donostia- De la mano de Vivebiotech (organización especializada en el desarrollo y fabricación de vectores lentivirales) y para participar en una puntera jornada sobre terapia génica visitó Donostia Joseph Lillegard, pediatra y cirujano torácico en Children’s Minnesota que, en la actualidad, realiza investigaciones relacionadas con estrategias de corrección de genes y células ex vivo e in utero relacionadas con errores innatos del metabolismo del hígado.
Suena a ciencia ficción, a adelantarse a lo que no ha pasado pero va a pasar pero, realmente, ¿qué es la terapia génica?
-También hace algún tiempo parecía ciencia ficción pensar que se podría hacer una cirugía de corazón a corazón abierto, pararlo durante un tiempo, corregir la anomalía y volver a ponerlo en marcha. Eso parecía imposible y hoy en día se hace de manera generalizada. Con la terapia génica sucede lo mismo. Pretende sustituir un gen enfermo por su versión sana. Esa versión sana tiene que insertarse en el genoma de la persona enferma. Ese genoma está dentro del núcleo y para llegar al núcleo se necesita un sistema de transporte y los vectores virales son los mejores.
Muy complejo.
-Hoy en día en casi todos los hospitales hay un servicio de biología molecular, unidades de investigación en torno al cáncer y otras muchas enfermedades raras. Se conocen muchos defectos genéticos y ahora se está trabajando en solucionar las enfermedades con base genética. La terapia geníca es ya una realidad.
Llevando esa terapia al terreno pre natal ¿qué posibilidades se abren?
-En la actualidad, resulta posible diagnosticar enfermedades genéticas o defectos genéticos en fetos incluso de diez semanas. Los que se plantea es solucionar ese defecto genético en ese momento para evitar las consecuencias negativas que pueda tener en el desarrollo fetal.
¿Es mejor el resultado con niños ya nacidos?
-No se puede generalizar. Hay algunas patologías que no tienen efectos tan directos en el desarrollo fetal y en esos casos se podría esperar al nacimiento. Cuando se toma la decisión de realizar la terapia génica hay que valorar la relación beneficio-riesgo. Primero, hay que tener claro si aplicar una terapia génica es una buena idea y, posteriormente, controlar el riesgo y la seguridad: para el feto y para la madre. Dependiendo de la enfermedad será mejor esperar al nacimiento.
¿Sobre que patologías se aplicaría?
-Son muchas las enfermedades que pueden ser diana de esta terapia en útero, incluso algunas formas de cáncer. Se podrá tratar cualquier patología con base genética. Yo estoy interesado sobre todo en los que se denominan errores congénitos del metabolismo, enfermedades en las que una encima hepática no funciona bien y acaba produciendo un daño en el hígado, el corazón y el sistema nervioso del feto.
¿En qué punto de desarrollo se halla esta terapia?
-Por el momento en útero se están aplicando otro tipo de tratamientos, como introducir células en fetos que padecen, por ejemplo, discrasia sanguínea. Aunque en terapia génica hay mucha experiencia en modelos animales, todavía no se ha empezado a aplicar en humanos.
¿Hablamos de años, décadas...?
-Una perspectiva de años, no de décadas. Cada vez hay más grupos de investigación en EE.UU que trabajan pensando que cuanto antes se pueda actuar sobre el defecto genético, mejor. Se está investigando en esa dirección. Soy optimista y creo que en pocos años será una realidad.
¿Fuera del útero ya se aplica?
-Sí. Se está aplicando en cáncer, parkinson y otras patologías que son muy comunes. Además, como ocurría con la cirugía cardíaca que antes solo se hacía en unos lugares muy concretos, esta terapia se extenderá. Tiene un componente de justicia social reseñable, ya que patologías graves, incapacitantes y cuyo tratamiento tiene un alto coste se podrán solucionar en cualquier lugar del mundo con una inyección y un material concreto, sin necesidad de grandes infraestructuras. Ahora los costes son muy altos, pero irán disminuyendo.
¿Requiere esta terapia un alto grado de precisión?
-Hay dos grandes modalidades de terapia génica: la de adición, que ya se hace, y la de edición, que es el futuro. Cuando un gen funciona mal da origen a una proteína defectuosa. Basta que introduzcas la versión sana para que todo comience a funcionar bien, porque incluye la proteína que falla. Esa sería la terapia de adición. El futuro está en la de edición. Simplificando, supondría cortar la parte mutada o dañada y pegar la versión sana. A la edición génica le faltan más pruebas de seguridad y eficiencia pero, sin duda, es el camino de futuro, porque es lo más preciso. Quitar lo dañado y sustituirlo.
Además hay distintas vías para llegar al gen dañado ¿no es así?
-Hay dos tipos de aproximaciones. Una sería mediante virus adeno asociados que llevan el gen dentro. Se inyecta al paciente y sirve para corregir la patología. El problema es que en pacientes pediátricos, que van creciendo, hay que volver a repetir el tratamiento, porque va perdiendo eficacia. El gen no se incluye en el genoma, se queda fuera, y al crecer las células se dividen y esas ya no tienen la versión del gen. Se va perdiendo concentración. Hay otra forma, que consiste en obtener células del paciente, modificarlas genéticamente con el lentivirus y volverlas a administrar. En este caso se mete en el genoma y si se divide se vuelve a reproducir para siempre, no se pierde. La novedad en la que trabajo, en la que colabora Vivebiotech con la producción, es esa: generar vectores lentivirales para que se puedan administrar a pacientes en cualquier lugar. De una célula con un material genético y el virus salen billones. Los vectores virales que se aplican son como vehículos tuneados para cada necesidad.