Bilbao - Miles de vascos odian la primavera. Y no es para menos porque para ellos se traduce en molestias en los ojos, ardor en la garganta, tener la nariz goteando todo el día y otras complicaciones que causan desde dolencias leves hasta severas. Las alergias son la patología estrella de esta estación aunque los fenómenos catarrales también se disparan. El repunte de resfriados no es casualidad ya que se produce debido a las diferencias radicales de temperaturas entre el día y la noche. Pero también está relacionado con las alergias ya que el organismo de una parte importante de la población se encuentra luchando contra los alérgenos. Además, la inflamación nasal causada por las alergias hace que sea más fácil para los virus instalarse en la nariz.

Son unos meses propensos para tener las vías respiratorias irritadas y delicados para las defensas del sistema inmunológico. De hecho, el número de personas afectadas por alergias crece un 2% cada año, calcula el Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Y una de las razones es que el aumento de la contaminación y el cambio climático hacen “que el polen sea más agresivo”, precisan. Las plantas crecen con menos agua o más agentes contaminantes, y generan más proteínas alergénicas, aseguran. Este año los alérgicos al polen se enfrentan a una primavera de intensidad moderada. Así por ejemplo, han estimado que en Euskadi, una de las zonas con mayor concentración será Gasteiz con 2.761 granos de polen recolectado por metro cúbico de aire. Lejos, por ejemplo, de una de las áreas más afectadas de la península, Toledo, con una previsión de 4.874 granos. Allí se prevé que se registren los niveles máximos de polen. Abedul, gramíneas, olivo, plátano... se distribuyen de forma diferente por la geografía y sus pólenes dan lugar a la rinoconjuntivitis alérgica.

Porque los grandes damnificados de esta estación son los ojos. Picor y enrojecimiento ocular, lagrimeo, párpados hinchados y sensación de quemazón o de cuerpo extraño son los que más persisten y, frecuentemente, los más difíciles de controlar. Son las señales inequívocas de la conjuntivitis alérgica que avanza en incidencia al igual que lo hacen el conjunto de las alergias. Además de ocasionar múltiples molestias oculares, puede provocar sobreinfecciones y secuelas que compliquen el pronóstico y el tratamiento.

La conjuntivitis alérgica desaparece al evitar la exposición al alérgeno. Para los expertos, el mejor tratamiento es evitar siempre el contacto con los desencadenantes.