Mikel Arilla
pamplona - La vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Emma Navarro, manifiesta que quieren reforzar su “ambición climática” para posicionarse como “el Banco europeo del clima”. Navarro, responsable de la acción por el clima en el BEI y que participó recientemente en los Cursos Europeos de Verano de Pamplona, señala que “avanzan a buen ritmo para cumplir el objetivo de invertir 100.000 millones de euros en 5 años para proyectos de adaptación y mitigación climática”.
En las últimas semanas ha trascendido un borrador en el que el BEI apuesta por dejar de invertir en proyectos centrados en combustibles fósiles. ¿Está más cerca Europa de dar ese paso trascendental?
-Sin duda. Ese borrador busca apoyar la transición hacia la descarbonización del modelo energético para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero marcados por la UE. Entre otras acciones, nuestra propuesta contempla dejar de financiar a partir de finales de 2020 nuevos proyectos energéticos con combustibles fósiles. Aunque seguirán jugando un papel relevante en los próximos años y algunos como el gas pueden contribuir a reducir las emisiones a corto plazo, debemos adoptar un enfoque a largo plazo, en consonancia con los compromisos asumidos en el Acuerdo de París y con nuestra ambición de ser el Banco europeo del clima. Corresponde a los Estados miembros aprobar la política de inversiones climáticas del banco, pero confío en que la propuesta que hemos preparado tendrá buena acogida cuando se discuta este mes de septiembre. De hecho, la gran mayoría de los Estados miembros ya apoya el objetivo de la neutralidad de emisiones en 2050.
¿Es la sostenibilidad ambiental el principal objetivo estratégico en los planes de desarrollo de la UE?
-Lo es y lo va a seguir siendo. La UE siempre ha asumido un papel de liderazgo en este ámbito y para ello se ha fijado objetivos climáticos ambiciosos, como el de reducir al menos un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2030, un compromiso establecido en el Acuerdo de París. Los ciudadanos piden a Europa que asuma una vez más su liderazgo en la lucha contra el cambio climático, que seamos ambiciosos, y en el Parlamento Europeo existe un amplio consenso sobre la importancia de este desafío. También la presidenta de la Comisión, Ursula von de Leyen, ha confirmado este ambicioso objetivo, anunciándolo como una de sus prioridades.
¿Qué papel juega el BEI en esos planes?
-Somos el mayor financiador multilateral de proyectos climáticos del mundo. En 2016 nos comprometimos a destinar 100.000 millones de dólares a proyectos de mitigación y adaptación climática en 5 años, y avanzamos a buen ritmo para cumplirlo. Pero queremos reforzar nuestra ambición climática para posicionarnos como el Banco europeo del clima. Estamos discutiendo con nuestro Consejo de Administración una propuesta que nos permita duplicar nuestro objetivo de financiación climática desde el 25% actual.
¿Con qué salud financiera afrontan los Estados miembros la actual situación de inestabilidad que vivimos a nivel geopolítico?
-Las tensiones comerciales a nivel mundial y la incertidumbre sobre el Brexit son factores importantes que están pesando en las expectativas de los inversores y en las previsiones de crecimiento en Europa. Aun así, es innegable que se han producido mejoras en los últimos años en la situación económica y presupuestaria de los distintos países y en la salud del sistema financiero europeo. Sin embargo, pese a estos avances no podemos ser complacientes, tanto por los niveles de endeudamiento de algunos países como por la reflexión acerca de la situación de Europa a largo plazo. Es necesario aprovechar los años de crecimiento y bajos tipos de interés para acometer reformas e inversiones que permitan mejorar nuestra productividad y capacidad de crecimiento a largo plazo, adaptarnos a la revolución tecnológica y aumentar la competitividad.
¿Están preparados los Estados miembros para los efectos de un ‘Brexit’ duro?
-La UE se ha preparado para todos los diferentes escenarios, incluida una salida no negociada. Se han previsto orientaciones y medidas de contingencia a nivel europeo y nacional, incluyendo la posibilidad de movilizar ayudas en determinados sectores. Aun así, es difícil anticipar las consecuencias que tendría el impacto de este escenario en algunos sectores y empresas.