barcelona - El cardiólogo Valentín Fuster, que acaba de publicar junto con el periodista científico Josep Corbella el ensayo La ciencia de la larga vida (Planeta/Columna), considera que “la vejez se puede empezar a controlar ya desde el nacimiento”. En una entrevista con Efe, Fuster, director del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y del Mount Sinai Medical Center de Nueva York, asegura que “la vejez no necesariamente ha de ser vista como una etapa de declive inexorable, y para evitarlo se debe empezar pronto con una educación positiva”.

Ese declive, añade, se puede frenar, pues “la edad cronológica a veces no refleja la edad biológica”, y cuanto antes en la vida uno decide que esto es así, es mejor. La falta de ejercicio físico, la obesidad, el tabaquismo, la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto no tratados son aspectos que van dañando el cuerpo, y cuando se llega a la edad de 60-70 años acaba afectando a la salud, sostienen los autores de La ciencia de la larga vida, Valentín Fuster y Josep Corbella.

“Nunca es tarde para remediarlo”, advierte Fuster, “pero lo ideal es hacerlo cuanto antes, lo ideal es comenzar con los niños, pues, de hecho, la vejez se puede empezar a controlar ya desde el nacimiento”, asevera el prestigioso cardiólogo.

Josep Corbella explicó, por su parte, que “los datos desmienten los múltiples prejuicios que hay en torno a la edad y demuestran que no hay un declive inexorable y que el envejecimiento se puede frenar, algo que nunca había sido posible, se puede modular”. De hecho, a nivel emocional, a partir de los 50 la mayoría de las personas se sienten más felices y con más plenitud”, apunta Corbella, quien subraya que no se puede hablar de un menor rendimiento intelectual, pues “algunos tipos de inteligencia empeoran, pero otros mejoran, como los basados en la experiencia, que te permite contemplar aspectos sutiles; o la capacidad de interpretar emociones en las caras de los demás”. Al final de cada capítulo del libro, los autores han incluido un consejo final, entre ellos: “No espere a encontrarse mal para empezar a cuidarse”.

Indicó Fuster que “para que los adultos den importancia a la salud y la tengan como una prioridad en sus vidas, deben comenzar temprano, siendo niños”. A su juicio, se debe comenzar por el cerebro, “pensando en la necesidad de cuidarse”; luego, actuando en familia, en comunidad, porque “la acción debe ser de conjunto y debe haber una motivación especial para tener en el futuro más calidad de vida”; y, finalmente, tener claro que “el ejercicio es fundamental”.

manterse activo El cardiólogo transmitió un consejo común a todas las personas: “mantenerse activo física e intelectualmente, y conservar tu vida social, porque en la naturaleza todo lo que no se utiliza se degrada y se pierde”. Además, a partir de los 50 años, es imprescindible “no fumar, practicar actividad física, tener una dieta saludable y, en caso de beber alcohol, hacerlo con moderación”.

Para prevenir las enfermedades cardiovasculares, Fuster aconseja “controlar la tensión arterial una vez cada dos años, los niveles de colesterol y de azúcar en sangre, y si se es fumador se ha de mirar un posible aneurisma de aorta abdominal a partir de los 65 años”.

En relación a los cánceres, los mayores de 50 años deben hacerse pruebas de diagnóstico precoz del cáncer colorrectal, mamografías cada 1-2 años y citologías por lo menos una vez cada 3 años; y asimismo, continúa Fuster, se debe hacer una prueba de detección de la depresión, un test de osteoporosis a partir de los 65 y vacunarse cada otoño contra la gripe.

La alimentación debe ser variada y en cantidad y calidad adecuadas, para evitar la obesidad: “La obesidad no mata, pero lleva a una presión arterial y a un colesterol altos”.

Los autores cuestionan incluso cierto determinismo que se atribuye a la huella genética, porque “la estructura genética puede cambiar en función de nuestra conducta (la dieta, el ejercicio físico, el tabaquismo)”. Aunque Fuster consideró que “la dieta mediterránea es la ideal para vivir muchos años, la cuestión es que, quizá se está dejando de seguir, porque resulta más fácil tender a comer alimentos procesados”. No menos importante es, según el cardiólogo, “tener conciencia de una misión en la vida, que tiene que ver con la actitud de tener algo que hacer por alguien o por alguna causa”.