Bilbao- A lo largo de estas tres últimas décadas, el pensamiento humano ha ido despejando algunas dudas y contratiempos sobre la evolución de la sociedad. Sin embargo, en opinión de Karlos Pérez de Armiño (Bilbao, 1964) la incertidumbre continúa ensombreciendo el porvenir de la Humanidad. Sospecha el director del Instituto Hegoa (fundado en 1987) que las revoluciones de siglos pasados no volverán; y se inclina más por abrir el foco al pluriverso de interpretaciones y “visiones de resistencia” para solventar los rompecabezas que amenazan la misma existencia. Y todo, sin perder de vista los Derechos Humanos: que no haya un repliegue de los mismos y sobre todo, que sean universales y de obligado cumplimiento.
Hegoa cumple 30 años dedicados al estudio y a la promoción del conocimiento en materia de desarrollo y Derechos Humanos. ¿Cómo describiría el panorama actual?
-Estamos en una época de enormes transformaciones, desafíos e incertidumbres. Y es curioso, porque pensando un poco cómo estaba el mundo hace 30 años, hemos vuelto a una situación de incertidumbre parecida a la que había en aquella época.
Refrésqueme la memoria.
-Estaba terminando la guerra fría, ya se veía el cambio que venía. Había una gran agitación, nuevas ideas que emergían con fuerza, la globalización neoliberal y un pensamiento crítico alternativo que iba tomando fuerza en materia de desarrollo. Y en Euskadi pues fíjate la convulsión social y política de aquella época?.
Y dice que como en la actualidad.
-Ahora nos encontramos con algo parecido, con un mundo muy convulso. A nivel geopolítico hay enormes desafíos y riesgo de conflicto en Afganistán, Irán, Corea del norte? Tenemos una política exterior norteamericana que genera muchísimas incertidumbres porque es poco previsible por quien está en la presidencia y eso genera temores?
Perdone que me ría, pero es que?
-No, no. Lo que pasa es que Reagan o Bush tenían una política muy conservadora pero era previsible; conocíamos bien cuál era la lógica de poder y de respuesta militarista.
Todo eso que me dice no es bueno.
-Pues también vivimos una regresión importante en materia de Derechos Humanos, por ejemplo de las personas refugiadas inmigrantes. Es palmario el retroceso e incumplimiento del Derecho Internacional que protege a esos colectivos. Y eso erosiona la imagen de Europa como potencia normativa basada en valores y Derechos Humanos.
Entonces, sí ha habido cambios?
-Después de treinta años de globalización neoliberal también constatamos las secuelas en el ámbito social, y no solo en el sur. También en el norte hay un aumento de las desigualdades. La pobreza llega a sectores donde antes no llegaba. Hoy es posible tener empleo y ser pobre. Y también está el tema del hambre?. Es decir, problemas muy básicos que no han sido resueltos y se han acrecentado.
Con todo lo que me dice, mi veredicto es que hemos retrocedido.
-Mira, otro cambio con respecto hace treinta años es que somos muchísimo más conscientes de la crisis ecológica que vivimos. Ahora hemos llegado al punto de ver si hay posibilidad de retorno o no, hasta el punto de que se habla del riesgo que existe para la vida.
Muchos problemas, retos?
-Tenemos que dar respuesta global a problemas que son cada vez más globales. El ambiental es clarísimo. Los Derechos Humanos, el hambre, la pobreza? La división entre norte y sur se ha disipado y los problemas nos afectan a todos. Y eso exige cambios a nivel mundial. Y eso, a Hegoa le ha hecho ir cambiando paulatinamente su enfoque. Ya no solo trabajamos sobre problemas del sur aunque tenemos esa prioridad. Las reflexiones y soluciones tienen que ser más globales.
Y es posible encontrar soluciones. O ¿hay tiempo para hacerlo?
-Espero que sí. La amenaza más existencial es la ambiental. Y tenemos que adoptar medidas socioeconómicas para aliviar el impacto de esos cambios en la naturaleza. Porque lo que también se constata es que quienes más van a sufrir el impacto serán los más pobres de los países más pobres.
Habla de adoptar medidas sociales y económicas, y en los últimos tiempos solo se escuchan palabras tipo económica social, economía solidaria, economía circular, economía verde, economía azul incluso economía moral?. ¿Existe todo eso?
-Hay muchas propuestas, alternativas, visiones de resistencia y de solución de los problemas. ¿Qué por qué hay muchas? Pues porque hay muchos problemas? Pero es que también hay muchas formas de interpretar la realidad. Un autor colombiano Arturo Escobar habla de pluriverso. Todo eso revela la necesidad de encontrar salidas y resistir a lo negativo y opresivo que tienen el modelo político y económico vigente que para muchas poblaciones del mundo genera exclusión, desigualdad, pobreza y necesidad de encontrar alternativas.
Si desmantelamos ese modelo político y económico en abstracto y lo llenáramos con estas ideas? ¿una utopía verdad?
