Sidney/Bruselas - Una refugiada somalí se prendió fuego ayer en protesta por las condiciones del centro australiano en el que se encuentra retenida en la islas Nauru, en el Pacífico Sur, en el segundo caso de la misma naturaleza en menos de una semana. La joven somalí se encuentra en estado crítico y es una de las refugiadas que regresaron al centro la semana pasada tras recibir tratamiento médico, según la emisora australiana ABC. El pasado días 27, el iraní Omid Masoumali se prendió fuego por las mismas razones en presencia de tres representantes del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) que visitaban el centro y murió dos días más tarde. No es la primera vez que inmigrantes retenidos en ese emplazamiento se autolesionan o intentan hacerlo en protesta por el trato que reciben.
El ACNUR critica desde hace tiempo las condiciones “inhumanas” que existen en los centros de detención que Australia mantiene en Nauru y Papúa Nueva Guinea, en una política que Camberra inició en 2001 para desviar a terceros países el creciente flujo de “sin papeles” que intentaban alcanzar las costas australianas. Muchos de estas personas que viajan a Australia huyen de conflictos como los de Afganistán, Darfur, Pakistán, Somalia y Siria, y otros escapan de la discriminación, como las minorías rohinyá de Birmania (Myanmar) y bidún de la región del Golfo Pérsico.
Mientras, en Europa, Dinamarca, Alemania, Francia, Suecia y Austria solicitaron ayer a la CE que les permita ampliar los controles fronterizos instaurados para frenar el flujo de inmigrantes aplicando una cláusula del reglamento de Schengen. Los cinco estados europeos reclamaron que se aplique el artículo 29 de ese reglamento, que en casos excepcionales y cuando exista una amenaza para el orden público y la seguridad interna autoriza a prolongar los controles por seis meses más, una medida que puede renovarse en tres ocasiones como máximo. - Efe