BARCELONA. Según publica hoy El Periódico de Catalunya, el hombre, en torno a los 70 años ahora, y el tercer profesor de los Maristas que confiesa sus abusos, dice: "Lo siento, chico". "Estoy súper arrepentido", añade.
Cuando su interlocutor, un exalumno suyo que está grabando la conversación, le pide que le cuente cómo se sentía cuando se masturbaba sobre él, un niño, A. F. solo alcanza a pretextar: "Era como una cosa de críos, como si fuera de crío a crío".
"He hecho cosas que, si lo pienso fríamente, ni yo me las explico", reconoce A. F. "Te pido perdón, te lo digo con sinceridad", le repite a J., la víctima que tiene delante de él, tantos años después.
J. no se da por satisfecho: "Fueron cientos de veces, cientos de veces", le recuerda. "¿Las has contado?", insiste el exalumno. "Qué va", responde el exprofesor. Y entonces ensaya otro pretexto: "Yo, la culpa, se la doy a un tratamiento (apilar) de mierda que usaba entonces. Llevaba placenta humana, y no sé eso si me rebotó o qué...".
Con esta revelación ya son tres las confesiones de profesores de los Maristas que han admitido las acusaciones que sus expupilos van haciendo públicas poco a poco.
El primero en reconocerlo fue Joaquim Benítez, el profesor de gimnasia del colegio de Sants-Les Corts sobre el que pesan 20 denuncias y a partir del cual se ha ido destapando el escándalo de pederastia escolar más grave que se conoce en España.
El segundo fue A. E., un docente de la escuela de La Immaculada, en el Eixample, quien, en una entrevista admitió que manoseaba los genitales de sus víctimas.
El tercero es A. F. Una de sus víctimas, J., relató en una entrevista cómo A. F. le había violado durante seis años, de los 8 a los 14.
Una reportera entrevistó días después a A. F., quien negó las acusaciones y las atribuyó a alumnos "resabiados".
A la vista de las declaraciones autoexculpatorias del pederasta, J. se propuso desenmascararlo, por lo que decidió entonces ir a verle personalmente para arrancarle una confesión y grabar la conversación con una cámara oculta.
El estallido, hace un mes, del escándalo de abusos sexuales que ya afecta a siete docentes y un monitor de dos colegios Maristas de Barcelona hizo que el maestro jubilado A. F. dejara su domicilio habitual en L'Hospitalet de Llobregat y se ocultara en su segunda residencia, en Osona.