-Pero es que los grandes Estados, las multinacionales, los lobbies ya hacen eso. Absorben e instrumentalizan muchos conceptos que inicialmente surgen con un contenido crítico. ¿Ejemplos? El enfoque de género. Hoy el Banco Mundial da ese enfoque en muchas políticas; conceptos como capital social, la sostenibilidad ambiental han sido incorporados a los discursos oficiales.
¿Eso es bueno o malo?
-Por un lado está bien que penetre en los discursos oficiales y políticas públicas. Es bueno que haya más sensibilidad hacia la equidad de género o temas ambientales, pero por otro lado quizás esos conceptos pierden potencial transformador, radicalidad, cuando son asumidos por los que tienen más peso hegemónico en el sistema. No sé si habrá grandes revoluciones en el mundo como hemos visto en el pasado o más bien lo que habrá serán transformaciones paulatinas? Y nuestro trabajo tiene que ser articular enfoques que vayan influyendo.
Influyendo en las instituciones, entiendo? ¿El Gobierno Vasco es receptivo?
-En Euskadi hay políticas que pueden ser más avanzadas que en otros puntos del Estado o de Europa, pero no seré yo quien diga que esas políticas son suficientes. Igual reciclamos más, pero seguimos instalados en una economía basada en el petróleo? Tenemos unas políticas de inserción de las más potentes y mejor dotadas de otros países, pero sigue habiendo gente que necesita ayuda? La función del Instituto Hegoa es generar ideas y formular alternativas, y desde luego no conformarnos con lo que se haya podido lograr. Tenemos que seguir poniendo en evidencia los problemas y las causas y las consecuencias que acarrean.
El gobierno también tiene que aprender porque si todo se queda en estudios?
-En todo cuanto hacemos pretendemos tener incidencia social y política. Es decir, no queremos generar estudios que tengan solo un valor académico. Siempre buscamos esa proyección social y política para transformar y eso se hace a través de la sociedad civil, ONG, pero también hacia las instituciones.
Me ha llamado mucho la atención el lema del evento con el que conmemoraron su fundación: Imaginando alternativas para un mundo incierto? ¿Tan mal lo ven ustedes, los expertos? Menos mal que dicen que han encontrado exoplanetas?
-No pretendíamos ser agoreros ni más pesimistas de lo necesario, solo subrayar que estamos ante un mundo lleno de incertidumbres, de amenazas y de retos, de problemas que no sabemos muy bien cómo van a evolucionar. La cuestión es la incertidumbre y si seremos capaces de articular soluciones e instituciones globales capaces de responder a todos esos retos. Ese es uno de los mayores problemas: tenemos enormes problemas globales, pero no tenemos instituciones de gobernanza global fuertes?
Fuertes me dice? Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad, Europa?
-Pero son muy débiles. Tienen competencias bastante limitadas en cuestión de hambre, mujer, medio ambiente... Y tampoco hay un obligado cumplimiento ni rendición de cuentas cuando se violan los acuerdos internacionales en asuntos de desarrollo, de pobreza, de medio ambiente, de equidad de género? No pasa nada si no se cumple, no hay una arquitectura institucional por encima de los Estados soberanos que les haga cumplir esos objetivos. No hay una estructura institucional global capaz de responder con eficiencia a todos esos problemas. Y eso es fuente de incertidumbre.
¿Y sería factible crear ese ente supremo?
-El problema es que llegamos tarde. Los problemas van por delante y son más graves que las respuestas que estamos dando. Inevitablemente habrá que dotarse de instituciones globales más fuertes. No digo de un gobierno mundial, pero sí de instituciones que sean capaces de gestionar problemas sectoriales: una que luche contra la crisis ecológica con más recursos y más poder político; otra contra la pobreza y el hambre; que hubiera mecanismos de transferencia de recursos que no fueran por caridad voluntaria si no en el marco de la consideración universal de los Derechos Humanos?
Me he perdido en esto último.
-El problema es que los Derechos Humanos son universales en la retórica, pero en la práctica están circunscritos a las fronteras de cada país. Es necesario avanzar hacia una universalización de los Derechos Humanos de modo que, por ejemplo, la lucha contra la pobreza en Chad no sea algo que se haga por caridad sino que fuera en el marco de políticas globales de obligado cumplimiento. Inevitablemente tenemos que avanzar en esa dirección si queremos dar solución a los problemas globales.
A grandes problemas, grandes remedios.
-Y también soluciones locales. Hemos constatado que muchas de las soluciones solo se pueden articular desde el ámbito cercano, respetando las culturales locales, las singularidades económicas, políticas, sociales?.
Todo se resume en solidaridad, compartir recursos, experiencias?
-La solidaridad es clave. Compartir e intercambiar, porque estamos más en esa onda ahora de no ser unidireccionales, no ser paternalistas, no desembarcar en otros países con nuestro saber hacer y conocimientos, sino intercambiar visiones y aprender mutuamente. Y por supuesto, poner en cuestión nuestro modelo de desarrollo orientado al crecimiento económico, a producir más, a mayores rentas? y probablemente si queremos sostenibilidad hay que replantearse todo eso y pensar en el reparto de la riqueza?