Bilbao - El 12 de mayo, personas, países, empresas, administraciones y grandes corporaciones vivieron el impacto de un ciberataque masivo que obligó a paralizar la actividad de muchas organizaciones en todo el mundo. Desde entonces no solo sabemos que WannaCry existe, sino que la sociedad se ha vuelto más consciente de los riesgos que se esconden detrás de la conectividad total y permanente y ha empezado a demandar más ciberseguridad. El Centro Vasco de Ciberseguridad forma parte de la respuesta a esa demanda y, aunque necesariamente tiene un fuerte componente tecnológico, su prioridad es garantizar la seguridad en la vida cotidiana de los ciudadanos y las empresas de Euskadi.

De los riesgos en el mundo digital y de las respuestas que se están arbitrando para hacer de nuestro mundo hiperconectado un espacio más seguro hablaron ayer en Bilbao la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia; el director de Administración, Defensa y Seguridad de Telefónica, José Luis Gilpérez; el director del Centro Vasco de Ciberseguridad, Javier Diéguez; el director general Territorio Norte de Telefónica, Javier Zorrilla; y el consejero delegado de Satlantis, Juan Tomás Hernani. Todos ellos dejaron claro que hay elementos suficientes para estar preocupados y alerta, pero también para confiar en la profesionalidad de quienes tienen la misión de crear un entorno digital más seguro para los ciudadanos y para sus clientes.

En la jornada dedicada a la seguridad en el mundo digital, los expertos expusieron los importantes esfuerzos que realizan los profesionales de empresas e instituciones para prever, anticipar y responder a los ciberataques. Sin olvidar, como señaló José Luis Gilpérez, que “el Armagedon puede llegar a cualquiera y en cualquier momento”, la sociedad debe ser consciente de que desde las instituciones europeas, hasta el Gobierno Vasco, pasando por las empresas tecnológicas y los centros de investigación, hay muchas personas y organismos que trabajan para garantizar una ciberseguridad atacada cada día por múltiples flancos.

En la presentación de los ponentes, Iñaki González, director de DNA, advirtió de que “ahora cualquier terminal o dispositivo de un centro de trabajo es una puerta abierta al mundo y hacia el mundo” por lo que es imperativo aumentar la formación de los usuarios y “analizar qué está ocurriendo, qué puede ocurrir y qué no queremos que nos ocurra”.

Perseguir el delito Estefanía Beltrán de Heredia, que cerró el acto, expuso la sensación de vértigo que produce conocer todas las posibilidades y riesgos que encierra Internet y señaló que “aunque estamos avanzando en ciberseguridad todavía no hemos alcanzado el umbral suficiente de confianza”. Algo que no se debe tanto al número de denuncias por delitos cometidos a través de la red -unas 8.000 denuncias al año-, como a la extensión de una sensación de inseguridad. La consejera de Seguridad indicó que la Ertzaintza, su departamento y otras muchas instancias “trabajan para que Euskadi sea un país ciberseguro” y citó dos ejemplos de la lucha contra el crimen en Internet: la recuperación por la Ertzaintza de documentos históricos, pertenecientes al patrimonio vasco, que se iban a comercializar a través de la red; y el desmantelamiento de un grupo que desde Argentina incitaba a los jóvenes al suicidio.

Desde el lado de quienes tienen la ciberseguridad como uno de sus objetivos principales, los representantes de Telefónica -Javier Zorrilla y José Luis Gilpérez- y el director del Centro Vasco de Ciberseguridad -Javier Diéguez- dejaron claro que el trabajo conjunto de administraciones y empresas está dando las respuestas necesarias para que la sociedad 4.0 avance y crezca, pero sin perder de vista los enormes riesgos que le acechan. “El problema de la ciberseguridad -explicó Gilpérez- surge cuando la actividad de los hackers empieza a ser rentable. Es entonces cuando el hacker pierde esa imagen romántica. Cuando se comprueba que los ciberataques pueden comprometer miles de equipos inocentes y que esto reporta una rentabilidad, siempre hay una mano que mece la cuna y esa mano puede estar en Rusia, en Estados Unidos o en cualquier lugar del mundo”. Gilpérez apuntó que en el Estado español el mercado de la ciberseguridad se valora en mil millones de euros, pero “es evidente que en el otro lado (el de los hackers) el volumen que se mueve es más grande y sus actividades son aún más rentables”.

También desde la perspectiva de las empresas vinculadas a la tecnología, Juan Tomás Hernani, consejero de Satlantis -una startup vasca premiada y reconocida-, habló del espacio y de los satélites como factores que pueden aportar seguridad tecnológica a las instituciones y la sociedad. Hernani señaló que los satélites comerciales, de los que ya hay 1.000 operativos en el espacio y este año se prevé lanzar 400, pueden monitorizar, revisar y vigilar instalaciones críticas para mejorar su seguridad.

Javier Diéguez, al frente del recién creado Centro vasco de Ciberseguridad, habló de “confianza digital, de competitividad y de responsabilidad social”. Indicó que el objetivo del Centro es “ser vertebradores de todas las iniciativas de ciberseguridad que tengan lugar en Euskadi” y afirmó que el organismo no es “una improvisación” sino que es fruto de una estrategia de país y de diferentes programas y planes.