Bilbao - Frases amenazantes tipo; “te vas a enterar”, “esto lo vamos a arreglar en la calle” o “ya sé por dónde vives”, gestos airados, e incluso palmetazos. Los médicos vascos perciben que se ha perdido el respeto hacia su figura y aseguran que se sienten coaccionados por muchos pacientes que recurren a la intimidación para que les prescriban una receta médica o les tramiten una baja laboral. En concreto, un 33% de los facultativos de Atención Primaria confiesa haber recibido presiones para emitir recetas en contra de su criterio, o para dar una incapacidad laboral sin motivo fundado, a lo largo de su trayectoria profesional.

Y es que no solo se ven presionados por los seguros o las mutuas para acortar las bajas o por las farmacéuticas para no recetar genéricos, en demasiadas ocasiones son sus propios pacientes los que les ponen entre la espada y la pared. La sensación entre los facultativos es que ha crecido la violencia en la relación médico-paciente. De igual manera parece darse una sensación de pérdida de respeto a la figura del médico, en un 53% aseguran, y un mayor nivel de frustración del enfermo. Afirman que un 75% más que antes se rebela cuando no consigue lo que espera. Son las conclusiones extraídas de la última encuesta del Consejo de Médicos del País Vasco sobre agresiones a facultativos, con datos referidos a 2015. El estudio de Gizaker está basado en 1.060 entrevistas.

Y es que, según el psiquiatra Patricio Martínez, presidente de la Confederación de Sindicatos Médicos, “de forma sutil, el político-burócrata, los tecnócratas y los gestores administrativos han ido modificando la denominación del sujeto enfermo. Y así pasamos de paciente a enfermo, de enfermo a usuario y actualmente de usuario a cliente. De lo que se concluye que el cliente siempre tiene la razón. Por primera vez el médico propone y el enfermo dispone”, asegura categórico.

Los expertos coinciden. “La percepción del médico ha cambiado. De ser una referencia, una autoridad moral y profesional y un consejero de la familia en la toma de decisiones, ha pasado a estar cuestionado”. Esto se traduce en que al menos uno de cada cuatro sufre algún episodio de tipo violento. La mayoría no se ha librado de las agresiones verbales ya sean insultos o amenazas. Y siete de cada diez médicos vascos se quejan de que las tensiones en la consulta entre profesionales y pacientes se han disparado.

Con esta premisa, la estadística de agresiones sitúa la tasa en un 10% para el conjunto de la CAV, aunque Araba encabeza este dudoso ranking con un 11.3% frente al 9,7% de Bizkaia y Gipuzkoa. Curiosamente los ataques en Araba se producen más en los centros de salud que en los hospitales de agudos, lugar donde tienen lugar el mayor número de incidentes en los otros dos territorios. La práctica totalidad de las agresiones se focaliza en el centro de trabajo y apenas el 4% restante tiene como escenario el domicilio del paciente. La estadística elaborada hace siete años arrojaba, sin embargo, mayor volumen de incidentes en la calle.

Casos en pediatría De igual manera que en 2008, la violencia contra los médicos se ejerce mayoritariamente en el ámbito de la medicina general (26.8%) y en las urgencias (25.9%). En Araba, el territorio marcado con más números en rojo, también hubo un incremento de casos en Pediatría, circunstancia que no se produce en el resto de Euskadi.

En cuanto a las causas que desencadenan este malestar, los médicos consideran que la valoración sobre cómo son atendidos los enfermos, la situación actual de listas de espera o las demoras en la asistencia sanitaria son algunas de las fuentes de conflicto. Asimismo más de la mitad cree que no había forma de haberlo evitado.

El perfil del agresor queda bastante definido. Se trata del propio paciente (66%), o el acompañante en un 30%. Normalmente son hombres frente a mujeres, con una edad media de 43 años y de origen estatal. En la mayoría de los casos (67%) no había habido problemas previos con el paciente anteriormente a la agresión. En la mayoría de las ocasiones (79%) fue fruto del acaloramiento y no existió una planificación previa.

La encuesta también dibuja un retrato robot del profesional agredido. Este año se invierte el sexo y son las mujeres frente a los hombres las más agredidas (57% frente a 42%). Además también sube la media de edad y se sitúa en 48 años frente a los 46 del estudio anterior. Estos episodios suelen causar ansiedad en casi la mitad de los facultativos, aunque no conllevan prácticamente bajas laborales ni se reflejan tampoco en los tribunales. Todo ello sin olvidar que es el personal de enfermería el que acapara más violencia por su proximidad con el paciente.

Y es que la falta de denuncias sigue impidiendo ver la dura realidad de la profesión. De hecho, únicamente se interpusieron en siete de cada cien casos. El Colegio de Médicos fue el lugar elegido para llevarla a cabo en el 64% de los casos frente a un 23% en los que la denuncia se tramitó en la policía.

Una cuarta parte de los agredidos no interpuso denuncia al “no darle importancia”, según declaran. Un porcentaje idéntico desiste de acudir a los tribunales por considerar que el ataque se debe a una enfermedad. Sin embargo, los colegios de médicos afirman que continúa habiendo un alto desconocimiento del convenio con la fiscalía para la denuncia vía colegio de médicos en caso de agresiones.

SENTENCIA DEL TSJPV Ante este complicado escenario, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco obligó recientemente al Servicio Vasco de Salud a implantar un plan preventivo de agresiones y advirtió a la administración de que “la política preventiva no consiste en ir a remolque de los accidentes que se produzcan sino en evitar que sucedan”.

La sentencia condena a Osakidetza a pagar a un médico una indemnización por los daños que estuvo de baja a causa de los puñetazos que le propinó un paciente. Los hechos ocurrieron en un centro de salud mental donde un psiquiatra fue agredido. Según la demanda, el agresor ya había protagonizado varios incidentes violentos donde rompió más una lámpara, tiró sillas y arrancó varios ordenadores lanzándolos contra trabajadores del centro.

Por primera vez toma así cuerpo una corriente jurisprudencial que responsabiliza a la administración sanitaria o a un servicio de salud de las agresiones que sufran los profesionales sanitarios en sus instalaciones. Hasta la fecha, varios juzgados de lo Social eran los únicos que avalaban esta tesis.