. Además del grupo de montaña y de la Unidad Canina de la Policía vasca se movilizó un helicóptero, e intervinieron efectivos de Cruz Roja. Al cierre de esta edición se desconocían las causas del fallecimiento de Molpe, que dejó un poso amargo en el municipio e infinito dolor en su entorno más cercano.

Antes de conocer el fatal desenlace, el Ayuntamiento de Bergara se había implicado de manera activa en la búsqueda del joven, dirigiéndose a todos aquellos vecinos interesados en colaborar para que lo hicieran de manera coordinada.

En Gipuzkoa se despliega una operación de búsqueda y rescate cada tres días, y el Anboto es el monte que más siniestros registra. En este mismo pico los equipos de rastreo encontraron también hace dos años el cuerpo sin vida del arrasatearra Juan Álvarez, de 56 años.

Lo encontraron cuatro días después de denunciar su desaparición, para lo cual fue necesario el uso de helicópteros equipados con drones y cámaras. El cadáver, que presentaba un gran golpe en la cabeza, se hallaba en la falda noreste del Anboto, en las inmediaciones de Durango. Debido a lo inaccesible del lugar donde se encontraba el montañero, su cuerpo tuvo que ser rescatado por el helicóptero y evacuado hasta una explanada de Atxondo, donde la funeraria lo recogió y lo trasladó al Servicio de Patología forense.