La misma que se subió un 11% su sueldo nada más acceder al cargo en el Fondo Monetario Internacional (FMI); la misma que pide austeridad en los salarios y que, acto seguido trata de justificar por qué el suyo [más de 390.000 euros al año] está libre de impuestos; esa misma confesaba hace unos días que su mediación ha sido fundamental para que la Junta de gobierno del organismo que preside siga arrimando el hombro para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“No era algo que estuviera dado [?] había muchas reticencias”, revelaba Christine Lagarde al finalizar un encuentro del FMI relacionado precisamente con la sostenibilidad. “Unos cuantos economistas, algunos de alto nivel y con doctorados, decían: ¿Estudiar el rol de la mujer en la economía? ¿Medir el exceso de las desigualdades? Eso no tiene que ver con lo fiscal. Llevó tiempo y esfuerzo convencer a toda la Junta y los economistas de que no estaban desperdiciando su tiempo”, relataba a los medios.
Y todo, a pesar de que el propio FMI reconoce expresamente su compromiso con los ODS promovidos por Naciones Unidas. Así aparece recogido en una ficha técnica de abril de 2015 del organismo financiero en la que se identifican las acciones para contribuir al despliegue de esos Objetivos. Entre otras: incrementar el acceso de los países en desarrollo a recursos del FMI, créditos rápidos, apoyar los sistemas tributarios de países desfavorecidos, respaldo financiero y alivio de la deuda, abrir los mercados a las exportaciones,?
Y específicamente, un punto que dice: “Centrar la atención de los trabajos operativos en la equidad, la inclusión y las cuestiones de género, basándose en el análisis y la labor que están llevando adelante otras instituciones” y al que, al parecer, ninguno de los 24 representantes de los 189 países integrados en el FMI quiso atender por una u otra razón. Incluso en otros dosieres internos también se habla de “promover la participación económica de la mujer por medio de reformas en el mercado de trabajo y la supresión de restricciones legales”. En cualquier caso, y desvinculada por completo de esa particular lectura que hacía la Junta de gobierno del FMI acerca de dónde debería centrar sus esfuerzos este organismo, los estudios y documentos de trabajo a pie de calle del FMI corren en consonancia con el escenario mundial presente y las perspectivas futuras. En definitiva, con un desarrollo sostenible para el planeta y también para sus economías, que es la competencia de ese organismo financiero.
Así, se pone énfasis en que aumentar el trabajo remunerado de las mujeres tiene un importante efecto positivo en el crecimiento económico. De hecho, el personal técnico del FMI describe en sus informes el respaldo y apoyo a “los esfuerzos de Egipto, India, Jordania y Mali para fomentar el ingreso de la mujer en la fuerza laboral remunerada”. También se expone que en Mali, por ejemplo, la brecha educativa y la elevadísima tasa de natalidad son factores que “restringen la entrada de la mujer” al mercado laboral. La recomendación que ofrecen desde el FMI a los gobiernos es aumentar el gasto educativo, invertir en programas de capacitación para menores y, en algunos casos implantar políticas de planificación familiar.
Lagarde explicaba que, en su búsqueda de estabilidad financiera, el FMI encuentra “puntos en común” con la ONU al analizar las relaciones entre el cambio climático y la fiscalidad, la contribución por género a la economía y su crecimiento, o la desigualdad y la prosperidad. El rostro visible del FMI agregaba que “nunca hay que olvidar la D de Desarrollo” de los Objetivos, especialmente cuando muchos países de bajos ingresos del FMI se ven afectados por las consecuencias negativas del cambio climático.
“Lo que estamos haciendo, no solos, sino con el Banco Mundial, la OCDE y las Naciones Unidas, es ayudar a esos países y el mundo en desarrollo a que se centren en la movilización de sus ingresos fiscales”, una herramienta que ayuda a cumplir con los ODS, destacó. “Lo que está garantizado hoy no lo estaba hace seis años” resumía, al tiempo que insistía en que tuvo que poner sobre la mesa la relación de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible planteados por la ONU con la fiscalidad para convencer a la Junta de gobierno del FMI.