Iruñea - Como hace dos años, en el debut en Iruñea de la ganadería de José Escolar, cuando uno de los astados no quiso seguir a sus hermanos y hubo que trasladarlo después en camión desde lo corrales hasta la plaza de toros; o como ocurrió el pasado año, que otro de los morlacos se dio la media vuelta al inicio de la cuesta de Santo Domingo y realizó la carrera en solitario, el encierro de ayer estuvo marcado por la imagen de otro toro del mismo hierro dándose la vuelta a los pocos metros de salir de los corrales, lo que le obligó a terminar la carrera acompañado únicamente por los cabestros de cola y con un considerable retraso con respecto al resto de la manada, superior a los dos minutos.
Si en 2015 fue Curioso I y en 2016 Cuentacuentos, ayer le toco el turno a Diputado, que nada más percatarse del jaleo que le aguardaba unos metros por delante decidió buscar la protección de los corrales, aunque en plena huida entró en el que aguardaban los cabestros de cola, casi siempre olvidados, pero que en días como ayer demuestran lo importantes que siguen siendo.
Que algo pasa con los toros de esta ganadería resulta evidente, porque no puede ser una coincidencia que se produzca idéntica reacción en tres años sucesivos y casi en el mismo punto, junto al paso de cebra del inicio de la cuesta, cuando empiezan a ser visibles los primeros corredores y el ruido de la calle desciende veloz por la cuesta.
Menos mal que el personal estaba avisado -los pastores cambiaron el reparto de puestos ante la previsión de que se repitiera- y que Diputado, como el resto de sus hermanos, realizó una carrera intachable, noble y sin un mal gesto, porque el riesgo que supone para la seguridad de los corredores la presencia de un toro en estas circunstancias no compensa con el espectáculo que ofreció.
El segundo encierro de los Sanfermines tuvo una duración de 4 minutos y 3 segundos y dejó dos heridos por asta, ambos norteamericanos, que tuvieron la mala suerte o la escasa habilidad de estar colocados en plena trayectoria de los astados, que en la inercia de su carrera acabaron topándose con ellos.
las dos cornadas El que peor pronóstico presenta es el joven corneado en la plaza Consistorial, al que un inoportuno empujón desde el lado derecho del vallado le situó de frente a tres bureles, uno de los cuales, de nombre Sentido, le empitonó por el antebrazo durante unos interminables segundos. Poco antes, en plena cuesta de Santo Domingo, fue corneado el otro estadounidense en el glúteo por el mismo toro, que simplemente fue más rápido que él.
A efectos prácticos, que Diputado tomara las de villadiego resultó una bendición para no pocos corredores, que tuvieron la oportunidad de disfrutar por el mismo precio de dos encierros en uno. Por delante, la manada principal, con cuatro cárdenos de imponente presencia abriendo brecha, permitió momentos espectaculares para los corredores más veloces, los únicos capaces de aguantar el ritmo de la manada. Hubo opciones, sobre todo en Estafeta, para que los mozos, pese a la masificación que siempre se produce en los encierros de fin de semana, pudieran disfrutar de metros suficientes delante de los astados para descargar la adrenalina acumulada. Eso sí, había que hacerlo con decisión, porque la pelea por buscar un hueco fue descarnada.
Por detrás, cuando sus hermanos ya enfilaban la arena del coso camino de los corrales de la plaza, Diputado ascendía la cuesta de Santo Domingo como si se tratara de una estrella de cine, elegante, sin ninguna prisa, sabiéndose importante. Adelantó a los cabestros con facilidad y recorrió los últimos doscientos metros a ritmo pausado, pendiente de su alrededor, pero sin la menor intención de buscar a los corredores. Lo que no podía imaginar Diputado era el recibimiento que le aguardaba en la plaza de toros, con un pasillo humano que le mostró el camino directo que debía enfilar para reencontrarse con sus hermanos en los corrales. Como una figura.