El descenso de temperaturas marca el pistoletazo de salida de la temporada de gripes y resfriados, que suele alargarse hasta el mes de marzo y convive con nosotros durante los meses más fríos y lluviosos. Pocos se libran de una u otra dolencia. Según las encuestas, el 80% de los ciudadanos se resfría al menos una vez al año. De media, los datos indican que los adultos se constipan entre dos y cuatro veces al año, mientras que los más pequeños son todavía más propensos y lo hacen entre cuatro y ocho veces. Este año, la gripe se prevé virulenta, si se mira lo acontencido en el hemisferio sur, y el problema puede llegar adquirir tal dimensión que, por ejemplo, en una semana crítica de gripe, la registrada sin ir más lejos entre el 3 y el 9 de enero de este año, Osakidetza llegó a atender a 47.011 personas.

Aunque pueda parecer que está todo claro, existen falsas creencias en torno a estas enfermedades víricas todavía muy extendidas entre la población como, por ejemplo, que el resfriado produce fiebre o que es sinónimo de gripe. Y eso que ambas son dolencias muy diferentes.

La gripe es una infección viral aguda de las vías respiratorias superiores que aparece bruscamente y va asociada a fiebre alta (entre 38 y 40 grados), dolor muscular intenso sobre todo en piernas y espaldas, así como sensación de cansancio, debilidad y malestar general. En el caso del resfriado, los síntomas principales suelen ser mucosidad nasal, estornudos y dolor de garganta y éstos suelen desaparecer con mayor rapidez.

“Es muy importante saberlos diferenciar. En la farmacia, es muy habitual encontrarnos con usuarios que acuden buscando medicación contra la gripe, cuando en realidad tienen un resfriado común. Son enfermedades de distinto origen, y se deben combatir adecuadamente”, asegura la farmacéutica María José Alonso. A su juicio, “esta falta de conocimiento también puede afectar económicamente al usuario, comprando fármacos y complementos que no necesita”.

¿qué hay detrás? “El resfriado es una de las enfermedades víricas más comunes que existen, y está directamente relacionada con un sistema inmunitario debilitado. Además, es muy fácil contagiarse, ya que al ser una enfermedad vírica se propaga por el aire o mediante objetos contaminados. La prevención y mantener el sistema inmunológico en condiciones óptimas es vital para sobrellevar la temporada de resfriados”, asegura Francisco Marín, médico de Atención Primaria.

En estas fechas y en los cambios estacionales es cuando la población enferma con mayor frecuencia. Las principales causas por las que se pueden contraer resfriado o gripe son por los cambios bruscos de temperatura, por contagio en el entorno familiar o laboral y por tener bajas las defensas del organismo.

“En los meses de frío se produce un claro aumento de estas patologías, principalmente por tres razones. La primera porque la capacidad defensiva de la mucosa de las vías respiratorias desciende. La segunda porque se dan las condiciones de humedad y baja temperatura propicias para la supervivencia de estos virus. Y, por último, porque pasamos más tiempo en espacios cerrados, lo que favorece su propagación”, explica Eduardo González Zorzano, experto médico de Cinfa.

Una hoja de ruta muy básica para diferenciarlas sería la siguiente. “En líneas muy generales, el resfriado afecta de cabeza para arriba (mucosidad, malestar y algunas décimas de fiebre), mientras que en un estado gripal el enfermo sufre de un malestar general que afecta a la práctica totalidad del cuerpo: fiebre que oscila entre los 38 y los 40º, tos fuerte, y dolores musculares y articulares”, especifican los expertos.

causa de baja Si bien es cierto que las molestias de este tipo de enfermedades no son graves, en muchos casos resultan tan intensas que acaban alterando la vida diaria de quien las padece y repercuten en su actividad laboral y social. De hecho, la mitad de los ciudadanos reconoce que los síntomas del resfriado o la gripe les impiden continuar con su ritmo cotidiano, aunque siguen acudiendo a trabajar. Un 5% declara que ni siquiera asiste al trabajo.

Se calcula que un individuo infectado llegará a contagiar de promedio al año entre una y una persona y media más. Los niños son el colectivo que mayores contagios ocasionan, “ya que tienen más alta la capacidad de segregar virus durante más tiempo. Son así los principales transmisores, quienes aceleran la epidemia”.

Aunque a primera vista el catarro común parece más simple, a veces las cosas más sencillas son las más complicadas. Mientras que para la gripe existe una vacuna, para los constipados aún nunca se ha logrado ni una aproximación, debido a que “los virus del catarro mutan más compleja y rápidamente”. Y por ello no dispone de una cura concreta.

¿cÓMO CURARLO? El tratamiento aplicado actualmente es mayoritariamente sintomático, con antipiréticos, analgésicos, antitusivos y expectorantes. Esto quiere decir que estos fármacos actúan sobre los síntomas de la enfermedad pero no sobre su causa, por lo que el proceso de recuperación es más lento. Aún así, en 2016 se vendieron más de 26 millones de unidades de antigripales y anticatarrales en el Estado español. Los medicamentos más utilizados en el caso de la gripe son el ibuprofeno (45,4%) y los antigripales (43,4%), mientras que en el caso de los resfriados, la mayoría recurre al paracetamol (52,9%) y un 32,5% opta por el ibuprofeno.

Sin embargo, los expertos hacen hincapié en la vacunación como medida de protección para los grupos de mayor riesgo. Así, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) considera “imprescindible” que los mayores de 60 años, los que les cuidan y los profesionales sanitarios se vacunen frente a la gripe porque reduce fallecimientos y hospitalizaciones. De hecho, en el Estado español, en la temporada 2015-2016 se notificaron 3.101 casos graves hospitalizados. Además, se registraron más de mil personas fallecidas por la gripe y sus complicaciones, de las que el 64,5 % no se había vacunado. En Euskadi tampoco se pusieron esta profilaxis cuatro de cada diez mayores. Por todo ello, se registraron 229 casos graves, de los que 59 precisaron ingreso en la UCI y que conllevó el fallecimiento de 31 personas.

Los geriatras afirman que la edad avanzada supone “en sí misma un importante factor de riesgo añadido en la enfermedad gripal, incluso sin existir otras afecciones subyacentes”. El presidente de la SEGG, José Antonio López, destaca que puede causar neumonías, bronquitis, otitis y sinusitis “y puede suponer un riesgo para la vida de las personas mayores y grupos con patología crónica y factores de riesgo”. En este sentido, indica que reduce la hospitalización de personas mayores en más de un 30% y la mortalidad por todas sus causas en un 40%. Tampoco las tasas de vacunación aumentan entre los profesionales sanitarios. De hecho, apenas uno de cada tres recurre a esta profilaxis.