GASTEIZ. Las palabras de Pablo Egiluz pidiendo que el caso de su hijo sirva para que otros Hodei no caigan en el olvido fueron escuchadas entre lágrimas el domingo por familias como la de Miguel Ángel Martínez que sueñan con terminar con una pesadilla que dura años y que hasta ahora han recorrido en soledad.
El vizcaino Miguel Ángel Martínez Santamaría (Sondika,1960) desapareció en 2005 en Suecia y su supuesto cadáver apareció flotando en aguas de Estocolmo sin corazón y con medio hígado. Debido al mal estado en que se encontró no se le pudo identificar por las huellas dactilares.
La familia de Mikel -como le llamaban sus amigos y sus compañeros del Hospital Brompton de Londres donde trabajó como celador- ha tocado las puertas de todas las instituciones suecas, europeas, españolas y vascas que ha podido para pedir que se abra una investigación y para denunciar las "irregularidades" que, según su hermana Blanca, copan este caso.
Cuando apareció el cadáver de Hodei el pasado 11 de febrero y el lehendakari, Iñigo Urkullu, se solidarizó con esta familia y con todas las que están en una situación similar, Blanca no se lo pensó dos veces y le escribió para contarle el caso de su hermano y decirle que sus padres, Ángel e Isabel, de 85 y 83 años, no han recibido en diez años ni una llamada telefónica de apoyo de ninguna institución.
En una entrevista con Efe, Blanca cuenta que en su misiva no omitió su rabia y su enfado, no sólo por la falta de acompañamiento, sino también por las "humillaciones" que ha recibido por parte de algunas instituciones cuando ha acudido a ellas.
"Me han llegado a decir que a mi hermano lo mataron porque era un vagabundo, un loco y un mierda", señala.
Paradojas de la vida porque si algo obsesionaba a su hermano era que lo consideraran un don nadie y para impedirlo era capaz de ponerse corbata cada vez que iba al banco, asegura.
Su carta al lehendakari ha tenido respuesta y la Presidencia vasca le ha ofrecido acompañamiento y ayudarle a buscar respuestas. El alcalde de Getxo, Imanol Landa, municipio en el que vive la familia, también ha trasladado a Blanca su apoyo.
Para Blanca, conseguir que el Gobierno Vasco la acompañe a Londres y a Suecia sería como que le tocara "la lotería". También espera que el Parlamento Vasco acepte su solicitud de comparecer ante los grupos y conseguir que se tomen medidas que eviten que más familias pasen por lo mismo que la suya.
Mañana acudirá a Galdakao para apoyar a Pablo y a Koro en la despedida de su hijo Hodei. Por ellos siente un gran afecto y solidaridad y recuerda que es responsabilidad de las administraciones prestar el mismo trato a todas las familias.
En este sentido, lo que Blanca anhela es un trato "igualitario" y que no haya más desaparecidos enterrados "sin nombre", como su hermano, cuyo cadáver fue entregado a la familia "sin identificar" y continúa enterrado en Londres a la espera de una prueba de ADN.
Espera que la sensibilidad que se ha despertado en la sociedad y en las instituciones a raíz del caso de Hodei le sirva para llegar de una vez hasta la europarlamentaria sueca Cecilia Malmström, que trabajó en la directiva europea sobre la trata de personas, aunque hasta ahora hace caso omiso a sus peticiones, contrariamente a lo que defendió en la citada directiva, lamenta.
Recuerda que hay más familias que han sufrido el olvido institucional como la del joven bilbaíno Sabino Llona, "desaparecido en Florida" en 2004 cuando iba a visitar a su hermana "y del que nadie habla".
La del vitoriano Borja Lázaro, cuya pista se perdió hace más de dos años en Colombia, tampoco lo ha tenido fácil y en más de una ocasión su madre y su hermano, Ana y Sergio, han echado en falta el apoyo de las autoridades locales, que actualmente están volcadas con ellos.
De hecho, el alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, acompañó en enero a esta familia a una audiencia privada con el Rey Felipe VI y hoy asistirá junto a ellos a la entrega de los premios 9M que concede en Madrid la fundación europea QSDGlobal, impulsada por el periodista Paco Lobatón, en el Día de los Desaparecidos.