son las doce del mediodía y en torno a la puerta de la jangela se agolpan los primeros alumnos. “Biziki gose gara” (tenemos hambre), afirman algunos de los adolescentes ante el resoplido de las cocineras, que piden paciencia antes de comenzar a servir las comidas.

Es solo una de las escenas cotidianas que se repite cada día en el Liceo Bernat Etxepare de Baiona, la nueva propuesta educativa de la federación de ikastolas de Iparralde (Seaska) para que los jóvenes de entre 15 y 18 años puedan continuar sus estudios en euskera, y que hoy se inaugura con la presencia, entre otras autoridades, de la consejera de Educación, Cristina Uriarte, y del consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria.

La apuesta de Seaska ha sido rotunda. Más de 10 millones de euros de inversión y largos años de obras que han dado sus frutos: una nueva sede con capacidad para 400 alumnos que cuenta con los materiales de enseñanza más innovadores (desde laboratorios totalmente equipados hasta pizarras digitales) y unas instalaciones más que envidiables. Pasear por los pasillos del imponente edificio de hormigón decorado con madera local, es oler a nuevo y enfrentarse al polvo que todavía desprenden las pequeñas obras de acondicionamiento que se están produciendo. Las paredes son todavía impersonales, ya que los alumnos llevan pocos días de clase y ni siquiera el tablón de anuncios recoge ningún aviso. Sin embargo, estos pequeños detalles pasan casi desapercibidas para los 293 alumnos, 44 profesores y 18 empleados que han estrenado el curso más que satisfechos en su nueva ubicación.

Lo que no han pasado por alto son algunos de los tesoros que se han ido encontrando conforme han explorado la nueva instalación. La ikasleen txokoa se abarrota de alumnos en cualquiera de los descansos de la mañana o de la tarde. Allí, los estudiantes conversan en los cómodos sillones instalados o echan una partida al futbolín antes de regresar a las aulas. El área de documentación, con una extensa biblioteca, también ha sido acogida con entusiasmo.

Igual de satisfechos se muestran los alumnos de Formación Profesional, que por primera vez, tienen la oportunidad de realizar los estudios superiores en euskera, a la vez que comienzan con pequeñas prácticas en empresas de los alrededores de Baiona. Y todavía quedan sorpresas. El curso comenzó el día 4 pero el nuevo liceo no será inaugurado hasta hoy, y será ahora cuando se pueda usar una de las instalaciones estrella: el enorme y completamente equipado polideportivo. Según el director del centro, Iban Thicoipe, se trata de una de las “joyas”. Con espacios para practicar balonmano, bádminton, baloncesto, voleibol o jugar en el enorme frontón, el polideportivo se antoja como un elemento clave en el futuro económico del liceo. “El Ayuntamiento de Baiona, por ejemplo, ya se ha puesto en contacto con nosotros para que podamos ceder nuestras instalaciones para que algunas asociaciones locales se reúnan aquí. También se podría alquilar para practicar deporte. Es una buena oportunidad”, señala Thicoipe, que ansía ver la cara de sus alumnos al ver las instalaciones.

A escasos metros, un grupo de chicos se conforma con una pared de hormigón para jugar un partido de pelota, mientras uno de chicas se dirige al barnetegi, el edificio donde residen de lunes a viernes los alumnos que no pueden regresar a casa a diario, bien por la distancia o porque no cuentan con el transporte público necesario para hacerlo.

Esta es otra de las instalaciones punteras del complejo. Cuenta con tres grandes pisos, en los que los alumnos se reparten conforme al curso en el que estudian. Este año, un total de 74 estudiantes hacen uso del internado. Las habitaciones son grandes, están compuestas por tres camas y cuentan con baño, ducha y espaciosos armarios. También gozan de amplias zonas comunes donde los viernes se acumulan las maletas antes de la vuelta a casa para el fin de semana. Tanto Thicoipe como desde Seaska están orgullosos del trabajo realizado. Su elevado coste ha supuesto el esfuerzo de profesores y familias, pero el resultado “ha merecido la pena”, especialmente tras ver la reacción de los alumnos. Bernat Etxepare Lizeoa es el presente del euskera en Iparralde, pero también su futuro. Y los alumnos agradecen que la apuesta por estudiar en euskera goce por fin de unas instalaciones punteras y de calidad.