madrid - El informe de la Oficina de Investigaciones y Análisis para la Seguridad de la Aviación Civil francesa (BEA) ha planteado como uno de los principales debates el equilibrio entre la confidencialidad médica y la seguridad pública. Jacinto Bátiz es el presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Bizkaia y tiene claro que el secreto profesional es algo vital en su profesión: “El sentir ético del médico con respecto al secreto es tal que se le considera como una cualidad inherente a la profesión médica y uno de los pilares en los que se fundamenta la relación médico-paciente”. Advierte de que “el secreto profesional del médico está por encima de cualquier tipo de profesión que ejerza el paciente”, aunque también es cierto que “cualquier profesión puede tener repercusiones en terceras personas”, algo que puede influir en la manera de actuar del galeno.

El secreto profesional supone para el médico “la obligación de mantener la reserva y la confidencialidad de todo aquello que el paciente le haya revelado y confiado, lo que haya visto y deducido como consecuencia de su trabajo y tenga relación con la salud y la intimidad del paciente, incluyendo el contenido de la historia clínica”. Según el Código Deontológico, esta máxima podría pasar a segundo plano en un abanico reducido de escenarios, entre ellos “si con su silencio diera lugar a un perjuicio al propio paciente o a otras personas, o a un peligro colectivo como es el caso que se plantea con un piloto. El límite del secreto profesional estaría ahí”.

¿Pero es el Código Deontológico de los médicos una norma de obligado cumplimiento? “Las normas contenidas en él son de obligado cumplimiento para los médicos colegiados”, explica Jacinto Bátiz, “la legitimidad de los Colegios de Médicos para sancionar transgresiones éticas y deontológicas de sus colegiados le viene dada por la Constitución Española, por la Ley de Colegios Profesionales y por la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias”.

Cada país elabora su propio Código Deontológico, pero basándose en principios de ética y deontología universales recogidos en el Manual de Ética Médica, lanzado oficialmente en 2005 por la Asociación Médica Mundial. “Los principios fundamentales son los mismos, aunque las distintas culturas, idiosincrasias y las distintas leyes hacen que los códigos tengan sus propias características”, matiza el médico vizcaíno.

Ante la polémica abierta tras el caso de Andreas Lubitz, Jacinto Bátiz confiesa que ve necesario un cambio en el actual sistema: “Sí creo que los controles tienen que ser más exhaustivos y que se deben articular los protocolos necesarios para que se garantice la máxima seguridad pública”. ¿Pero podrían esquivarse esos protocolos con médicos privados costeados por la persona interesada en ocultar alguna información? Bátiz apela a la integridad de su gremio: “En ocasiones se solicita al médico que no figure en el informe o en el certificado aquello que le puede perjudicar al paciente solicitando de esta manera no revelar el secreto profesional. Pero cualquier médico sabe cuál es su obligación desde la ética y la deontología cuando se le solicita un certificado médico de salud: que su contenido sea auténtico y veraz. Así como que éticamente tienen prohibidos los certificados médicos de complacencia. El médico no ha de dejarse seducir por: ‘Doctor, si solo es una firma’.