pamplona - Con motivo del 55 aniversario del primer vuelo espacial tripulado de Yuri Gagarin, el Planetario de Pamplona organizó recientemente una conferencia con el cosmonauta ruso Oleg Valeriyevich Kotov. De origen ucraniano, este teniente coronel y cosmonauta es además doctor en Medicina. Ha realizado seis salidas extravehiculares y suma 526 días en el espacio en sus tres viajes a la Estación Espacial Internacional (EEI). Además en 2013 portó la antorcha olímpica de los JJOO de invierno de 2014 y en 2010 tuvo que operar manualmente para conectar la nave Soyuz con la EEI por un fallo en el sistema automático.

Hace 55 años que Yuri Gagarin salió al espacio, ¿qué nos depara el próximo medio siglo?

-Todavía nos queda mucho por ver. Estoy convencido de que el ser humano volverá a la Luna. Seguramente, visitaremos un asteroide y estoy seguro de que lograremos llegar a Marte.

¿Qué tiene de especial el viaje espacial que es capaz de unir a países con conflictos en la Tierra?

-Sin duda, la escala de la magnitud de la tarea. La altura de las metas y de los logros que se pueden alcanzar en el espacio nos permite elevarnos por encima de los problemas que en la Tierra provocan grandes conflictos. En la aventura espacial parecen tonterías.

En esta misma línea, ¿cuál es la importancia de la Estación Espacial Internacional?

-La Estación Internacional fue creada como un laboratorio de experimentación y no solo pertenece a los países que participan en su mantenimiento, sino a todos los países del mundo. Sus experimentos van más allá del plano nacional, sus logros son avances para toda la humanidad.

La preparación para salir al espacio tiene fama de ser dura, ¿cuántas personas se quedan en el camino?

-Es difícil de calcular, en la historia de la URSS y la actual Rusia solo 120 personas han logrado convertirse en cosmonautas y, en todo el mundo, unos 500.

¿Cómo es posible que un médico de carrera se convierta en cosmonauta?

-Bueno. ¿Y quién debe ser cosmonauta? -ríe-. Viajar al espacio no es una profesión como tal, es más bien una oportunidad que se da. Hay muchas profesiones en este ámbito y, de hecho, la mayoría son militares, ingenieros o científicos, pero hay incluso locutores de radio.

La convivencia de varias personas en la Tierra ya es difícil, ¿cómo es en un espacio tan reducido como una estación espacial?

-Las personas que participan en una misión no se eligen por casualidad, todos estamos muy preparados tanto física como psicológicamente. Sabemos qué es lo que nos espera y que debemos proteger y respetar los sentimientos de cada uno. De hecho, es un ejemplo de cómo personas de distintas nacionalidades y costumbres pueden convivir juntas.

¿Cómo es ver la Tierra desde ahí arriba?

-La visión del mundo te cambia la mentalidad. Comienzas a entender lo pequeña y frágil que es la Tierra. Desde el espacio se puede ver muy bien el impacto medioambiental del ser humano, de lo rápido que se producen los cambios en el ecosistema. Todo es reversible, pero nos queda mucho por trabajar para recuperar el planeta y debemos valorar los cambios que se están produciendo. Por esta sensación de cariño que se siente por el planeta me gusta quedarme con las imágenes y compartirlas con el mundo. Pero la mejor fotografía no se ha hecho todavía.

En 2013, en uno de sus paseos espaciales portó la antorcha olímpica, ¿cómo recuerda aquel momento?

-Fueron cuatro días muy tensos porque había nueve personas a bordo y mucha expectación. Sacamos la antorcha olímpica al exterior, dimos un paseo extravehicular y después la devolvimos a la Tierra. Cuando acabó todo su recorrido vimos cómo esa misma antorcha se encendió en el pebetero olímpico de Sochi (2014). Fue una gran sensación.

¿Qué echa de menos cuando está en el espacio?

-Se echan de menos las cosas sencillas como una cama, una ducha caliente, comida normal y hasta el vino tinto, algunas veces. Además, algo tan simple como el sueño es muy diferente ahí arriba, no descansas al 100% y la alimentación se basa en productos preparados. Sin embargo, en la Tierra se echa de menos la ingravidez y no tener tan cerca a las estrellas.

¿Se pasa miedo cuándo se produce una avería a tanta distancia de la ayuda más cercana?

-No. La memoria humana permite olvidar pronto los acontecimientos desagradables y quedarse solo con los momentos más grandiosos. En el espacio siempre vas con la mentalidad de esperar lo mejor.

¿Qué ha cambiado en usted desde la primera vez que salió hasta ahora?

-La primera vez que fui era un novato ilusionado y soñador, ahora soy un formador de novatos ilusionados. Me siento veterano y tengo la necesidad de transmitir mis experiencias y conocimientos a la siguiente generación.