madrid - Se llamaba Carmelo, pero decidió cambiarse el nombre por el de Carmine. Es bilbaíno y hace tiempo que vive en Nueva York, donde se integró en calidad de asociado en la familia Luchese de la Cosa Nostra. La Guardia Civil informó ayer de la estrecha colaboración de su Unidad Central Operativa (UCO) en la operación Brooklyn contra esa familia, una de las cinco mafias de la Cosa Nostra que operan en Nueva York junto con Bonanno, Gambino, Genovese y Colombo, a la que se suma DeCavalcante en New Jersey.

Una operación que se llevó a cabo a finales del mayo y que se saldó con 19 detenidos, entre ellos el bilbaíno Carmelo o Carmine (C.G.B.), de 56 años, a los que se les acusa de delitos asociados al crimen organizado, conspiración para el asesinato, extorsión, usura, asalto, fraude, blanqueo de capitales, tráfico de drogas y otros relacionados con apuestas ilegales.

Todo un abanico de delitos que, según indicaron fuentes del grupo contra el crimen organizado italiano de la UCO, podría acarrearles penas que no excluyen la cadena perpetua. Y una de las acusaciones que más pesa sobre esta familia es el asesinato en 2013 de Michael Meldish, un capo de un grupo local de narcotraficantes.

A Carmine le conocían como El Español y le tenían echado el ojo el FBI, la DEA y demás departamentos policiales de Nueva York. Como no pertenecía por su lugar de origen a la familia, solo podía integrarse en los Luchese como asociado, el último escalón de este tipo de organizaciones, encabezadas por el boss, el jefe, apoyado por un underboss (subjefe) y un consigliere (consejero). Del segundo parten otras tres o cuatro patas también de dirección, apoyadas por los soldados y éstos, a su vez, por asociados, grupo en que se encuadraba el bilbaíno. Así que para pertenecer al grupo hay que disponer de dinero o cometer acciones delictivas, que Carmine compatibilizaba con las que ejecutaba para otra familia, la de Bonanno. Porque al contrario que las mafias de la Camorra, por ejemplo, las de la Cosa Nostra no controlan un territorio concreto en el que no dejen actuar a las demás. El delito se comparte en perfecta convivencia.

Envío de droga El caso es que podría estar negociando un envío de droga desde Argentina al Estado camuflada en botellas de vino y supieron que tenía intención de viajar a Alicante quizá para mantener los contactos necesarios para llevar a cabo ese tráfico. Los agentes de la UCO le sometieron a una estrecha vigilancia, pero Carmelo permaneció una semana en un hotel de Alicante con su mujer y su hijo de turismo. Ni un solo contacto sospechoso en los siete días pudo detectar la Guardia Civil, que no dejó ni un minuto de vigilarle. Pero el bilbaíno volvió un tiempo más tarde al mismo hotel y allí sí que se le pudo ver con un underboss, un capo que había hecho el trayecto Nueva York-Sicilia-Madrid-Alicante. Carmine llegó a Alicante también desde esa misma ciudad estadounidense con escala en Madrid. Ya en la capital alicantina, los agentes de la UCO establecieron un importante dispositivo de investigación y de una exhaustiva vigilancia y comprobaron que ambos hablaban de futuras operaciones de tráfico drogas y de blanqueo de capitales, pero no contactaron con nadie en el Estado.

En Estados Unidos el simple hecho de hablar para organizar un delito está considerado conspiración para, en este caso concreto, traficar con droga. Ambos regresaron a Nueva York y el 30 de mayo reventó la operación Brooklyn y fue detenido junto con los otros 18 miembros de la Cosa Nostra.

Carmelo o Carmine, al igual que el resto, fue arrestado a las 6 de la mañana del 30 de mayo. Y una curiosidad. El bilbaíno es uno de los detenidos más jóvenes, ya que el capo tiene ni mas ni menos que 81 años, su segundo 82 y alguno de las escalas inmediatamente inferiores, 86. Por eso, es habitual que una bolsa con medicinas acompañe a los arrestados.