Más de un tercio de los empleos europeos en el año 2025 estará enmarcado dentro de la conocida como Economía Plateada, aquella que se ciñe al sector de la población que supera los 50 años de edad. Según Peter Wintlev-Jensen, director de Programas en la Comisión Europea (CE), en 2015, este sector generó 78 millones de puestos de trabajo en la Unión Europea, lo que supuso una inyección de 4,2 billones de euros al PIB comunitario. En el Foro Global Nueva Economía, celebrado el año pasado en Málaga, Wintlev-Jensen llamó a las administraciones a promover políticas públicas que favorezcan la integración y la valoración de la Economía Plateada como un mercado de crecimiento potencial, puesto que en sectores como la sanidad se dará un espectacular incremento en los próximos años. “Los sectores más prometedores son la salud y los cuidados, la vivienda, el turismo y el emprendimiento”, sostuvo el director del Programas de la CE, quien recomendó, además, “digitalizar los sectores de salud y cuidados, impulsar productos para una vida independiente y promover la vida saludable”.
“El envejecimiento de la población es un proceso en auge y exige una adaptación de la sociedad. Sin duda, es una conquista social, vivimos más años y vivimos mejor en general, el gran reto ahora es vivir más años sin discapacidad”, analiza Mayte Sancho, directora Científica de Matia Instituto Gerontológico. Coincide Sergio Murillo, director de Promoción de la Autonomía Personal de la Diputación Foral de Bizkaia, quien considera que “hay que revisar y redefinir casi todos los mecanismos que tenemos construidos en la sociedad tanto en el sector público, como en el privado y civil”. “Hace veinte años, en Euskadi había una esperanza de vida de 70 años, ahora supera los 80 años y quienes nacen hoy en Bizkaia pueden aspirar a vivir 100 años”, sostiene. ¿Se avecina una revolución? “Sí, muy paulatina, pero irremediable, porque no tiene marcha atrás”, concluye.
“Para mí es muy impactante pensar que viviré 100 años y tengo que repensar el tiempo de mi vida que voy a dedicar a trabajar, a formarme y a descansar. Igual no me apetece dejar todo el descanso para la etapa final. De esto se habla poco, pero no hay casi sectores que vayan a vivir 30 años, que es toda una vida laboral, y hay que pensar que igual tenemos que volver a la universidad a recualificarnos y reorientar nuestra carrera. Igual, en el futuro, un chico de 18 años que ingrese en la Universidad se encontrará con una clase en la que el 10% del alumnado es mayor de 50 años, personas que vienen de la empresa y que en ese momento, por ejemplo, están estudiando un grado de Derecho con intención de trabajar, nada de jubilarse. Todo eso va a llegar y habrá que retocar muchas cosas, el sistema de pensiones, evidentemente, pero también el sistema formativo”, explica Murillo.
En definitiva, se trata de construir una sociedad y una economía que se adapte a las necesidades de las personas mayores de 50 años; en unos casos se tratará del lanzamiento de nuevos productos y servicios; en otros, adaptar los existentes, dotarlos de una perspectiva de edad.
Cuidados Pero, sin duda, un sector que va a experimentar uno de los mayores crecimientos es el de la sanidad y cuidados. “Se van a demandar profesionales del cuidado y del acompañamiento. Necesitamos masivamente cuidadores y cuidadoras que, sobre todo, tengan actitudes, competencias y habilidades para tratar lo mejor posible a personas muy frágiles y que necesitan mucha ayuda. Hemos llegado a la conclusión de que aprender a utilizar una grúa es una acción que se puede aprender, pero tener determinadas competencias, escuchar, tener una relación de persona a persona, eso requiere actitudes y compromiso personal”, asegura Sancho.
Joana Borrego ya se ha puesto en marcha. Tiene paciencia, empatía y sabe escuchar. Lo ha demostrado durante años detrás de la barra del bar que atiende junto a su marido. Sus clientes son principalmente hombres jubilados, para quienes se ha convertido en una confidente y amiga. El cariño es mutuo. Joana acaba de terminar un curso formativo de atención sociosanitaria a personas dependientes en instituciones sociales, impartido por Hobetuz. “Me gusta cuidar a las personas y pensé que podía ser una buena salida laboral para mí”, cuenta. Realizó las prácticas en la residencia de Zierbena y ahora hace sustituciones en diferentes puntos de Bizkaia.
El director de Promoción de la Autonomía Personal de la Diputación Foral de Bizkaia articula los cuidados en cuatro ámbito de intervención. “El primero es la prevención, ser conscientes de que el principal agente de salud y de no dependencia somos nosotros mismos: activarnos, hacer ejercicio, tener hábitos saludables, nutrición equilibrada. En definitiva, estrategias de envejecimiento activo”, explica. El segundo es la comunidad. “Quizá en un proceso de individualización de la sociedad moderna, estamos dejando de prestar atención a esos cuidados, muy ligeros pero importantes”, sostiene. El tercer ámbito sería el de las personas cuidadoras en el entorno de la persona. “Se estima que el 80% de los cuidados a las personas en situación de dependencia está a cargo de personas del entorno, familiares. Y no podemos dejar que estas personas lo vivan como una responsabilidad ineludible y sin ayuda de nadie”.
El cuarto aspecto sería el del cuidado institucional. En este punto, Murillo aboga por “convertir las residencias en espacios más amables, más parecidos a un hogar”. Las personas mayores desean permanecer en sus hogares el mayor tiempo posible y, para ello, existen servicios como asistencia domicilio -sanitaria y social-, los centros de día y la teleasistencia. Sin embargo, hay para quien la mejor opción es la residencia. “Y aquí tiene que haber una flexibilización, porque en una residencia no solo se reciben cuidados médicos, sino que se vive. Eso significa, para los profesionales, un cambio conceptual y laboral importante, y también de la infraestructura”. En Bizkaia existen 113 residencias, “y en torno al 75% de ellas son pequeñas, algunas de entre 25 y 50 plazas, y ahí ya se produce ese proceso de acompañamiento”, explica Murillo.
“Lo institucional transita entre lo hotelero y lo hospitalario, y eso no es un modo de vida para una persona, y menos en la última etapa de su vida. Eso es un modelo demasiado despersonalizado, donde las personas sufren además una separación injusta con su pasado, se despojan casi de su vida para estar en una institución”, opina Mayte Sancho. Por ello, “Matia Fundazioa está asumiendo un cambio en profundidad de sus centros residenciales basado en la aplicación del modelo de atención centrado en la persona”, explica.
En una sociedad que envejece, el acceso a la vivienda es una cuestión central. Según Murillo, “los hogares tienen que empezar a transformarse, no se había pensado que en las viviendas que construimos en los años 90 iba a vivir una persona con 100 años; entonces, poner un peldaño en el portal parecía buena idea para que cuando vinieran las riadas no entrara el agua, pero ahora ese peldaño hace la vivienda inaccesible”.
Desde la iniciativa social están surgiendo otras alternativas como el cohousing, implantado ya otros países de Europa. Se trata de las viviendas colaborativas y autogestionadas donde comunidades de adultos mayores deciden unirse para compartir y disfrutar de espacios comunes manteniendo la independencia en sus propias casas. Es el caso de la Asociación Egunsentia, que espera poder materializar su proyecto en Bizkaia en un futuro cercano. La iniciativa es aún novedosa y requiere todavía de un cambio de mentalidad y de también de regulación.