BILBAO. En función del estudio sobre 'Percepciones y actitudes hacia la inmigración extranjera' correspondiente al pasado año, que ha publicado de forma completa, se aprecia "el inicio de una etapa más normalizada que ya se intuía" en el anterior informe de 2014, con una "mejora en la mayoría de las dimensiones" analizadas.
Entre sus principales datos, el Barómetro refleja que la inmigración únicamente es mencionada como el primer problema de Euskadi por el 1,6% de los encuestados. Este porcentaje se eleva al 12,4% cuando se pide citar tres respuestas espontáneas sobre los tres principales problemas actuales, un porcentaje similar al de 2014 (12,01%).
Le superan en la percepción de problemas de los ciudadanos vascos cuestiones como el desempleo (90,4%), las cuestiones económicas (30,5%), la corrupción y el fraude (18,2%), y la clase política, los partidos políticos y el gobierno (17,4%).
En la misma línea, la inmigración es mencionada como principal problema personal por el 2% de encuestados y entre los tres principales por el 7,3% (dos décimas menos que el año pasado). También en este caso, las menciones más comunes son el paro (59,9%), las cuestiones de índole económica (33,5%) y la corrupción y el fraude (14,1%).
Sin embargo, en la población autóctona se mantiene la percepción de que el volumen de ciudadanos extranjeros es "casi el triple del volumen real", según explica Ikuspegi.
De hecho, los ciudadanos de otros países suponen el 6,3% de la población vasca, pero los encuestados creen que el 17,9% de la población es extranjera. Esta percepción se ha situado en porcentajes similares desde 2007, si bien el porcentaje real de población extranjera empadronada fue aumentando hasta 2012 y luego comenzó a descender.
Un 67,4% de los ciudadanos vascos prefiere vivir en barrios donde la mayoría de los vecinos sean de su misma raza o grupo étnico, aunque este colectivo ha descendido desde el año pasado seis puntos. Además, uno de cada cinco encuestados optaría por un lugar en que nadie sea de raza o grupo étnico distintos, una posición que ha ido disminuyendo ligeramente desde 2012, y a un 6,5% le gustaría vivir en un lugar con muchas personas de raza o grupo étnico distintos, frente al 1,8% del año pasado.
Más de un 70% de la sociedad vasca cree que su relación con la población no ha sufrido cambios en el último año si bien, entre los que dicen que sí los ha habido, los que opinan que ha empeorado superan en siete puntos a los que afirman que ha mejorado.
ENRIQUECIMIENTO CULTURAL
El estudio indica que el 57,5% de los vascos coincide en que los inmigrantes de otros grupos étnicos suponen enriquecimiento cultural, frente al 49,7% de 2014, y un 51,1% estima que sus prácticas religiosas no ponen en peligro el estilo de vida.
Un 78,5% opina que sería mejor que todos los ciudadanos hablen en las lenguas del país de acogida y un 50,1% que compartan las mismas costumbres y tradiciones. Para más del 70%, la convivencia debe lograrse con un esfuerzo compartido de personas inmigrantes y autóctonas, aunque un 63% cree que los inmigrantes deberían abandonar las partes de su religión que entren "en conflicto" con la legislación.
También supera el 70% el porcentaje de encuestados que cree que la llegada de personas inmigrantes no contribuye a frenar las aspiraciones del nacionalismo vasco, ni a la pérdida de la identidad vasca, ni a la reducción del uso del euskera.
La opinión sobre la necesidad de inmigrantes para trabajar en algunos sectores de la economía está dividida entre el 42,3% que está de acuerdo y el 41,3% en desacuerdo. Aunque con porcentaje menor que en 2014, prevalece la consideración de que los inmigrantes se benefician excesivamente del sistema de protección social, con un 54,2% de respuestas. Un 44,4% piensa que pagan menos impuestos de lo que reciben y un 41,4% que su presencia genera inseguridad y delincuencia.
AYUDAS SOCIALES
En función de los resultados del Barómetro de Ikuspegi, la preocupación de los ciudadanos vascos se centra principalmente en los efectos en el acceso a ayudas sociales (45,8% de menciones), mientras que es menor la incidencia en encontrar trabajo, esperar más en hospitales o encontrar vivienda (entre el 30 y el 37% de respuestas) y recibir peor calidad en la enseñanza (con el 23,8%).
En relación al acceso a derechos y servicios, cerca del 70% cree que educación y asistencia sanitaria son derechos universales. Sin embargo, otras cuestiones como asistencia jurídica, ayudas sociales, VPO o derecho a voto se vincula a la situación de regularidad de la población extranjera.
El 40% de los encuestados creen que todas las personas, autóctonas o inmigrantes, debería poder acceder a la Renta de Garantía de Ingresos si lo necesitan con independencia del tiempo de empadronamiento. Un 24% considera que los inmigrantes deberían tener acceso a la RGI después de percibirla todos los autóctonos que la necesiten, mientras que l 28% cree que debería limitarse esta ayuda para las personas en situación administrativa regular.
Un 57,5% opina, en cualquier caso, que las personas inmigrantes "se aprovechan excesivamente de la RGI, llegando a acapararla" y el 55,6% que esta ayuda hace que la población inmigrante "no quiera trabajar", ambos porcentajes se han reducido con respecto a 2014.
Siete de cada diez personas encuestadas es partidaria de que la entrada de inmigrantes se condicione a una serie de requisitos legales como tener un contrato laboral (56,5% de las respuestas). Por su parte, el 11,6% apuesta por no poner ningún obstáculo legal a la entrada de inmigrantes y un 6,6% es partidario de impedirlo por todos los medios. Además, el 10,8% es favorable a expulsar a todos los inmigrantes en situación administrativa irregular.
Según el estudio, los colectivos más cercanos cultural, política o socialmente suscitan mayor simpatía entre la población vasca, de manera que los ciudadanos procedentes de la UE occidental logran una puntuación de 6,2 sobre diez y los procedentes de Argentina un 5,9. Por su parte, Rumanía y la UE oriental (con 4,2) y el Magreb 83,8) obtienen los peores datos.
Con estos indicadores, el Observatorio otorga un Índice de Tolerancia en 2015 de 58,04, siguiendo la tendencia de mejora de los indicadores que se inició en 2013. Aumentan los grupos de población de personas tolerantes y ambivalentes, hasta el 414,9 y el 43,3%, mientras que desciende el grupo de reacios del 21,8% en 2014 a 14,9% en 2015.