Roma - El objetivo ideal está claro, detener la deforestación para 2020, pero el tiempo se agota mientras empresas, gobiernos, pequeños agricultores y organizaciones civiles aún debaten el papel que le corresponde a cada parte. Los intereses son muchos y a menudo contrapuestos, como se pudo comprobar la pasada semana en una conferencia internacional en Roma para traducir los compromisos en acciones reales.

Por muchas formas de colaboración que hayan surgido en los últimos tiempos, la meta de detener la deforestación, incluida en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de la ONU, no se alcanzará si no se aceleran los esfuerzos. Así lo aseguran los expertos a la vista de los datos: el mundo pasó de perder 7,3 millones de hectáreas de bosques en 2000 a 3,3 millones en 2015, una disminución insuficiente, frenada además por las altas tasas de deforestación que todavía existen en África y América Latina.

Quién debe financiar el cambio de modelo o cómo compensar las pérdidas económicas a corto plazo y los servicios forestales que prestan las comunidades son cuestiones sin respuesta clara. Sobre todo cuando la demanda de productos forestales sigue aumentando. - Efe