El Alzheimer no tiene cura. La enfermedad -ayer se celebró la jornada mundial de sensibilización- es progresiva e irreversible y no solo afecta a quien la padece; también sufre la gente más cercana al enfermo y sobre todo la persona que se ocupa de cuidar las 24 horas del día del paciente. En la mayoría de los casos, el cuidador es un familiar o una persona muy cercana al afectado. Según comentaba Germán Payo Losa, director de la página web educahumor.com, “el 90% están cuidadas por familiares”. Los cuidadores de los enfermos de Alzheimer sufren día a día las consecuencias de la enfermedad porque desgasta mucho ver cómo un ser querido va olvidándose de toda su vida, incluso de su cónyuge o sus hijos. Además, deben hacerle frente a todas las situaciones que aparezcan y lidiar con ellas para que el enfermo pueda llevar su vida de la mejor manera posible.

“Yo tengo experiencia como cuidador de personas con Alzheimer. La enfermedad afecta de forma constante a los pacientes, pero son los cuidadores los que sufren la tensión y el estrés. También se enfrentan a situaciones difíciles o hay momentos de agresividad de los afectados en los que la enfermedad está más avanzada y no saben qué hacer”, indicó durante una ponencia en los XXXVII cursos de verano de la UPV/EHU. El Alzheimer afecta de forma diferente a cada uno de los enfermos. No hay una hoja de ruta a seguir que sea realmente clara y explique cuál es el mejor modo de cuidar de esas personas. Tal y como explicó este experto, “los cuidadores deben aceptar las peculiaridades de cada paciente y adaptarse a ellos para poder cuidarlos de una manera eficaz, sin que les afecte a su estado anímico”. El deterioro de la enfermedad también es cambiante. “Cuidar de personas con Alzheimer es un reto tremendo porque la enfermedad pasa por picos; hoy el paciente puede estar perfectamente y mañana puede estar fatal”, describió el ponente.

En este sentido, trabajar el sentido del humor y la capacidad de hacer reír a otras personas son la clave para sobrellevar el cuidado de un enfermo de Alzheimer. Como explicó Payo, “hay que usar el humor como si fuera una vitamina que utilizas para cuidar mejor del paciente”. Con el debido entrenamiento, el cuidador manejará mejor las situaciones difíciles y complejas, “pero hay que admitir que siempre no vas a ganar y superar las diferentes circunstancias. Tienes que tomarte la enfermedad con deportividad”, comentó el experto. El sentido del humor y la inteligencia son indispensables: el primero “para no volverte loco” y la segunda “para salir airoso de momentos difíciles”. Aunque también depende del afectado, porque hay enfermos muy dóciles pero a otros les cuesta más entrar en razón.

Aún así, a juicio de Payo, “no hay que dar ninguna batalla por perdida”. Según indicó, “las situaciones difíciles con un enfermo de Alzheimer son como un partido de fútbol: a veces se gana, otras se empata y algunas se pierde, pero pase lo que pase hay que seguir jugando”. Los cuidadores tienen que ser fuertes física, mental y emocionalmente. Deben tener una personalidad bien definida. Esto es importante porque la persona al cargo del enfermo es la que más sufre y tiene mayor estrés. Según Payo, “los cuidadores tienen que tener una personalidad fuerte, seguridad en sí mismos, una buena autoestima y estar a salvo de todas las influencias nefastas del exterior”. La tensión que sufren estas personas puede llegar a la magnitud de crearles una depresión. Es importante que los cuidadores usen el humor para generar situaciones divertidas y hacer reír a los pacientes.

Estrés de rebote Además, así ellos también conseguirán sentirse mejor. “Los cuidadores tienen que usar el humor para ayudar a las personas enfermas que están cuidando, pero de rebote conseguirán bajar su propio nivel de estrés”, dijo el experto. En la mayoría de los casos la relación entre el paciente y la persona que lo cuida actúa como un espejo. El enfermo puede contagiar su actitud al cuidador y viceversa. Según comentó el ponente, “el cómo se toma el cuidador las acciones que suceden, es decir, si las afronta entristeciéndose o alegrándose también influirá en el paciente”. Por eso hay que intentar siempre infundir y transmitir sensaciones positivas en las personas afectadas por el Alzheimer.

“Si te encuentras con una persona divertida que te hace reír, te contagiará su alegría y te sentirás mejor”, explicó. Pero los cuidadores también deben tener cuidado y que no les afecten negativamente las situaciones complicadas que surgen en el día a día. Según explicó a DNA, “el Alzheimer afecta de rebote a la persona que cuida del enfermo”. Las personas al cargo de los enfermos de Alzheimer deben controlar y evaluar su nivel de estrés, porque tiende a subir cuando llevan largos periodos de tiempo cuidando de ellos.