bilbao- Invitada de excepción en la Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, Artazcoz destaca una paradoja. “Nosotras tenemos una vida más larga, pero sufrimos más trastornos e incapacidades”.

Parece que hay cosas que a las mujeres no les pasa, como los infartos, y luego resulta que las dolencias cardiovasculares son la primera causa de muerte entre ellas.

-Claro, y sin embargo, no existe esa percepción del riesgo de morir de un infarto. Lo sufrimos unos diez o quince años más tarde que ellos. Entre las jóvenes hay menos riesgo, pero a partir de los 70 años se iguala y el pronóstico es mucho peor. Y además con las mujeres hay un menor esfuerzo diagnóstico y terapéutico.

Explique eso. Suena grave.

-Está muy documentado que en las mujeres que sufren un infarto se prescribe revascularización con mucha menos frecuencia que en los hombres. Y también es menos frecuente que las atienda un cardiólogo. Eso sucede con muchos trastornos de salud. Muchos sanitarios tratan los síntomas de las mujeres como algo psicológico y por tanto, la prescripción es, a menudo, un ansiolítico o un antidepresivo. Mientras que en los hombres lo ven con un sustrato más biológico y hacen más pruebas diagnósticas y suelen esforzarse más con el tratamiento.

Algo parecido sucede con los estudios clínicos. Parecen pensados para el género masculino.

-Claro. Hasta los ensayos clínicos están centrados en hombres, además en hombres jóvenes blancos. Y se pone de pretexto cosas como el ciclo menstrual. Luego los resultados se extrapolan a las mujeres. Y no debe ser así porque hay fármacos que funcionan de manera distinta en los dos sexos. Las agencias de investigación hoy día exigen que se incluya también mujeres en los estudios aunque a veces el número es insuficiente.

Las mujeres se están incorporando a enfermedades tradicionalmente masculinas como el cáncer de pulmón.

-Es que el cáncer de pulmón está estrechamente asociado al consumo del tabaco y antes este hábito era mucho mayor entre los hombres. Décadas después nos hemos incorporado al tabaquismo y estamos sufriendo lo que ellos sufren desde hace un tiempo.

¿Las amas de casa tienen peor estado de salud general?

-Hay también muchos estudios que compraran el estado de salud de mujeres empleadas y de amas de casa, teniendo en cuenta su edad y la clase social y demuestran que las amas de casa tienen peor salud. Resulta paradójico porque las mujeres que deben compatibilizar vida laboral y familiar trabajan más horas. Pero el trabajo ofrece muchos aspectos positivos, aparte de ser una fuente de ingresos y de realización, ofrece reconocimiento social, una red social propia... Y también reduce la desigualdad en la pareja.

El trabajo remunerado tiene entonces menos riesgos sanitarios que el no remunerado.

-Es que el trabajo remunerado es una fuente de salud salvo que tenga unas condiciones muy malas. Porque cuando comparas el estado de salud de personas empleadas con paradas hay unas diferencias muy significativas sobre todo en la salud mental. El problema es que el trabajo tenga malas condiciones. Con la crisis, el trabajo se ha precarizado, han disminuido los salarios y muchas personas están en situación de vulnerabilidad económica y aceptan cualquier trabajo.

Pues parece una sobrecarga evidente tener que trabajar fuera y dentro de casa.

-Cuando es una sobrecarga de trabajo claro que es malo. En nuestro entorno, tiene un impacto negativo sobre todo en las trabajadoras menos cualificadas. Las que tienen más ingresos pueden subcontratar, acceder a guarderías, tener servicio doméstico, lo que las libera de gran parte del trabajo. Porque esto no es solo un discurso de género, también es un discurso de clase. Las que tienen más privilegios frente a las desfavorecidas. Las mujeres que deben compaginar vida laboral y familiar tienen que restar horas de su tiempo personal y hacen menos actividad física, duermen menos horas y dormir poco se asocia con sobrepeso, diabetes tipo 2, menos rendimiento y más accidentes.

Las mujeres de edad más avanzada son uno de los colectivos con más problemas de salud mental.

-Sí los trastornos ansioso-depresivos se dan mucho más en mujeres. Influye mucho el hecho de ejercer el papel de cuidadoras. Solemos emparejarnos con hombres mayores y cuando empiezan a padecer problemas los cuidamos. Pero encima, las mujeres cuidan a padres, a suegros...

La diferencia de la esperanza de vida entre hombres y mujeres se sitúa entre seis y siete años... ¿eso irá cambiando?

-No es que nosotras vivamos más, es que ellos viven menos. La socialización marca que ellos no lloran, que tienen que ser fuertes y eso tiene un efecto negativo sobre su estado de salud. Asumen más conductas de riesgo, consumen más sustancias tóxicas, se cuidan en general menos y no van al médico a los primeros síntomas. Y tienen más accidentes deportivos, automovilísticos... Eso acorta la vida.

Que las mujeres se hayan incorporado al mercado laboral ¿supondrá acercar la esperanza de vida entre los dos sexos?

-Es que introducirnos en el mercado de trabajo nos va bien, es positivo. El problema es que nuestras condiciones son peores, tenemos sueldos más bajos a igual trabajo, puestos por debajo de nuestra cualificación con más frecuencia, o una doble jornada en casa. Otra cosa distintas es que esos seis o siete años que les llevamos se viven peor, con muchos trastornos de salud, con problemas de movilidad y generalmente con mucha discapacidad.