Donostia - Trabajan en uno de los centros punteros del Estado en investigación, vienen de las universidades más prestigiosas del mundo y son mujeres. Las tres se encuentran en treintena, en la etapa científica en la que se están estabilizando y en la que más se les exige. Por lo que, si trabajar como investigador ya es algo complicado e inestable, acceder a ello siendo mujer es más complicado. Según estas tres investigadoras del centro Biodonostia, la conciliación es uno de los problemas más importantes, pero también la percepción que se tiene en la sociedad de las mujeres en este ámbito.
María Caffarel es de Madrid y llegó a Biodonostia en el año 2015, desde la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido para trabajar en cáncer de mama. Idoia García es de Donostia, trabaja en una línea de cáncer infantil dentro del grupo de oncología celular. Realizó su tesis en el Hospital San Juan de Dios en Barcelona y después estuvo en la Universidad de Carolina del Norte en EE.UU.. Y, finalmente, Matxus Perugorria es de Bera, realizó la tesis en la Universidad de Navarra y su especialización han sido las enfermedades hepáticas y, específicamente, la cirrosis hepática y el hepatocarcinoma, el tumor primario que se genera en el hígado.
Todas, investigadoras de prestigio, que, gracias a Ikerbasque, han conseguido una cierta estabilidad, ya que explican, tener un contrato de cinco años en este sector no es lo más común. Para Idoia supuso una “cierta tranquilidad mental” para estar “por lo menos cinco años con trabajo”, porque suelen ser de dos o tres años y, si no, “si tienes suerte te suelen hacer de seis o nueve meses y te van alargando según el presupuesto”. Matxus señala que para ella fue “una alegría”, además, ahora que acaba de conseguir la prestigiosa beca Ramón y Cajal, con la que dirige su propia línea de investigación en cirrosis hepática.
El último Informe Mujeres Investigadoras del CSIC constata que en la Unión Europea, a pesar de que más del 60% de los títulos universitarios los obtienen las mujeres, solo el 45% de los doctorados los consiguen ellas. Idoia explica que en los niveles de doctorado “todavía no se nota el cambio”, pero en un punto más avanzado de la carrera, cuando entras en niveles de postdoctorado, se nota “una diferencia abismal”. Matxus añade que la solución no puede pasar siempre por la discriminación positiva, ya que “si se hace mal puede ser contraproducente”. Por lo que hay que tomar medidas, como por ejemplo, hay becas que se consiguen cuando quieres estabilizarte que tienen en cuenta factores como la maternidad, por lo que en vez de los últimos cinco años de currículum, te tienen en cuenta los últimos seis. Destaca que lo que hacer falta son modelos a seguir para las siguientes generaciones porque, “lo único que ven son hombres como jefes”.
Conciliación Idoia apunta que “hay medidas que se están tomando que son necesarias, pero no son suficientes”, ya que “hoy en día seguimos teniendo problemas”. Entre otras cosas, destaca que uno de los mayores problemas de esta brecha de género es la falta de conciliación. Solo hay que observar las cifra y es que el salto en el que se ve ese “cambio tan drástico” entre el número de hombres y mujeres que siguen adelante en su carrera científica “coincide normalmente con la edad en la que la mujer es madre o quiere formar una familia”. Por lo que “no se están tomando suficientes medidas para poder conciliar tú trabajo con tú vida personal”, ya que “al final, generalmente, la que más sacrifica en estos casos es la mujer”. María e Idoia, ambas son madres de dos niños y reconocen que “es un dilema difícil”.
También recuerdan que, para acceder a un trabajo como investigadora, siempre les miran los últimos años del curriculum y lo que tienes que hacer es conseguir proyectos, aplicaciones, patentes, escribir artículos, dar clases, dirigir tesis, dirigir a estudiantes? “Hay mucha presión, todo es muy competitivo”, destaca Idoia, porque “siempre vas a estar compitiendo con quien no ha hecho un parón en su carrera”. “Te están exigiendo mantenerte en esa rueda con un esfuerzo que a veces es muy difícil de compatibilizar, al final es un sacrificio y un esfuerzo muy grande el que hay que hacer”, señala.
Discriminación “Pero también hay discriminación, aparte del hecho de la maternidad”, afirma María. Por ejemplo, a Ikerbasque le piden más contratos de hombres que de mujeres. María cuenta que hay estudios que demuestran que con un mismo curriculum “se valora mejor si viene de un hombre”. A su juicio, “la sociedad todavía estamos acostumbrados a que el papel del que manda o del jefe lo tengan los hombres y ahí también hay poca visibilidad de las mujeres”, de hecho apunta que “no sé cuántas mujeres científicas conocemos, Marie Curie y Margarita Salas”.
Esta última, precisamente, participó en la campaña Cambia las Cifras, impulsada por la ONU, para luchar contra esta situación. Y es que un sondeo publicado hace un par de años concluia que el 63% de los españoles creía que las mujeres no valen para científicas de alto nivel. “Es para echarse las manos a la cabeza”, destaca María. Por su parte, Idoia señala que en los congresos científicos cuando una mujer quiere opinar “tiene que levantar la voz para hacerse oír, es como que hay más respeto aunque sea sutil cuando habla un hombre a cuando una mujer está intentando debatir o explicar alguna idea”.
“Entendemos que en ciencia y, en otros ámbitos, el liderazgo como algo típicamente masculino, como que hay características de los hombres que se han valorado muy positivamente para llegar a triunfar”, apunta María. Pero en cuestiones como el trabajo o la docencia, “lo hacemos mucho mejor las mujeres”, reconoce Matxus, aunque a la hora de contratar “no se tienen en cuenta esos valores, todo son números”.
A las próximas generaciones de investigadoras, María Caffarel también les aconseja que “se animen, que es un trabajo maravilloso y que lo van a hacer fenomenal”. Y, aunque “es un trabajo muy vocacional si te gusta, encuentras tiempo para dedicarle”, apunta Idoia, pero les recuerda “que estén preparadas para trabajar duro, porque nadie se lo va a poner fácil”. “Pero, sobretodo, que no tengan miedo”, apunta Matxus, “porque el miedo a veces te frena a hacer cosas, pero si quitas ese miedo el conocimiento lo que te da, es mucho más”.