Las altas y nevadas cumbres de las enormes cordilleras de la República Islámica de Irán se han convertido en un reducto de libertad para las iraníes, para quienes la extendida práctica del esquí y el montañismo ofrece una posibilidad de soslayar las estrictas ataduras sobre la mujer de la ley local.

En contraste con todos los estereotipos sobre Oriente Medio, en Irán el paisaje montañoso y nevado constituye una de las mayores sorpresas que se lleva el visitante extranjero, particularmente en Teherán, ciudad ubicada al pie del macizo del Elburz, que domina la ciudad con sus casi 5.000 metros de altura y con nieves que perduran desde noviembre hasta bien entrado el mes de mayo.

En el entorno inmediato de Teherán hay tres estaciones de esquí, una de ellas, Tochal, ubicada dentro de la ciudad y a la que se puede acceder a través de una vetusta pero funcional telecabina que en pocos minutos lleva al visitante del caos del tráfico y la polución urbana al aire puro y la belleza del paisaje nevado. Alejadas de miradas inquisidoras, vestidas con ropas brillantes y multicolores, y sin el tedioso velo obligatorio para las mujeres en Irán, que sustituyen por los prácticos y más alegres gorros y cascos para la práctica del deporte, decenas de entusiastas esquiadoras se deslizan por esas pistas cada día de la extensa temporada de nieve. Golnaz, una joven pero experimentada esquiadora iraní, explicó que el éxito y la popularidad del esquí entre las mujeres de Teherán se debe a que precisamente en la alta montaña “no se siente ninguna limitación” a la hora de hacer “un deporte agradable y divertido” que se disfruta “en el corazón de la naturaleza”. “Realmente las limitaciones que hay en la sociedad para las mujeres, en el esquí no existen. En cualquier parte del mundo que uno quiera esquiar será con esta vestimenta, y quien viene a esquiar no viene para ninguna otra cosa”, apuntó.

por las mismas pistas Sin embargo, el hecho de que, cosa insólita en Irán, mujeres y hombres se deslicen por las mismas pistas, disfrutando con igualdad de las pendientes, la velocidad y de recibir el aire en la cara, en un ambiente distendido y lleno de luz y color, resulta chocante para el visitante acostumbrado al rigor que impera en otros ámbitos de la vida social del país.

A decir de sus compañeros de pista, como confesó el snowboarder Alireza Aghazadeh, las iraníes no solo parecen más libres en la cima de las montañas, sino que “además esquían muy bien”. El uso de la montaña como lugar de recreación “libre” también es empleado por las mujeres maduras, que tienen en el montañismo una de sus aficiones más notables. Cada mañana, tanto en invierno como en verano, las rampas que conducen desde el pie de la montaña hasta la cima donde se ubican las pistas de Tochal, se pueblan de grupos de amigas que suben incansables la imponente cuesta. Al igual que las esquiadoras, allí encuentran aire puro, un deporte sano, tranquilidad en la naturaleza y un espacio en el que no se sienten atrapadas por los requisitos de vestimenta y comportamiento omnipresentes unos cuantos metros montaña abajo.

Tochal es una las pistas más altas de esquí en todo el mundo, está a 3.900 metros sobre el nivel del mar, y también es sin duda una de las más próximas a una capital del mundo.