Bilbao- A día de hoy, confiesa Aitor Zabalgogeaskoa (Bilbao, 1964), “no hay muchas razones por las que pensar que esta guerra [la de Siria] acabe mañana”. A pesar de ello, él regresará a la frontera turca la semana que viene para enfocar la atención y los recursos de Médicos Sin Fronteras.
¿A cuántas personas atiende Médicos Sin Fronteras en Turquía?
-No atendemos a refugiados porque el despliegue que hizo el Gobierno, la sociedad turca y la mayoría de las organizaciones internacionales es suficiente, más o menos. Tenemos un programa en una ciudad fronteriza.
Se refiere a Killis ¿verdad?
-Sí. Tiene 80.000 refugiados y 80.000 habitantes. El 97% del trabajo se hace dentro de Siria mediante los hospitales que tenemos abiertos y apoyando a equipos médicos, hospitales y centros de salud que no son de MSF.
¿Todavía quedan hospitales en pie?
-Tres y tres centros de salud. En el norte de Siria. Y apoyamos a entre 140 y 149 hospitales, centros de salud, bancos de sangre, ambulancias,?
Esta segunda edición de ‘Testigos del olvido’ sigue hablando de conflictos olvidados. ¿Por qué?
-Me figuro que tampoco hay tanto sitio para contar todo lo malo del mundo. Siria se lleva las planas de periódicos y televisiones y otros lugares desaparecen. Colombia, por ejemplo, fue el foco de la actualidad por los acuerdos de paz; pero es el segundo país que más desplazados internos tiene en el mundo: unos tres millones de personas y eso no ha variado de un día para otro porque se haya llegado a un acuerdo. Lo mismo ocurre en Etiopía, Níger,? Al final, son millones de personas que no aparecen porque no hay detrás un tema económico o político de actualidad.
Y entre esos millones de personas están los menores.
-Las capas más vulnerables, que no se pueden valer por sí mismas. También las personas mayores y las familias que de alguna manera terminan no siendo completas... Madres solteras o viudas que llevan familias numerosas, padres que terminan atendiendo a familias de otras familiares,? Hay un montón de grupos diferentes que al final son un colectivo mayor que el que es capaz de buscarse la vida para cosas básicas de educación, salud, trabajo?
¿En Killis también se reproduce ese perfil?
-Muchísimo. Al principio todo eran mujeres cabeza de familia, viudas, o con hombres dentro [en Siria] atrapados o combatiendo. Y haciéndose cargo de familias extendidas.
¿MSF se ha planteado volver a Siria?
-De momento estamos manteniendo los equipos dentro con personal nacional.
Personal nacional, y esencial...
-No me gusta soltar estas frases pero lo que están haciendo es heroico. Sus familias han pasado a Turquía, se han quedado solos aguantando el chaparrón y sirviendo a sus comunidades y vecinos. Llevan ya seis años y han visto mucho y lo han pasado muy mal. Son los que están haciendo lo poco que se puede hacer allí dentro que es ayuda de emergencia, mantener ciertos programas de salud y cirugía.
¿Y cómo lo hacen?
-Todo por telemedicina, Skype? Imagínate estar diez horas al día delante de Skype viendo cómo opera tu compañero y sabiendo que no puedes poner la mano. Es muy difícil.
¿Y tienen ganas de quedarse?
-Hay de todo. Hay mucha gente que nos dice directamente que quieren trabajar con nosotros por el prestigio de MSF pero que en cuanto tengan dinero se van. Es uno de los grandes problemas que tenemos. Están bien formados y tienen posibilidades en el Golfo, en Europa,... En cuanto logran los 6.000 euros para coger una patera se van...
MSF ¿querría dar más?
-Estamos haciendo lo que podemos y no lo que debemos. Es que estamos contra la pared. Eso que llamamos hospitales son sótanos de zonas industriales, de escuelas... Todo está montado de forma provisional; todo es susceptible de ser destruido en cualquier momento. Las condiciones son muy malas. Y hacemos lo que buenamente podemos, más que lo deberíamos estar haciendo.
¿Esperanzas?
-Soy pesimista. Cada vez que me toca venir digo que va a durar más y por ahora nadie me ha quitado la razón. En Líbano fueron 15 años; en Irak empezó en 2003?. No hay muchas razones por las que pensar que esta guerra acabe mañana.