- Asier Hilario, geólogo experto en los vestigios de más de 50 millones de años que conforman el Flysch de Zumaia, es el director científico del Geoparque de la localidad guipuzcoana. Para él, así como para sus colegas de profesión, los terremotos, pese a la gran cantidad de víctimas y sus devastadoras consecuencias, “son fenómenos muy habituales”.
¿Cómo surge un terremoto como el de Italia?
-La corteza de la tierra es un gran puzle compuesto por muchas piezas que chocan entre ellas y es en esos lugares es donde se pueden generar terremotos. Italia es una zona de alto riesgo sísmico y el registro histórico así lo demuestra. Por el norte tienen la placa europea, por el sur la africana, y además, por el este, tienen una microplaca, la placa adriática. En las zonas de contacto entre ellas se genera una gran cantidad de tensión que se contiene hasta que no se puede aguantar más y se genera un terremoto.
En Euskadi no son habituales los terremotos, ¿podría darse uno aquí?
-Desde la perspectiva geológica, Euskadi, en general, es un territorio bastante estable y de bajo riesgo sísmico. Existe un riesgo algo mayor hacia la parte este de Gipuzkoa y Nafarroa. Ello tiene que ver con la cercanía a los Pirineos, que se formaron por el choque entre la placa ibérica al sur y la placa europea al norte. En este inmenso choque se generaron muchas fallas -fracturas- y aún hoy en día algunas pueden moverse un poco para liberar esa tensión acumulada. Todos los años hay en Euskadi pequeños terremotos de 2 o 2 y algo en la escala Richter que apenas son perceptibles.
Además de Italia, ¿qué otras zonas son de alto riesgo sísmico?
-Aquellos lugares donde chocan las grandes placas, que al ser más grandes tienen más potencia. Algunos lugares de estos serían, por ejemplo, la Cordillera de los Andes, donde chocan la placa del pacífico y la placa sudamericana o el Himalaya, donde colisionan la placa índica y la placa asiática. Aunque otra zona con muchísimo riesgo es lo conocido como el Anillo de Fuego, es decir, la zona de Japón. Allí coinciden más de una placa: la Euroasiática, la Norteamericana, la Filipina y la del Pacífico.
Japón, pese a ser una de las zonas de mayor riesgo, está muy preparado en caso de que se de un seísmo. ¿Cómo se puede preparar un país ante un movimiento de este tipo?
-Sí se puede estar preparado y las consecuencias del terremoto dependerán mucho de la preparación, tanto a nivel de materiales como a nivel humano. En cuanto a los materiales, existe la ingeniería sismoresistente, que se encarga de mejorar los materiales y las estructuras para que aguanten mejor en caso de terremoto. No obstante, cuando el movimiento es de 9 u 8 en escala de Richter no hay nada que resista, pero en movimientos de 5,6 y 7 en las escala hay grandes edificios que han resistido perfectamente porque fueron diseñados para que un temblor no produjera ningún daño importante en la estructura. Aunque la preparación no se debe quedar en eso y hay que también trabajar en la educación. En Japón, donde los movimientos sísmicos están casi en el día a día, los ciudadanos saben muy bien que tienen y que no tienen que hacer.
¿Cuándo causan más daño los seísmos?
-La aplicación de la ingeniería sismorresistente es importante, aunque esto se hace solamente en los países en los que pueden hacerlo porque tienen esa tecnología, la han desarrollado, la conocen y tienen los medios para utilizarla. Países con el mismo riesgo que Japón pero que no tienen la capacidad de construir edificios sismorresistente, cada vez que tienen un terremoto se cae todo encima. Eso es lo que sucedió en el terremoto de Nepal de hace poco más de un año. En las consecuencias de un temblor influye, también, la profundidad a la que se produzca el epicentro -el lugar donde la tensión que genera un choque de placas se libera-. Si el epicentro es más cercano a la superficie generará mayor destrucción. En el caso de Italia, que se habla de una profundidad de 4 kilómetros, se trata de un epicentro relativamente somero.
¿Está Euskadi preparada para un temblor de estas características?
-Euskadi es en un territorio de muy poco riesgo sísmico, por lo que no estamos preparados, pero porque no se prevé que se vaya a dar uno. No estamos mal porque la mayoría de los edificios, pese a no ser sismorresistentes, sí son sólidos. Y desde el punto de vista de la educación no estamos preparados pero porque no se prevé. Además, se conoce el terreno lo suficientemente bien como para que esa previsión de que no vaya a suceder sea fiable.