Recoger un millón de firmas en al menos siete de los 28 Estados miembros de la Unión Europea -contando aún a Reino Unido- no es una tarea tan fácil como pueda parecer a primera vista. De hecho, este primer trámite para dar contenido a una Iniciativa Ciudadana Europea únicamente ha sido alcanzado en un par de ocasiones. Puede, eso sí, que una tercera en la que está presente el euskera esté en vías de salvar esa formalidad. De momento ya se han conseguido 370.000 nombres y apellidos de personas residentes en al menos siete Estados miembro que se muestran partidarios de que la UE reconozca las lenguas minorizadas existentes en el continente y, además, proteja los derechos de sus hablantes.
El plazo para tocar -y romper- ese techo del millón finalizará el 2 de abril de 2018; por delante un trimestre completo en el que los promotores de esta campaña (Unión Federal de Nacionalidades Europeas, FUEN por sus siglas en inglés) aspiran a captar las firmas de la numerosa y polifacética comunidad euskaltzale. Así lo manifestaba ayer Loránt Vincze, voz cantante de esta plataforma, durante la presentación de la misma a varias decenas de agentes de la cultura vasca de la CAV. Lo mismo ya se ha hecho en Nafarroa y también en Iparralde, subrayaba por su parte Izaskun Bilbao, eurodiputada del PNV, y que ya se ha sumado a esa iniciativa popular [https://www.minority-safepack.eu] que dispone de una entrada en euskera.
Una campaña que pretende recordar a las instituciones la vigencia de aquel viejo lema que ponía en valor a una Europa unida en la diversidad. “Las pequeñas comunidades necesitan apoyo”, resumía Vincze al tiempo que apelaba a los responsables de la UE a que tenga en cuenta “la paleta de lenguas minorizadas. Que sean reconocidas como patrimonio y se protejan”, apostillaba el presidente de FUEN.
Patrimonio y unidad Según ilustraba la eurodiputada jeltzale, ella misma elevó este asunto al Parlamento Europeo en 2010; y no sin problemas, por cierto, ya que algunas formaciones mostraron sus quejas por el hecho de que aquella cita se celebrase en Bruselas [emplazamiento de las principales instituciones europeas] y no, por ejemplo, en Estrasburgo. “Nuestra intención -indicaba entonces Bilbao- es apostar por la idea de que el euskera, como todos los idiomas, es un patrimonio cultural que debe unirnos a todos. Hay que despolitizar los debates sobre las lenguas para unirnos en este principio, el que da sentido a la Carta Europea de Lenguas Minorizadas”.
Ayer, tal y como insistía la jeltzale, los actuales mecanismos existentes en la UE para proteger a las lenguas minorizadas “son muy débiles” porque la legislación comunitaria en este ámbito “no obliga a nada a los Estados”. En su opinión, esas lenguas que hablan alrededor de 50 millones de europeos “están en grave riesgo”. En esta línea, Vincze reiteró que las lenguas minorizadas requieren “apoyo público para sobrevivir” porque muchas de ellas no cuentan con ningún respaldo. Una situación, no obstante, que contrapuso con la del euskera. De hecho, alabó el modelo vasco de promoción de la lengua vasca e incluso dijo que “es un “buen ejemplo para Europa” en materia de revitalización lingüística, “de cooperación transfronteriza y de trabajo en común”.
Vinculante. La iniciativa es fruto de varios años de trabajo del Intergrupo de Minorías del Parlamento Europeo, plasmados en el Manifiesto de Estrasburgo y el ‘Informe Alfonsí’. El primero reúne todos los derechos que se reconocen a las minorías en resoluciones y tratados de la UE y defiende que se conviertan en leyes vinculantes. El ‘Informe Alfonsí’ sobre derechos lingüísticos de los hablantes de lenguas minorizadas en la UE propone convertir en legislación vinculante las expresiones de apoyo a la diversidad. Si se recaba el millón de firmas, la Comisión deberá adoptar una decisión porque, pese a los llamamientos del Parlamento Europeo, no ha adoptado ninguna.