4.699 personas han muerto este año en el Mediterráneo, intentando alcanzar la seguridad de la Europa comunitaria. Más de 13 personas cada día, huyendo de conflictos armados o violaciones de derechos humanos. 25.000 muertes en los últimos 15 años. Mueren ahogadas, porque Europa les cierra las vías seguras de entrada. Son personas con el Derecho Humano a la Protección Internacional. No buscan caridad, ni solidaridad, ni ayuda humanitaria. Sólo poder acceder a su derecho al asilo, que es un derecho humano y universal.
Pero Europa no les reFuGia; les rePuDia. De los compromisos de reubicación asumidos por el Estado español el año pasado hacia quienes huyen de la guerra de Sriia, sólo se ha acogido al 4%. El resto busca desesperadamente “autorreubicarse”. El verano pasado murieron 71 personas procedentes de Siria asfixiadas en el camión frigorífico en el que intentaban entrar clandestinamente a Europa. Y Siria, Eritrea, Irak, no son los únicos orígenes de los 65 millones de personas en el mundo obligadas a abandonar sus casas y solicitar protección internacional. También salen de Ucrania, Venezuela, Nigeria, República Centroafricana... En la República Democrática del Congo, cada hora 48 mujeres y niñas son víctimas de violencia sexual y torturas. Allí violan a las mujeres para obligarlas a abandonar sus tierras y poder extraer de su subsuelo el coltán de nuestros móviles y tablets. En otros casos, en otros países, son otras persecuciones: por motivos religiosos, políticos, étnicos, de orientación sexual....
Estas personas huyen; y su viaje no aacaba aquí, ni siquiera para el escaso porcentaje de personas que logran entrar en países europeos. El Estado español en 2015 sólo concedió el estatuto de refugiadas a 220 personas; 15.000 habían solicitado asilo. Y en nuestras ciudades, nuestros pueblos, vuelven a ser perseguidas por quienes enarbolan ideologías xenófobas. El País Vasco está a la cabeza de los delitos de racismo en el Estado español. Uno de cada cuatro ocurre en Euskadi.
Así que ayer y hoy, 18 de diciembre, con motivo del Día Internacional de las Personas Migradas, Vitoria-Gasteiz ha salido a la calle vestida de luto. “Doblan las campanas”, como escribió el poeta inglés John Donne. Pero no nos equivoquemos. No doblan sólo por esas 4.699 personas muertas. Ni doblan sólo por los 65 millones de personas desplazadas forzadas o por las víctimas de los delitos de odio que se producen aquí. Lo explica Donne en su poema: “Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza de continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida. Ninguna persona es una isla, la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a la humanidad. Por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.