DONOSTIA -Dice usted que se puede mantener el cerebro en forma para alejar el Alzheimer.

-Sí, hay muchas cosas que están en nuestra mano y que con un poquito de esfuerzo nos pueden venir muy bien para disminuir nuestro riesgo de sufrir Alzheimer.

¿Por ejemplo?

-Por ejemplo si ahora en todo el mundo se decidiera practicar un 25% más de ejercicio del que se hace, se reduciría el número de casos actual en un millón.

Yo creía que el entrenamiento necesario era el mental, no el físico.

-Claro pero es que no podemos olvidar los factores de riesgo, lo que se llaman los siete pecados capitales.

¿Siete pecados? Enumérelos.

-Uno, nivel educativo bajo pero no porque no se tengan estudios, sino por no tener curiosidad por aprender cosas nuevas. Dos, depresión y aislamiento social. Tres, hipertensión arterial. Cuatro, diabetes. Cinco, obesidad. Seis, sedentarismo, y siete, tabaco. Si uno hace más ejercicio físico va a adelgazar, no fumará, controlará mejor la diabetes y la hipertensión. Así que haciendo ejercicio estás actuando sobre cinco o seis variables. Y además el hecho de hacer deporte da oportunidad de socializar y mejora tu autoestima. Simplemente con estas actuaciones, que deben ser medidas de salud pública, se previene el riesgo de Alzheimer.

Esos factores de riesgo se asocian a otro montón de enfermedades.

-Claro. Además va a reducir el riesgo de ictus, va a mejorar la salud cardiaca... porque va todo muy unido. De hecho en el cerebro de la mayoría de personas que mueren con un Alzheimer, además de los cambios propios de la enfermedad hay cambios relacionados con lesiones vasculares. Por eso cuidar la función vascular es positivo para el Alzheimer. Y eso quiere decir mantener el cerebro en forma.

Sostiene que podemos aprender a cualquier edad. Pero siempre se dice que los niños son esponjas y los adultos somos pedernales.

-Pero capaces de aprender. Hay dos propiedades que tiene el cerebro que son maravillosas. Una es la neurogénesis, la capacidad de generar nuevas neuronas, y la otra es la plasticidad, que tiene que ver con la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones. Y el aprendizaje tiene mucho que ver con la plasticidad porque aborda la conexión entre neuronas, y la potenciación de redes y circuitos neuronales. Y el cerebro es plástico desde que nace hasta que muere.

Aprender de mayores sí, pero será más lentamente.

-Aprendemos diferente. Aprendemos usando estrategias distintas a las que utiliza un niño o un chaval. Hubo hace años un estudio, que fue bastante polémico, que venía a decir que a la hora de aprender un nuevo idioma los adultos son mejores que los niños, aunque parezca mentira y resulte contradictorio. Lo que quería decir era que los adultos eran más eficientes porque usaban mecanismos del lenguaje que van desarrollando con el tiempo. Eso lo que viene a demostrar es que uno puede aprender inglés con 60 años.

Un mensaje muy positivo.

-Y hay más. Un estudio que, todavía está en marcha en Chicago, está comparando y analizando a personas por encima de los 85 años. Los han dividido en dos grupos. Unos con un envejecimiento exitoso y otros con un envejecimiento normal. La principal diferencia no está en que hayan sido más inteligentes o hayan cursado carreras más complicadas. La diferencia sustancial cuando analizan sus cerebros con aparatos de resonancia tiene que ver con el manejo de las incertidumbres, con la toma de decisiones, o con el espíritu con el que uno se enfrenta a la vida. Y lo que están viendo en esos que envejecen de forma exitosa es que con el paso de los años, esa parte del cerebro se atrofia un 30% menos que los que tienen un envejecimiento normal.

¿Y eso quiere decir...?

-Que el mantenerse optimista, el mantener la curiosidad, las ganas de aprender, es francamente positivo para envejecer con éxito y para mantener el cerebro en forma y prevenir el Alzheimer. El mensaje que hay que lanzar es que hay muchas cosas por hacer. No tenemos que ser derrotistas ni echarnos en brazos del fatalismo diciendo “voy a envejecer y voy a terminar con un Alzheimer”.

Sin embargo a nivel farmacológico no hay buenas noticias. Una agencia sanitaria francesa ha recomendado no subvencionar los fármacos por su dudosa eficacia.

-A la hora de tomar esas decisiones, que son políticas, lo que se exige es contar con estudios de costes y eficiencia que no están hechos. Si uno está usando un medicamento que lo único que hace es prolongar las fases más avanzadas de la enfermedad, evidentemente es una estrategia cuyo coste efectividad no compensa. Sin embargo, si uno está usando un fármaco que lo que hace es mejorar la calidad de vida porque logra que la enfermedad se mantenga de una manera más controlada, eso igual si es costo-efectivo.

¿El arsenal terapéutico disponible funciona? Porque desgraciadamente la enfermedad no se puede curar.

-Es un tratamiento sintomático que lo que hace es que la evolución de la enfermedad sea más benigna pero no revierte la situación, ni cura. Son tratamientos que hacen que el curso sea mejor pero hay que entender que se va empeorando gradualmente a pesar de tomar la medicación. Eso cuesta asumirlo pero es así. Pero las cosas están cambiando mucho. Y cada vez lo que se pretende con los fármacos es utilizarlos en fases mucho más precoces de la enfermedad. Incluso antes de que aparezcan los síntomas. Si queremos derrotar al Alzheimer ese el gran reto que tenemos por delante. - C. Lago