Bilbao - Cuando surge la Academia de las Ciencias Médicas de Bilbao, las enfermedades infecciosas eran un gran problema sanitario. ¿Cuál es ahora el reto de salud?

-El envejecimiento es un logro pero también es un reto sanitario. Porque detrás del envejecimiento de la población aparecen un montón de patologías, enfermedades cardiovasculares, tumores y los problemas osteomusculares, artrosis y demás.

Ustedes han organizado alguna que otra conferencia sobre hasta cuándo podremos vivir. ¿Hay respuesta para eso?

-En teoría, y por lo que sabemos ahora, se habla de 120 años como máximo. El problema no está en el tiempo sino en la calidad, y con qué dependencias llegas.

Vivimos más pero ¿vivimos peor?

-No necesariamente. Hay gente con 80 años que es perfectamente autónoma y está bien. Pero hay otros que no. No tiene que ver sólo con que pongamos prótesis de cadera con que operemos de cataratas, no va por ahí. Va en cosas añadidas. Hay algo que no se puede suplementar. El cariño, la escucha... eso es tan terapéutico o más que cualquier fármaco.

¿A cualquier edad?

-A cualquier edad. Curar, se puede curar una infección. Se puede curar un tumor maligno con una operación. Pero las enfermedades crónicas no se curan, sólo disminuimos sus efectos negativos. El aspecto humano es muy importante. La escucha con el paciente y la interacción con el enfermo es fundamental.

Ahora los médicos no dejan de hacer hincapié en la prevención y en adoptar hábitos saludables.

-Es que eso ha sido lo que históricamente ha mejorado la salud. Vivimos más gracias al control de enfermedades infecciosas, algo tan sencillo como la cloración de las aguas y el saneamiento y la eliminación de residuos han evitado las causas que mataban a la gente hace un siglo. La prevención, la alimentación... han hecho que aumente la esperanza de vida que en el siglo XIX era de 49 años. Eso por no hablar de las vacunas que son la salvación para evitar un montón de enfermedades.

¿Hay que cambiar el chip?

-Sí, ahora el paradigma es vamos a intentar hacer una vida saludable, que incluya mejorar nuestros hábitos de vida y también nuestra forma de trabajar porque así vamos a lograr minimizar muchas de las patologías que aparecen después.

¿Dónde hay que actuar?

-En una alimentación más equilibrada, en hacer más ejercicio para poder evitar las enfermedades cardiovasculares, para combatir la aparición de un cáncer... Por mucho que yo te ponga dos bypass si no interiorizas que no debes fumar, que tienes que hacer más deporte... no hacemos nada. No todo depende de que tengas un gran hospital al lado o de que dispongas de un montón de medicación o de una estupenda asistencia sanitaria. Además de eso, el paciente debe ser protagonista de su salud. No es el médico, ni la enfermera, ni el Estado, ni la comunidad, el protagonista eres tú.

Pero no sólo sufre el cuerpo, los trastornos psicológicos también han aumentado.

-La preocupación de alguien de una tribu africana será comer y subsistir pero en una sociedad avanzada como la nuestra las preocupaciones pasan a otro ámbito que tienen que ver más con las relaciones entre personas, y con trastornos adaptativos que vemos todos los días, estrés, depresión... Las familias ya no son como antes, hay movilidad geográfica, más inquietudes. Y tenemos que ser capaces de integrar todas estas variables.

Hablan continuamente del envejecimiento saludable pero habrá que adoptar los buenos hábitos antes de ser mayor.

-Justo a eso me refiero. Los programas tienen que estar en marcha desde que eres un niño. En EEUU hay un programa de prevención de enfermedades cardiovasculares donde el doctor Fuster es uno más de los teleñecos que hacen pedagogía. Porque los impactos que tú hagas en los niños entre cuatro y seis años van a marcarle hasta el punto de pedir a sus padres que cambien la comida que se sirve en casa.

El Colegio de Médicos de Bizkaia ha lanzado una campaña para evitar la sobremedicación. ¿La suscribe?

-Por supuesto que la comparto. Hoy en día nadie piensa que algo no puede tener tratamiento y por eso quiere siempre una pastilla. Pero a veces el tratamiento va sobre cuestiones de higiene, higiene en la alimentación, higiene en el sueño... y eso depende de ti, no de una pastilla. Y eso se soluciona con cultura sanitaria. Por eso tenemos que poner más énfasis en la comunicación hacia los más jóvenes.

Quizá en el exceso de medicación, el facultativo tenga cierta responsabilidad. ¿Se sienten presionados a recetar?

-Es cierto que hay mucha presión asistencial. Para educar a los pacientes hay que tener tiempo. Los médicos de atención primaria y también los farmacéuticos hacen mucha labor en ese campo. Es importante que la gente entienda para qué le das una medicación. Si tiene algo agudo, le das un antibiótico y ya está, pero hay que enseñar que para las cuestiones a medio o largo plazo no solo hay medidas farmacológicas. Si te duele la espalda igual tienes que reforzar más la musculatura o tienes que cambiar la postura al sentarte.

¿El famoso ‘doctor’ Google ha hecho mucho daño?

-Es una ventaja y un inconveniente. Es interesante que el paciente tenga una fuente donde poder beber pero sin generar falsas expectativas.

Gracias a los nuevos antivirales, la hepatitis C va a ser erradicada pronto. ¿Vamos a ver desaparecer más enfermedades? Y sobre todo ¿se va a poder pagar los nuevos fármacos?

-Cada vez se va a gastar más porque van a seguir saliendo más técnicas. Tenemos que ser conscientes de que la sanidad cuesta mucho dinero. Hay que racionalizar la asistencia sanitaria y hacer un buen uso de los recursos. Va a haber un encarecimiento importante de tecnologías. ¿Será asumible? Hasta ahora lo ha sido. Pero ni el mejor hospital ni el último fármaco ni ninguna técnica quirúrgica van a ser tan efectivos como la prevención. Nunca, nada.

Ébola, zika... parece que acechan las epidemias. ¿Aparecerán emergencias sanitarias cada dos por tres?

-Sí, va a ser una constante en nuestras vidas. Antes hacía falta mucho tiempo para que se propagase una enfermedad. Ahora un virus está una punta del mundo y en 20 horas lo tienes en la otra punta. Los virus mutan muy rápidamente. Lo mejor, otra vez la prevención, como el lavado de manos, la protección... y luego la investigación en vacunas y el uso racional de antibióticos.

El cáncer ha sido tradicionalmente la enfermedad maldita. ¿Se ha conseguido normalizar?

-Antes el cáncer equivalía siempre a muerte. Hoy por hoy pasa a ser como una enfermedad crónica más. ¿Por qué? Porque hay una curación y una supervivencia muy elevada gracias a la detección precoz y a los programas de cribado.