Pamplona - Su esfuerzo por enseñar a las mujeres a defender sus derechos como personas ha llevado a Maitena Monroy a multitud de países en los que ha podido comprobar cómo actúa el machismo.
Ha trabajado en muchos países del mundo, ¿qué similitud destacaría?
-En todos los lugares del mundo les han contado el mismo mal cuento. Les dicen que tengan cuidado con lo que hacen y dónde van, no les vaya a pasar algo que hay mucho loco suelto. No nos dicen que nos podemos defender, que tenemos derecho a nuestro propio cuerpo y a ser respetadas, a caminar con seguridad, que si nos pasa algo lo que podemos hacer es gritar fuego... Ni siquiera nos dicen qué es eso que nos puede pasar. Además nos responsabilizan porque si algún día nos pasa algo nos dirán que ya nos los advirtieron y, por si eso fuera poco, le quitan la culpa a los agresores porque nos hablan de que son locos cuando sabemos que la mayoría son conocidos de la víctima.
¿En qué zonas le ha costado más hacer entender que las situaciones del día a día son machistas?
-Justamente en estas latitudes y con mujeres jóvenes, adolescentes. Hay muchas que creen que esto son cosas del pasado porque les hemos dicho que tienen derecho a la igualdad pero no les hemos advertido que hay mucha gente que va a ponerles muchas trabas simplemente por el hecho de ser mujeres y que incluso van a poder ejercer violencia contra ellas cuando simplemente reclamen el derecho de poder estar en cualquier espacio sin ser agredidas. En países donde la discriminación es tan brutal que ni siquiera en ámbitos formales y legales se tiene reconocida la igualdad resulta mucho más fácil trabajar. Esto es muy enriquecedor porque me permite contextualizar en qué realidad nos estamos moviendo, que es la del espejismo de la igualdad, algo que genera situaciones de indefensión porque estas chicas jóvenes no son capaces de advertir esta desigualdad y piensan que la culpa es suya, que son malas madres...
¿Ha tenido problemas en algún país para impartir estas formaciones?
-Sí, de hecho le hemos tenido que cambiar el nombre porque la palabra feminismo desde el desconocimiento provoca muchas veces rechazo. Incluso hemos tenido que aprovechar que soy una profesional sanitaria para entrar por el tema de los cuidados, pero eso en el fondo no importa. Lo importante es poder llegar a cualquier lugar con el mensaje de que podemos luchar contra la violencia hacia las mujeres y trabajar por la igualdad.
¿Qué opina de la defensa personal para mujeres?
-Me parece una formación totalmente válida y que puede llegar a salvar vidas, aunque la violencia a la mujer va más allá de una agresión física. De poco me sirve saber defenderme físicamente si cuando mi pareja me controla yo pienso que eso es amor. El amor romántico nos dice a las mujeres que tenemos que olvidarnos de nosotras mismas para cuidar a los demás, pero las perspectiva feminista nos muestra que aquello que seas capaz de hacer por otra persona es lo que tienes que ser capaz de hacer para ti. Muchas mujeres que acuden a los cursos de autodefensa tienen problemas cuando se plantea la posibilidad de hacer una defensa física ante una situación de violación, les da miedo hacer daño incluso en una situación de riesgo vital. Sin embargo cuando les planteas lo mismo si estuviesen violando a su hermana o a su hija no dudan. Tenemos que poner en el centro de la vida nuestra propia mismidad y a partir de ahí trabajar en el empoderamiento tanto individual como colectivo.
¿Hasta que punto la violencia es una reacción natural?
- La violencia no es natural, es algo cultural. Hemos aprendido a solucionar los conflictos a través de la violencia y hay muchas chicas que buscan llegar a ser tan crueles o más que los hombres machistas. No es una cuestión de intentar ser igual de crueles porque esto es una anulación como sujeto para convertirse en una esclava. Que el hombre sea el dios que determina tu mundo y te diga hasta el color de tu ropa no se soluciona pegándole, es todo un procedimiento de empoderamiento, de reconocimiento. Siendo de Bilbao me llama la atención que hayamos aprendido que los conflictos políticos no se resuelven con violencia y sin embargo mucha gente sigue pensando que en las relaciones personales los conflictos se resuelven a través de ella.
Las mujeres que acuden a estos cursos y que seguramente tienen más instaurados los valores feministas, ¿siguen aceptando y compartiendo inconscientemente actitudes machistas?
-Sí, de hecho yo creo que todas las personas, incluida yo, tenemos prácticas y prejuicios machistas porque somos frutos de esta sociedad machista, el problema es no verlo porque si no tienes las herramientas para reconocerlo no vas a poder tampoco combatirlo.
¿Por qué resulta tan complicado poner en práctica las actitudes feministas incluso conociéndolas?
-Porque cuestiona mucho lo personal. En primer lugar nadie quiere desencajar y cuesta mucho romper con las normas sociales. Cuando hablamos de discriminación contra las mujeres hablamos de no poder elegir. Hay tantas resistencias porque tiene que ver con cosas tan básicas con el cómo queremos a otra persona.
¿Qué papel juega el hombre en el feminismo?
-El siglo XXI tiene que ser el momento en que los hombres se posiciones. Ya hay una parte que están posicionados, pero ahora es cuando tenemos que conseguir que la causa de las mujeres se convierta en la causa de la humanidad. Hay muchos hombres que no se definen como machistas pero sin embargo piensan que cualquier asunto que trate de la igualdad no va con ellos y no es así, porque de lo que estamos tratando es de la igualdad de las personas. Este es el siglo de los hombres, en el que se tienen que posicionar con claridad y tener un papel activo de desacreditar a los machistas que pueda haber en su entorno y no ser cómplices. Si te llega un vídeo machista a tu móvil, por ejemplo, llama la atención a tu compañero y dejarle claro que no aceptas esas actitudes.
¿Quién es más machista, los hombres o las mujeres
-Me resulta muy complicado poner un adjetivo de intensidad, aunque sí hay una diferencia. Mientras que el hombre machista obtiene un beneficio las mujeres que tienen un comportamiento puede que a corto plazo obtengan un beneficio y se adapten al medio, pero a medio y largo plazo están tirando piedras hacia su tejado.